sábado, 29 de septiembre de 2012


COMO QUIEN SE ENTRA EN UN CASTILLO FUERTE PARA NO TEMER LOS CONTRARIOS

Madre Teresa expresa que el alma se recoge en su interior valiéndose de la imagen del castillo o palacio: “Hagamos cuenta que dentro de nosotros está un palacio de grandísima riqueza”. Y desde su experiencia se propone despertar la conciencia del orante- También él debe realizarse en su interior, entenderlo y experimentarlo.

Pero el “palacio” no es fin para sí mismo, es morada para alguien. Si el palacio está vacio, es como estar huecas por dentro. “En este palacio está un gran rey”. Mi interioridad tiene una dimensión religiosa: está hecha para ser capacidad de Dios. Morada de Dios.

Dios habita en el palacio interior del alma para la comunión de las personas.  Y Dios en persona es el que toma la iniciativa, hinche el palacio, lo dilata, lo ensancha poco  a poco y trae consigo la libertad. El se da a conocer de muchas maneras, enriqueciendo la experiencia interior del orante. Para que él inunde con su presencia todo el palacio, “hay que dárselo por suyo con toda determinación”, para que pueda poner y quitar como en cosa propia, pues “El no se da a sí del todo, hasta que nos damos del todo”. La escuchamos:

Tratad con él como con padre y como con hermano y como con Señor y como con esposo; a veces de una manera,  a veces de otra, que él os enseñará lo que habéis de hacer para contentarle. Dejaos de ser bobas; pedidle la palabra, que vuestro Esposo es, que os trate como a tal.

Llámase recogimiento, porque recoge el alma todas las potencias y se entra dentro de sí con su Dios…, como quien se entra en un castillo fuerte para no temer los contrarios. Así quien va por este camino, casi siempre que reza tiene cerrados los ojos, y es admirable costumbre para muchas cosas, porque es un hacerse fuerza a no mirar las de acá.

Pues hagamos cuenta que dentro de nosotras está un palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas, en fin, como para tal Señor; y que sois vos parte para que este edificio sea tal, como a la verdad es así (que no hay edificio de tanta hermosura como un alma limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras, y que en este palacio está este gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro Padre, y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón. Esto es menester  para que entendamos con verdad que hay otra cosa más preciosa, sin ninguna comparación, dentro de nosotras que lo que vemos por de  fuera. No nos imaginemos huecas en lo interior (CP 28, 6-10).

jueves, 27 de septiembre de 2012








 
DOMINGO 26 B DEL TIEMPO ORDINARIO. 30 SEP. 2012
         La escena  que describe el Evangelio de hoy es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que este grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora. 
            Vienen preocupados. Un exorcista, no integrado en su grupo, está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: "no es de los nuestros".
            Los discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más humano, sin formar parte de los bautizados en la Iglesia católica ¿Qué piensa Jesús?
         Sus primeras palabras son rotundas: "No se lo impidáis". El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda a todos los que trabajen para ayudar a las gentes a vivir de manera más humana.
         Jesús rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación mesiánica.  la Iglesia ha de apoyar a todo el  que invoque el Nombre de Dios allí donde es invocado para hacer el bien.
          Jesús continúa diciéndoles: "El que no está contra nosotros está a favor nuestro".
         En la sociedad moderna hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano  dentro y fuera de la Iglesia. Así lo ha reconocido y proclamado Benedicto XVI en su reciente viaje al Líbano:”Pido a Dios por el Líbano para que siga permitiendo la pluralidad de las tradiciones religiosas, sin dejarse llevar por la voz de aquellos que se lo quieran impedir. Le deseo que fortalezca la comunión entre todos sus habitantes, cualquiera que sea su comunidad o su religión, rechazando resueltamente todo lo que pueda llevar a la desunión y optando con determinación por la fraternidad.Gracias de corazón a las venerables iglesias hermanas, y a  las comunidades protestantes. Gracias en particular a los representantes de las comunidades ,musulmanas. El mundo árabe y el mundo entero habrán visto, en estos momentos de turbación, a los cristianos y a lo musulmanes  reunidos para celebrar la paz…Doy gracias a Dios por la oración de todos por todos los libaneses y el Medio Oriente, cualquiera que sea el origen o la confesion religiosa de cada uno”.

miércoles, 26 de septiembre de 2012










COMO QUIEN SE ENTRA EN UN CASTILLO FUERTE PARA NO TEMER LOS CONTRARIOS

Madre Teresa expresa que el alma se recoge en su interior valiéndose de la imagen del castillo o palacio: “Hagamos cuenta que dentro de nosotros está un palacio de grandísima riqueza”. Y desde su experiencia se propone despertar la conciencia del orante- También él debe realizarse en su interior, entenderlo y experimentarlo.

