lunes, 16 de noviembre de 2009

TERESA, ENEMIGUÍSIMA DE SER MONJA


¿Fue en el internado de Santa María de Gracia, donde le vinieron a Doña Teresa de Ahumada las ganas de meterse monja. Todo lo contrario. Lo dice expresamente:

"Yo estaba entonces ya enemiguísima de ser monja”.

Sin embargo, se sentía muy a gusto en el internado: “Holgábame de ver tan buenas monjas, que lo eran mucho las de aquella casa, y de gran honestidad y religión y recatamiento”.
“Aun con todo esto no me dejaba el demonio de tentar, y buscar los de fuera cómo me desasosegar con recaudos. Como no había lugar, presto se acabó, y comenzó mi alma a tornarse a acostumbrar en el bien de mi primera edad y vi la gran merced que hace Dios a quien pone en compañía de buenos”.

En el internado de Santa María de Gracia experimenta una evolución personal. Pasa del desasosiego inicial que experimenta al verse encerrada entre cuatro paredes y tener que tratar con monjas, en vez del trato con sus hermanos, chicas de la casa y primos.

Se vuelve reflexiva. También entre monjas y compañeras del alumnado se siente querida. Descubre que tiene el atractivo de que todos la miren bien, en cualquier sitio que vaya. Percibe enseguida que aquellas mujeres, que cuidan de ella, eran buenas personas, monjas “de gran honestidad, religión y recatamiento”.

Pero los primos siguen al acecho desde la muralla, que tiene enfrente. La envían papelitos, que ella guarda en secreto. Estas cuitas le duran poco tiempo. Las cuidadoras se dan cuenta y cortan la trama.

“Como no había lugar, presto se acabó, y comenzó mi alma a tornarse a acostumbrar en el bien de mi primera edad. Paréceme andaba Su Majestad mirando y remirando por dónde me podía tornar a sí”.

No va a ser fácil que rompa por completo con la calle. Entra en juego un contrincante que la va a perseguir toda la vida, el demonio. Ve que el demonio la tienta a pensar que no sería procedente romper con los amigos de la pandilla. ni cortar “el trato con quien, por vía de casamiento, me parecía podía acabar bien”.

Y apela al consejo de sus confesores para demostrarse a sí misma que esa manera de proceder no podía ir en contra de la voluntad de Dios.
Yalgo muy de atrás le aflora a la conciencia. Algún psicólogo nos remitiría al subconsciente para tratar de interpretar esta frase : " Comenzó mi alma a tornarse a acostumbrarse en el bien de mi primera edad". Cuando en la infancia el niño aprende a hacer el bien, y goza con ser bueno, y se lo hacen ver con naturalidad, con la misma que corta una flor o juega a ser "monja", ahí queda como las raices de una planta, que no se ven, pero sin ellas ni verdea ni florece. En sus escritos veremos reiterarnos "la verdad de cuando niña".
Dejamos a la joven Teresa en la encrucijada. ¿Me caso o no me caso?

Hasta el miércoles, si Dios quiere. Que El nos bendiga.

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