viernes, 29 de noviembre de 2013


LAS MORADAS o CASTILLO INTERIOR(4)

 

La Santa se encuentra a fines de mayo de 1577 con el padre Gracián. Los dos conversan en el locutorio del carmelo de Toledo. El va de prisa, de Andalucía a Madrid, convocado por el Nuncio. Ella está cumpliendo la orden de reclusión, impuesta por el Capítulo General de la Orden. Un retazo de la conversación nos llega directamente, de la pluma de Gracián:

"Lo que pasa acerca del libro de las Moradas es que, siendo yo su Prelado y tratando una vez en Toledo muchas cosas de su espíritu, ella me decía: ¡Oh qué bien escrito está ese punto en el libro de mi Vida que está en la Inquisición! “

“Yo le dixe: Pues que no lo podemos haber, haga memoria de lo que se le acordare y de otras cosas, y escriba otro libro, y diga la doctrina en común, sin que nombre a quien le haya sucedido aquello que allí dixere”.

“Y así le mandé que escribiese este libro de las Moradas, diciéndole para más la persuadir que lo tratase también con el Doctor Velázquez, que la confesaba algunas veces. Y se lo mandó" .

Años más tarde, Gracián mismo completa el informe:

"Persuadíale yo estando en Toledo a la madre Teresa de Jesús con mucha importunación que escribiese el libro que después escribió que se llama de Las Moradas. Ella me respondía la misma razón que he dicho, y la dice muchas veces en sus libros, casi con estas palabras:

¿Para qué quieren que escriba? Escriban los letrados, que han estudiado, que yo soy una tonta y no sabré lo que me digo: pondré un vocablo por otro, con que haré daño”.

Proyecto modestísimo, que será desbordado desde el primer capítulo del libro.

martes, 26 de noviembre de 2013

domingo, 24 de noviembre de 2013


i                                         ADVIENTO I- DOMINGO  DIA 1 DICIEMBRE
 
Con este domingo primero de Adviento, la iglesia nos invita a  prepararnos para la Navidad. La Navidad en la que celebraremos un año más el acontecimiento central de la historia de la humanidad:  el nacimiento del Hijo de Dios en Belén, nuestro Señor Jesucristo, nuestro salvador.-
 Jesucristo no es cosa del pasado: siempre es alguien presente y alguien futuro. Está con nosotros, pero siempre viene a nuestro encuentro. Camina a nuestro lado, pero siempre es inalcanzable. Jesucristo siempre es mucho más, por eso nos cautiva y nos atrae. Por eso el tiempo de Adviento nos invita a renovar la ilusión mirando al futuro, superarnos, a saber esperar y desear. Y a repetir incesantemente la oración del Adviento: “Ven, Señor Jesús”.  La salvación nos viene de Dios. Con ese deseo caminamos hacia la Navidad, porque en ella  esperamos de nuevo encontrarnos con nuestro Dios y salvador.-

 Para ese encuentro, tenemos que preparar nuestra morada interior, limpiarla de impurezas, quitar estorbos, adorlarla y perfumarla con flores de virtudes y aromas del Espíritu. Virtudes como la esperanza, el amor, la humildad, la vigilancia, limpieza espiritual.

Adviento significa “venida”. Es muy importante en nuestras vidas esperar en Dios, en alguien que viene a salvarnos, alguien que no es uno cualquiera, es el Enmanuel, el Dios con nosotros. Alguien que nos ofrece luz y sentido para nuestra existencia.-  Lo peor que puede ocurrirnos es vivir como insensibles al bien, como ciegos, embotados, sin ilusiones ni esperanzas. El Señor nos previene en el Evangelio : “Velad.¡ Vigilad!”. No vivamos dormidos.No se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y os hagáis insensibles a la verdad”.. Estad siempre despiertos, vigilantes..” El Adviento es anhelar: no podemos conformarnos con la rutina y  la mediocridad. Nuestra capacidad es grande, ilimitada.. Adviento es esperar: esperar es trabajar para que nuestros deseos se realicen. Esperar es poner en movimiento todas las capacidades personales al futuro. Y  porque lo que deseamos y esperamos nos sobrepasa, por eso necesitamos orar, suplicar a Dios: Ven Señor, venga a nosotros tu reino, Señor. ..Sólo Dios tiene palabras de vida eterna.  Sólo Jesucristo es el camino, la verdad y la vida Lo dijo claramente:” Yo soy el camino, la verdad  y la vida”.