Pero el “palacio” no es fin para sí mismo, es morada para alguien. Si el palacio está vacio, es como estar huecas por dentro. “En este palacio está un gran rey”. Mi interioridad tiene una dimensión religiosa: está hecha para ser capacidad de Dios. Morada de Dios.

Dios habita en el palacio interior del alma para la comunión de las personas.  Y Dios en persona es el que toma la iniciativa, hinche el palacio, lo dilata, lo ensancha poco  a poco y trae consigo la libertad. El se da a conocer de muchas maneras, enriqueciendo la experiencia interior del orante. Para que él inunde con su presencia todo el palacio, “hay que dárselo por suyo con toda determinación”, para que pueda poner y quitar como en cosa propia, pues “El no se da a sí del todo, hasta que nos damos del todo”. La escuchamos:

Tratad con él como con padre y como con hermano y como con Señor y como con esposo; a veces de una manera,  a veces de otra, que él os enseñará lo que habéis de hacer para contentarle. Dejaos de ser bobas; pedidle la palabra, que vuestro Esposo es, que os trate como a tal.

Llámase recogimiento, porque recoge el alma todas las potencias y se entra dentro de sí con su Dios…, como quien se entra en un castillo fuerte para no temer los contrarios. Así quien va por este camino, casi siempre que reza tiene cerrados los ojos, y es admirable costumbre para muchas cosas, porque es un hacerse fuerza a no mirar las de acá.

Pues hagamos cuenta que dentro de nosotras está un palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas, en fin, como para tal Señor; y que sois vos parte para que este edificio sea tal, como a la verdad es así (que no hay edificio de tanta hermosura como un alma limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras, y que en este palacio está este gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro Padre, y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón. Esto es menester  para que entendamos con verdad que hay otra cosa más preciosa, sin ninguna comparación, dentro de nosotras que lo que vemos por de  fuera. No nos imaginemos huecas en lo interior (CP 28, 6-10).

sábado, 22 de septiembre de 2012




ENCERRARSE EN ESTE PEQUEÑO CIELO DE NUESTRA ALMA

Santa Teresa dedica el capítulo 28 de Camino a enseñarnos el arte del recogimiento, para mejor hacer oración.. El aprendizaje y el avance en el camino de la oración pasa por una fase de interiorización, que hace la oración más personal, más profunda, más sencilla y contemplativa.

Empieza dándonos una definición: “Llámase recogimiento porque recoge el alma todas las potencias”. Las  piezas del juego en el arte de recogerse dentro de sí son éstas: recogerse  es cosa del alma, es decir, del centro interior de la persona. Es el alma la que ha de convocar a ese centro a los sentidos y potencias, y acostumbrarlos a no “distraerse”. El alma “se entra dentro de sí con su Dios”, para tratarle directamente sin intermediarios. Dios actúa en el alma enseñándola, pues es su divino maestro.

Teresa propone una manera de interiorización a base del presupuesto inicial del “cielo de nuestra alma”, en el que mora Dios. El cielo está donde está Dios.La escuchamos:

Ahora mirad que dice vuestro Maestro: ^que estás en los cielos^. ¿Pensais que importa poco saber qué cosa es cielo y a donde se ha de buscar vuestro santísimo Padre? Pues yo os digo que, para entendimientos derramados, que importa mucho no sólo creer esto, sino procurarlo entender por experiencia; porque es una de las cosas que ata mucho el entendimiento y hace recoger el alma.

Ya sabéis que Dios está en todas partes. Pues claro está que adonde está el rey, allí dicen está la corte; en fin, que a donde está Dios es el cielo. Sin duda lo podéis creer, que adonde está su Majestad está toda la gloria. Pues mirad que dice san Agustín que le buscaba en muchas partes, y que le vino a hallar dentro de sí mismo.

¿Pensáis que importa poco para un alma derramada entender esta verdad, y ver que no ha menester para hablar con su padre eterno ir al cielo, ni para regalarse con él, ni ha menester hablar a voces? Por bajo que hable, está tan cerca que nos oirá; ni ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí, y no extrañarse de tan buen huésped, sino con gran humildad  hablarle como a Padre, pedirle como a Padre, contarle sus trabajos, entendiendo que no es digno de ser su hijo (CP 28, 1-2)..


jueves, 20 de septiembre de 2012






DOMINGO 25 B DEL TIEMPO ORDINARIO.23 DE SEP. 2012
   En el evangelio hemos percibido el contraste entre lo que Jesús trata de comunicar a sus discípulos y la reacción con que éstos responden ante el anuncio de que él va a ser entregado en manos de los hombres, que lo han de maltratar e incluso matar. Pero ellos no lo podían entender, y San Pedro le dijo en nombre de todos que eso no podía suceder de ninguna manera, que ellos no lo consentirían...Aquellos hombres opinaron lo mismo que opina cualquiera que no conoce el misterio de la generosidad y de la entrega incondicional de Jesucristo al servicio de la humanidad, por la que está dispuesto incluso a morir. Es lo que hace uno cuando rechaza del Evangelio las verdades que no le agradan, y mantiene teorias que considera más agradables. Actitud la de quien intenta adaptar las doctrinas de la fe a la mentalidad moderna, callando, suavizando o alterando ciertas verdades difíciles de entender como esa de que Jesucristo tiene que padecer y que cualquiera que quiera seguirle, debe negarse a sí mismo, cargar con su cruz y seguirle por el mismo camino que va El.
 
También pensaron de distinta manera a lo que pensaba El, cuando les dijo que iba a fundar una iglesia, es decir , una agrupación de discípulos suyos, que se extendería por todo el mundo. Sus apóstoles empiezan a discutir entre ellos a quién tendría que corresponder ser el jefe de la Iglesia y cómo distribuirse los distintos cargos. Jesucristo iba observando sus reacciones y adivinando lo que pensaban. Y al llegar al pueblo de Cafarnaún les explicó cómo estaban muy equivocados porque El había venido a fundar un reino en el que las relaciones humanas fueran nuevas por completo, unas relaciones fraternales, fundadas en el amor. Un reino en el que la primacía, la superioridad, la importancia no se iban a basar en el poder, ni en las influencias, ni en las recomendaciones, ni en las cualidades personales, sino en que “el que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.

Y apeló a su propia autoridad y al testimonio que había dado de ella: “Estoy entre vosotros como el que sirve”. “No he venido a que me sirvais, sino a serviros”, “a dar la vida en rescate por todos×”.- Y por si alguno seguía sin entenderlo, tomó entonces a un niño y abrazándolo dijo a sus discípulos: “El que acoge a un niño, como éste en mi nombre, me acoge a mí”. Jesús se confiesa niño, sin el menor recato. “Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, a mí me recibe”. La pureza, la limpieza de su alma, la ausencia de ambición y egoismo, le constituyen en un niño...Abrazó a un niño, mostrando así gráficamente que la autoridad tiene que fluir por infinitos rios de ternura interior.

   Jesucristo,una vez más, demuestra que quiere un mundo al revés de cómo lo fabrican los hombres. Donde prevalecía la astucia y el orgullo de los engreidos, entronizaría la sencillez y la humildad; donde mandaba la fuerza, ensalzaría la  debilidad ; en un mundo de sesudos ,de resignada sensatez, pediría a los suyos que volvieran a ser como niños, es decir, transparentes, verdaderos, sencillos, bien intencionados, que confien en el poder de la bondad y del espíritu pacífico y entusiasta.

     Les pedirá abiertamente a sus apóstoles que se caractericen por la apertura de espíritu, la sencillez, la primacía del amor, y el sentimiento filial de la vida.

        Esa es la verdad del  Evangelio,que  la Iglesia ha defendido siempre, frente a los criterios de los poderosos, que fundan su autoridad en la fuerza de las armas y en otros criterios materialistas y edonistas.  El cristianismo,  es para los hombres fuertes,que creen y practican la verdad predicada por Jesucristo, y en ella  encuentran su luz y su energía.- El cristiano es fuerte, porque se sabe debil, y porque no cuenta demasiado con sus fuerzas, sino con el poder de Dios, que es omnipotente, y viene siempre en ayuda de nuestra debilidad.




miércoles, 19 de septiembre de 2012










ENTRE TAL PADRE Y TAL HIJO FORZADO HA DE ESTAR EL ESPÍRITU SANTO QUE ENAMORE NUESTRA VOLUNTAD

Aquí Madre Teresa desarrolla el primer aspecto de la oración: orar con Cristo, decir “Padre nuestro” con Jesús- Desde Jesús Hijo, contemplar el misterio del Padre hasta sentirnos hijos con el Hijo.