 Caminamos al encuentro con Dios, a la unión de amor con Dios. Y cómo se verifica esta su llegada a nosotros y éste nuestro recibimiento : mediante la fe.- Señor, en este tiempo de adviento, auméntanos la fe. ..- Esta adhesión vital al Dios encarnado en Jesucristo, que llamamos fe, tiene grados: puede ser una fe inerte y pasiva, puede ser dudosa, puede estar fatigada, o casi muerta...Danos, Señor, una fe viva, personal, auténtica, eficaz, plena. El encuentro con Cristo se realiza en un “sí” a su palabra, a su evangelio, a sus mandamientos, aceptándole como Maestro,, como salvador, tal y como él mismo se ha definido, y como nosotros en la Navidad queremos reconocerlo y en cierta medida experimentarlo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”

Escuchemos de nuevo lo que nos dice el Apostol San Pablo en la carta que antes hemos escuchado: “ Que el Señor os fortalezca interiormente, para que cuando el Señor vuelva os presenteis santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre. Proceded para agradar a Dios.Pensad en la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por El habeis sido enriquecidos en todo : en el hablar y en el saber...Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro.¡ Y él es fiel ! “- A cuantos lo aceptan , lo reciben , los asocia a sí mismo, los da el poder de llegar a ser hijos de Dios.

Como nos recuerda la primera lectura: Dios es nuestro Padre; nosotros somos como la arcilla en manos del alfarero. El es el alfarero; y si nos ponemos en sus manos y nos dejamos moldear por El, seremos obra perfecta salida de sus manos. Si prescindimos de El, seremos unos cacharros rotos e inútiles


 

LAS MORADAS o CASTILLO INTERIOR(3)

 

Teresa empezó a escribir este libro en Toledo a primeros de junio de 1577 y lo terminó en Ávila a últimos de noviembre. Pero no se encerró en su celda para concentrarse y escribir de seguido. Fueron muchas las ocupaciones y problemas que tuvo que solucionaren en esos meses. Propiamente dedicaría a componer su libro mes y medio.

En la celda, sentada en el suelo, sobre un corrcho, coloca el tintero y los folios de papel en un poyete ajustado a una ventana, y sin más medios, escribe Las Moradas,

Moja la pluma de ganso en un tintero casero, que ella misma se había fabricado. La tinta sale de unas raspaduras de hierro en agua, que poco a poco le da el color.

 Así´escribio el Castillo interior o las Moradas. Páginas que reflejan el estadio definitivo de su evolución espiritual, y completa el mensaje de las obras anteriores, Vida y Camino. El relato autobiográfico de Vida tiene ahora en Las Moradas una nueva versión, más sobria y discreta, más poética y teológica, más disfrazada de anonimato.en la vida espiritual, para bogar hacia lo hondo del misterio: la plenitud de la vida cristiana.

 El  proyecto del Castillo empalma con la autobiografía teresiana, que ha escrito en Vida. Vista a distancia de doce años, la Vida resultaba incompleta. Había que reanudar el relato y ultimarlo. O quizás rehacerlo de sana planta con enfoque teológico nuevo.

En posdata a una de sus cartas, escribe la Santa a su hermano Lorenzo el 17.1.77: "Al obispo (de Avila, Don Alvaro, envié a pedir el libro (la Vida), porque quizá se me antojará de acabarle con lo que después me ha dado el Señor, que se podría hacer otro y grande".

El motivo del "antojo" era doble: los últimos doce años habían aportado un caudal de experiencias netamente superior a las historiadas en Vida. Las ha anotado fragmentariamente en las Relaciones. Pero no se trataba sólo de nuevos materiales de construcción. Las vivencias del último quinquenio especialmente a partir del magisterio de fray Juan de la Cruz (1572) habían suministrado una nueva clave de interpretación de todo el arco de su vida. Con visión más unitaria y profunda. Con mejores posibilidades de síntesis teológica,basada en su experiencia.La experiencia es la fuente de este libro.Es una forma de conocer a Dios y darlo a conocer. A través de la experiencia recibida y entendida, Teresa adquiere una certeza subjetiva nueva de Dios que nos comunica en el libro de Las Moradas.

 

jueves, 21 de noviembre de 2013


 

LAS MORADAS o CASTILLO INTERIOR(2)

 Santa Teresa, en el Señor del Castillo reconoce un porte majestuoso, regio.”Su divina Majestad”. Viéndole morar en su interior, Teresa se emociona y queda como inmovilizada. Lo contempla de cerca y se inclina profundamente ante El, su Rey y Señor.Escribe el libro para que sus Descalzas tengan un manual de vida espiritual y de cómo alabar a Dios.
Harta merced me hará nuestro Señor, -escribe-,, si alguna de ellas se aprovechare para alabarle algún poquito más: bien sabe Su Majestad que yo no pretendo otra cosa; y está muy claro que, cuando algo se atinare a decir, entenderán no es mío, pues no hay causa para ello,  habilidad para cosas semejantes, si el Señor por su misericordia no la da”.