Teresa no hace teología, no expone el tema de la paternidad divina o de nuestra filiación, sino que lo ora. Estas páginas de la Santa están escritas para ser leidas en oración.

¿A quién””orar; al Padre o a Jesús? La liturgia, que es la expresión perfecta de la oración cristiana, ora al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo. Al leer este capítulo en oración, advertimos que comienza con la palabra al Padre :”Oh Señor mio, cómo parecéis Padre de tal Hijo”. Pasa rápidamente al diálogo con el Hijo: “Oh Hijo de Dios y Señor mío”. Y concluye con la convicción de que el Espíritu Santo está implicado en esas invocaciones.

¡Atención a esto! Teresa primero ora al Padre por el Hijo, a favor de él. Se empeña en despertar o remover sus entrañas de Padre ante el misterio del Hijo hecho hombre y el Cristo místicamente implicado en los avatares de la Iglesia. Y, después, atrae la mirada del Padre hacia nosotros, hijos suyos , y nuestras necesidades e intenciones. La escuchamos:

Padre nuestro, que estás en los cielos.¡Oh Señor mio, cómo parecéis Padre de tal Hijo, y cómo parece vuestro Hijo hijo de tal Padre! ¡Bendito seáis por siempre jamás!. No fuera al fin de la oración  esta merced,Señor, tan grande. En comenzando nos henchís las manos y hacéis tan gran merced, que sería harto bien henchirse el entendimiento para ocupar de manera la voluntad que no pudiese hablar palabra.

¡Oh, qué bien venía aquí, hijas, contemplación perfecta! ¡Oh, con cuanta razón se entraría el alma en síi para poder mejor subir sobre sí misma a que le diese este santo Hijo a entender qué cosa es el lugar a donde dice que está su Padre, que es en los cielos! Salgamos de la tierra, hijas mías, que tal merced como ésta no es razón se tenga en tan poco, que después que entendamos  cuán grande es, nos quedemos en la tierra.

¡Oh Hijo de Dios y Señor mío! ¿Cómo dais tanto junto  a la primera palabra? Buen Padre teneis, que os da el buen Jesús. Procurad, hijas mías, ser tales que merezcáis regalaros con él  y echaros en sus brazos. Ya sabeis que no os echará de sí si sois buenas hijas; pues ¿ quién no procurará no perder tal Padre? Entre tal Hijo y tal Padre forzado ha de estar el Espíritu Santo, que enamore vuestra voluntad y os la ate tan grandísimo amor (CP 27,1-2, 7).

sábado, 15 de septiembre de 2012








PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN EL CIELO

En el capítulo 27 de Camlno santa Teresa hace un comentario personal al Padre Nuestro. La interpretación que hace de esta oración nos parece absolutamente sorprendente.

De repente,Teresa se encara con Jesucristo, diciéndole que es excesivo llamarle a Dios “Padre nuestro”, pues eso le compromete a  Dios a tener que soportarnos a nosotros pecadores como un verdadero padre, que lleva consigo tener que cumplir las obligaciones de un padre. Viene a decirle a Jesucristo que ya es bastante con que él se haya humillado por nosotros y nos soporte como pecadores; que no parece razonable que, no bastándole eso, todavía le comprometa a Dios a que también él se abaje a ser nuestro padre. La escuchamos:

¡Oh Hijo de Dios y Señor mio ¡ cómo dais tanto junto a  la primera palabra! Ya que os humilláis a vos con extremo tan grande en juntaros con nosotros al pedir y haceros hermano de cosa tan baja y miserable ¿ cómo nos dais en nombre de vuestro Padre todo lo que se puede dar, pues queréis que nos tenga por hijos. Que vuestra palabra no puede faltar?

Obligaisle a que la cumpla, que no es pequeña carga, pues, en siendo Padre nos ha de sufrir por graves que sean las ofensas. Si nos tornamos a él, como el hijo pródigo, hanos de perdonar, hanos de consolar en nuestros trabajos, hanos de sustentar como lo ha de hacer un Padre, que forzado ha de ser  mejor que todos los padres del mundo, porque en él no puede haber sino todo bien cumplido, y después de todo esto hacernos partícipes y herederos con vos.

Mirad, Señor mío, que ya que vos con el amor que nos tenéis y con vuestra humildad, no se os ponga nada delante, parece que teneis alguna causa para mirar nuestro provecho; mas mirad que vuestro Padre está en el cielo, es razón que miréis por su honra. Ya que estais vos ofrecido a ser deshonrado por nosotros, dejad a vuestro Padre libre; no le obligéis a tanto por gente tan ruín como yo, que le ha de dar tan malas gracias (CP 27,2-3).

jueves, 13 de septiembre de 2012







DOMINGO 24 B DEL TIEMPO ORDINARIO, 16 DE SEP. 2012

    Jesucristo propuso a sus apóstoles,en el pueblo de Cesarea, una pregunta precisa:¿ Quién dicen los hombres que soy yo ¿.- Pero a Jesús no le basta la respuesta de lo que habían oido decir. Tenía delante a sus apóstoles, es decir a unos hombres que habían aceptado comprometerse personalmente con él, y por eso quiere saber cuál es su toma de posición personal. Por eso insiste: Y Vosotros ¿ quién decís que soy yo ¿. Y es el apóstol San Pedro quien contesta en nombre de los demás : “Tú eres el Cristo, es decir, el Mesías”.- Es una respuesta que no provenía de su razonamiento humano, sino que le había inspirado el Padre que está en el cielo. Profesó su fe en Jesucristo.Y la fe es un don sobrenatural, que Dios nos inspira a los creyentes. Y esta profesión de fe de San Pedro encierra en sí como en germen la futura confesión de fe de la Iglesia.--- También cada uno de nosotros digámosle a Jesucristo:” Yo creo en Ti, porque Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

 Pero ocurre que el concepto que los apóstoles tenían de Jesucristo como Mesías, no era correcto, era un concepto diferente del verdadero proyecto de Dios. Por eso,  acto seguido, Jesús les anuncia su pasión y de su muerte en una cruz. Lo que les dice Jesús no lo comprenden. Sse escandalizan, protestan porque eso es  algo que les resultaba desconcertante. Les dijo abiertamente que El, como Mesías “ tenía que padecer mucho, tenía que ser condenado por los senadores...ser ejecutado y resucitar al tercer día”...San Pedro le contestó que eso no podía suceder de ninguna manera, que ellos no lo consentirían...

Ellos querían un Mesías que fuera “un hombre divino”, en el sentido de que triunfara imponiendo su poder omnipotente como Dios, y así transformara el mundo inmediatamente. Pero Jesucristo se presenta como el “dios humano”, es decir, como siervo de Dios, que trastorna las expectativas de la gente siguiendo el camino de la humildad y del sufrimiento

Veamos en esta reacción de San Pedro una actitud en la que todos  caemos con frecuencia. Pero Jesucristo fue contundente con San Pedro:”Apártate de mi vista..¡Tú piensas como los hombres, nó como Dios”. No me señales tú el camino; yo tomo mi camino y tú debes ponerte detrás de mí, y seguirme… Y después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo:”El que quiera  venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga, porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará”. Es la ley exigente del seguimiento: hay que saber renunciar, si es necesario, a lo que se oponga a los mandamientos de Dios, y al Evangelio, para salvar los verdaderos valores, para salvar el alma, para salvar la presencia de Dios y su influencia en el mundo.- Aprendamos también nosotros hoy de esas conversaciones de Jesucristo con San Pedro, que constituyen un gran consuelo y una gran enseñanza para nosotros. También nosotros tenemos deseo de Dios, también nosotros queremos ser generosos, pero también nosotros esperamos que Dios actúe con fuerza en el mundo y transforme inmediatamente el mundo según nuestras ideas, según las necesidades que vemos nosotros. Dios elige otro camino. Dios elige el camino de la transformación de los corazones con el amor, el sufrimiento y la humildad. Y nosotros, como los apóstoles, tenemos que convertirnos siempre de nuevo. Debemos seguir a Jesús, y nó ponernos por delante. Es él quien nos muestra el camino., y   t e dice a ti y me dice a mí: sígueme. Y debemos tener la valentía y la humildad de seguir a Jesucristo, porque él es el camino, la verdad y la vida.  Ya lo dijo nuestra santa: la medida para  llevar la cruz, más grande o más pequeña la da el amor. Cuanto mas grande sea el amor más facil nos resultará llevar la cruz de cada día.
    Danos Señor una fe fuerte. Mirando a Cristo en la cruz, buscamos en El fuerza y espíritu, y que nunca decaiga en nosotros el gozo y la paz por mantenernos firmes a las enseñanzas del Evangelio, tal y como lo proclama la Iglesia.




miércoles, 12 de septiembre de 2012







JUNTOS ANDEMOS, SEÑOR

En las páginas anteriores Madre Teresa de Jesús nos ha enseñado que, al hacer oración, prestemos atención a Jesucristo, haciéndole presente con amor, mirándole con los ojos del alma, oyéndole y hablándole como amigo.

Y sale al paso de una objeción que a cualquiera podría ocurrírsele: si hubiéramos estado allí, viéndole llevar la cruz, oyendo las injurias que le hacían, ciertamente hubiéramos salido a su encuentro, para consolarle. Pero ahora, representándole con la imaginación, no tiene el mismo valor querer consolarle. Santa Teresa contesta de una manera contundente: si ahora no sois capaz de dedicarle unas palabras, no teniendo a nadie en contra y sin ningún riesgo por vuestra parte, ¡mucho menos hubierais sido capaces de acercaros a él entonces, expuestas a ser perseguidas físicamente!

Y de pronto, Madre Teresa prorrumpe en una oración, haciéndola realmente tal y como nos la pintado doctrinalmente. Nos enseña a orar orando ella misma a nuestra vista. La escuchamos viéndola rezar:

¡Oh Señor del mundo, verdadero Esposo mio!. ¿tan necesitado estais, Señor mio y bien mio, que quereis admitir una pobre compañía como la mía, y veo en vuestro semblante que os habeis consolado conmigo?. Pues, ¿ cómo, Señor, es posible que os dejan solo los ángeles, y que aun no os consuela vuestro Padre? Si es así, Señor, que todo lo queréis pasar por mi, ¿ qué es esto que yo paso por vos?, ¿ de qué me quejo?.

Que ya he vergüenza de que os he visto tal, que quiero pasar, Señor, todos los trabajos que me vinieren y tenerlos por gran bien por imitaros en algo. Juntos andemos, Señor; por donde fuereis, tengo de ir; por donde pasareis, tengo de pasar.

Direis, hermanas, que cómo se podrá hacer esto, que si le vierais con los ojos del cuerpo el tiempo que su Majestad andaba en el mundo, que lo hicierais de buena gana y le mirarais siempre. No lo creais. Que quien ahora no se quiere hacer un poquito de fuerza a recoger siquiera la vista para mirar dentro de sí a este Señor ( que lo puede hacer sin peligro) muy menos se pusiera al pie de la cruz con la Magdalena, que veía la muerte al ojo. Mas, ¡qué debía pasar la gloriosa Virgen y esta bendita santa! ¡Qé de amenazas, qué de malas palabras y qué de encontrones, y qué descomedidas! Por cierto, que debía ser terrible cosa lo que pasaron, sino que con otro dolor mayor, no sentirían el suyo (CP 26, 6-8).

sábado, 8 de septiembre de 2012







NO ESTÁ AGUARDANDO OTRA COSA SINO QUE ME MIREMOS

Santa Teresa nos educa en la mirada del alma y a la escucha de la palabra del Señor. Y lo hace valiéndose de imágenes muy apropiadas. Usa la hermosa imagen de la mujer casada y enamorada, que se identifica con el talante de su esposo, para agradarle. Y la imagen del Maestro amigo, gozoso de acoger y comunicarse con su discípulo amigo.

Al mirar a Cristo, “como quisiéreis le hallaréis”, unas veces alegre, otras triste, gozoso o sufriente. Yen la línea de la condescendencia del Amigo, es Él quien se hace el siervo, para tratar al amigo como señor. La escuchamos:

Miremos a Cristo; y como le quisiéreis, le hallaréis. Así como dicen ha de hacer la mujer para ser bien casada con su marido, que si está triste se ha de mostrar ella triste, y si está alegre, aunque nunca lo esté, alegre.  Esto con verdad, sin fingimiento, hace el Señor con nosotros; que él se hace el sujeto, y quiere que seáis vos la señora, y andar él a vuestra voluntad.

Si estáis alegre, miradle resucitado; que sólo imaginar cómo salió del sepulcro, os alegrará. Mas, ¡con qué claridad, y con qué hermosura, con qué majestad, qué victorioso, qué alegre!. Si estáis con trabajos o triste, miradle camino del huerto;¡ qué aflicción tan grande llevaba en su alma!; pues con ser el mismo sufrimiento la dice y se queja de ella. O miradle atado a la columna, lleno de dolores, todas sus carns hechas pedazos por lo mucho que os ama…,sin nadie que vuelva por él, helado de frio, puesto en tanta soledad, que el uno con el otro os podéis consolar.  Miraros ha él con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores por consolar los vuestros, sólo porque os vais vos con él a consolar y volváis la cabeza a mirarle.

No sólo queráis mirarle, sino que os holguéis de hablar con él, no con oraciones compuestas, sino de la pena de vuestro corazón. Que las tiene él en muy mucho (CP 26, 4-6).

jueves, 6 de septiembre de 2012



DOMINGO 23 B DEL TIEMPO ORDINARIO, 9 de septiembre 2012

            El profeta Isaias nos da una consigna muy valiosa para la vida:”Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios..”. Todos nos sentimos débiles,necesitados de ayuda y protección. La confianza en Dios nos hace fuertes. Cuando estás débil no puedes confiar en ti mismo,y es entonces cuando surge la oportunidad de que te dirijas a Dios, y quieras apoyarte en El. San Pablo escribió: “ Mi fuerza se demuestra en la debilidad, por tanto con sumo gusto presumo de mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo; pues cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte”.- Santa Teresa, sintiéndose mujer débil,a veces enferma, confió en el poder de Dios, y en esa confianza adquirió una fortaleza de espíritu y de voluntad enormes. Por eso soportó sus enfermedades y todos los sacrificios por los que pasó en este convento de la Encarnación y  la fundación de otros de norte a sur de la península, con una entereza y alegría que causaba el asombro de  todos. Por eso con toda razón podía decir: estas casas no las han hecho los hombres, sino el poder de Dios. “ Mi fuerza y mi poder es el Señor”, repetía. “Dios me dió muchas gracias de fortaleza”. “La oración y el sacrificio por Dios constituyen toda mi fuerza”.  De la misma manera que la vida de un niño se apoya en el amor y en la protección de sus padres, así nosotros estamos en el mundo sostenidos, guiados, protegidos por el amor irrevocable de Dios que es nuestro verdadero Padre, y un Padre mejor que todos los padres del mundo.

   “ Sed fuertes, no temáis.Mirad a vuestro Dios”...Mirad a Dios, pensando que Dios nos mira . Nosotros buscamos mirarle con los ojos del corazón, porque buscamos encontrarnos con su mirada. Los cristianos de todos los tiempos han tenido conciencia de andar con Dios, de verse acompañados por Dios por los caminos de la vida. Es esta una convicción común en la Iglesia, y por eso decimos vulgarmente: ¡”Anda con Dios!. ¡Vete con Dios”. ¡Se lo llevó Dios!”.- Cuando rezamos los salmos, muchos versículos nos hacen bendecir a Dios porque  hace resplandecer su rostro sobre nosotros... Nos enseñan que “en El vivimos, nos movemos y existimos”... Si Dios cuida de los pájaros del campo, con más razón cuida de nuestra vida, porque somos criaturas suyas y, por el bautismo y la fe nos vemos hijos de Dios. Nuestra vida, nuestros trabajos, nuestros gozos y nuestras penas...no pasan desapecibidos para Dios. Más. Cada uno de nosotros somos amados por Dios,  tenemos mucha importancia para Dios.
      Santa Teresa experimentó  esa presencia de Dios en su vida. Se veía habitada por El. Dejó escrito esta reflexión: “ Mira a Dios dentro de ti, y déjate mirar por El¸ y no te extrañes de tener tal huesped. Háblale como a Padre, pídele como a Padre, cuéntale tus trabajos y pídele remedios para ello”..
      ¡Sed fuertes, no temais. Mirad a vuestro Dios...que viene en persona. El os salvará!.
Dios es mi auxilio. El Señor sostiene mi vida.

     

lunes, 3 de septiembre de 2012






REPRESENTAD AL MISMO SEÑOR JUNTO CON VOS

En el capítulo 26 de Camino santa Teresa de Jesús nos enseña cómo podemos recoger el pensamiento para interiorizar la oración.

La Santa nos dice que lo principal para recoger el pensamiento en la oración es centrar la mirada en Cristo. Lo mejor para recogerse es acoger a Cristo, y prestar atención a su presencia, a su compañía. Porque la oración cristiana es cosa de dos, trato de amistad de dos amigos. Es un acto absolutamente relacional y dialogal, delicado engranaje de escucha y palabra.

Por eso, la pieza fundamental es que el orante no se encuentre sólo consigo mismo para zambullirse en sus propios pensamientos, sino que “tenga compañía”. Y aquí la Santa no se refiere a la compañía del grupo de orantes, sino a la compañía de Cristo. En la oración lo primero es actualizar la fe en su presencia. Esa presencia real y envolvente que arropa y traspasa mi vida, pero que  necesita de mi parte una neta toma de conciencia que pase mi fe teologal al tejido psicológico de mi vida, pensamientos, sentimientos. Que sea, además, presencia amiga: “No estéis sin tan buen amigo al lado”. La escuchamos:

Ahora tornemos a nuestra oración vocal para que se rece de manera que sin entendernos, nos lo dé Dios todo junto, rezar como es razón- Procurad luego, hija, pues estáis sola, tener compañía. Pues, ¿qué mejor que la del mismo Maestro que enseñó la oración que vais a rezar?

Representad al mismo Señor junto con vos, y mirad con qué amor y humildad os está enseñando, y creedme, mientras pudiéreis, no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a tenerle cabe vos, y Él ve que lo haceis con amor, y que andais procurando contentarle, no le podréis, como dicen, echar de vos. No os faltará para siembre. Os ha de ayudar en todos vuestros trabajos. Tenerle heis en todas partes. ¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?

No os pido ahora que penséis en él, ni que  saquéis muchos conceptos, ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis. Pues, ¿quién os quita volver los ojos del alma a este Señor? Pues podéis mirar cosas mmuy apropiadas.. Se vale de la hermosa imagen de la mujer casada y enamoradauy feas, ¿ y no podréis mirar la cosa más hermosa que se puede imaginar? Pues nunca, hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras. Mirad  que no está aguardando otra cosa, como dice la esposa, sino que le miremos. Tiene en tanto que le volvamos a mirar, que no quedará por diligencia suya (CP 26, 1-3).

sábado, 1 de septiembre de 2012






LO MUCHO QUE GANA UN ALMA QUE REZA CON PERFECCIÓN VOCALMENTE.

En el capítulo 25 de Camino Madre Teresa nos explica que hay que distinguir tres clases de oración, las tres igualmente válidas, en las que cada una puede estar a la vez enlazada con la otra: oración vocal, oración mental, y oración contemplativa.

Oración “vocal” es recitar las palabras ya compuestas, como rezar el Paternoster, Avemaría y Credo. Pero no hay oración rezada de solas palabras: porque “palabras” sin interioridad…”mirad qué mala música hará”.

Oración “mental” es, ante todo, “entender qué hablamos, y con quien hablamos, y quién somos los que osamos hablar…,y lo poco que hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir”.

Oración “contemplativa” es oración por iniciativa de Dios en el orante.La escuchamos:

“Y porque no penséis se saca poca ganancia de rezar vocalmente con perfección, os digo que es muy posible que estando rezando el paternóster, que es obra suya, sobre nuestro natural, os ponga el Señor en contemplación perfecta, o rezando otra oración vocal; que por estas vías muestra su Majestad que oye al que le habla, y le habla su grandeza, suspendiéndole el entendimiento y atajándole el pensamiento y tomándole, como dicen, la palabra de la boca”.

“Gozan sin entender cómo gozan, está el alma abrasándose en amor, y no entiende cómo ama; conoce que goza lo que ama, y no sabe cómo lo goza; bien entiende que no es gozo que alcanza el entendimiento a desearle; abrázale la voluntad sin entender cómo; mas, en pudiendo entender algo, ve que no es este bien que se puede merecer con todos los trabajos que se pasasen juntos por ganarle en la tierra. Es don del Señor, que, en fin, da como quien es. ´Esta, hijas, es contemplación perfecta”-

“La diferencia que hay de ella a la oración mental, es ésta : es pensar y entender qué hablamos, y con quien hablamos y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor. En la vocal y en la mental podemos algo nosotras, con el favor de Dios. En la contemplación que ahora dije, ninguna cosa; Su Majestad es el que todo lo hace”(CP 25, 1-3).