Teresa acaba de descubrirnos sus secretos.Ha sido Su Majestad quien le ha mandado escribir este libro. No es ella la autora del libro, sino su Majestad.  “ Estando hoy suplicando al Señor hablase por mí”.Estamos, pues, ante un libro “divino”.


“Por amor de Dios,- decía Teresa a sus amigos-,que me dejen hilar mi rueca, y seguir mi coro y oficios de religión, como las demás hermanas, que no soy para escribir, ni tengo salud ni cabeza para ello”.

Y con esta disposición escribe el libro más profundo y luminoso de vida espiritual.

 

lunes, 18 de noviembre de 2013


DOMINO DE CRISTO REY. DOMINGO 24 NOV.

 

         Según el relato de S. Lucas, Jesús ha agonizado en medio de las burlas y desprecios de quienes lo rodean. Nadie parece haber entendido su vida. Nadie parece haber captado su entrega a los que sufren ni su perdón a los culpables. Nadie ha visto en su rostro la mirada compasiva de Dios. Nadie parece ahora intuir en aquella muerte misterio alguno.

         Las autoridades religiosas se burlan de él con gestos despectivos: ha pretendido salvar a otros; que se salve ahora a sí mismo. Si es el Mesías de Dios, el “Elegido” por él, ya vendrá Dios en su defensa.

         También los soldados se suman a las burlas. Ellos no creen en ningún Enviado de Dios. Se ríen del letrero que Pilatos ha mandado colocar en la cruz: “Este es el rey de los judíos”. Es absurdo que alguien pueda reinar sin poder. Que demuestre su fuerza salvándose a sí mismo.

         Jesús permanece callado, pero no desciende de la cruz. ¿Qué haríamos nosotros si el Enviado de Dios buscara su propia salvación escapando de esa cruz que lo une para siempre a todos los crucificados de la historia? ¿Cómo podríamos creer en un Dios que nos abandonara para siempre a nuestra suerte?

         De pronto, en medio de tantas burlas y desprecios, una sorprendente invocación: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. No es un discípulo ni un seguidor de Jesús. Es un de los dos delincuentes crucificados junto a él. Lucas lo propone como un ejemplo admirable de fe en el Crucificado.

         Este hombre, a punto de morir ajusticiado, sabe que Jesús es un hombre inocente, que no ha hecho más que bien a todos. Intuye en su vida un misterio que a él se le escapa, pero está convencido de que Jesús no va a ser derrotado por la muerte. De su corazón nace una súplica. Solo pide a Jesús que no lo olvide: algo podrá hacer por él.

         Jesús le responde de inmediato: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Ahora están los dos unidos en la angustia y la impotencia, pero Jesús lo acoge como compañero inseparable. Morirán crucificados, pero entrarán juntos en el misterio de Dios.
         En medio de la sociedad descreída de nuestros días, no pocos viven desconcertados. No saben si creen o no creen. Casi sin saberlo, llevan en su corazón una fe pequeña y frágil. A veces, sin saber por qué ni cómo, agobiados por el peso de la vida, invocan a Jesús a su manera. “Jesús, acuérdate de mí” y Jesús los escucha: “Tú estarás siempre conmigo”. Dios tiene sus caminos para encontrarse con cada persona

viernes, 15 de noviembre de 2013





                 LAS MORADAS o CASTILLO INTERIOR(1)

  Nos proponemos , con el favor de Dios, comentar  el libro escrito por Santa Teresa, que tiene por título”Las Moradas o Castillo Interior´.

Este libro es la obra cumbre de Santa Teresa de Jesús. En sus páginas escribe sobre lo que ha ido aprendiendo y experimentando en sus relaciones personales con Jesucristo, el Hijo de Dios. Al descubrir  que su interior es como una casa habitada, o como un  castillo en el que hay varias habitaciones o moradas, en cuyo centro habita el mismo Dios, de repente se emociona con la idea. Las moradas del catillo son inamovibles, pero es Teresa la que va a pasear  por ellas y a invitarnos a nosotros, sus lectores , a pasearnos por ella. Unas veces a solas y otras acompañada por JESUCRISTO EL Hijo de Dios. Y empieza a contarnos lo  que ve y lo que se dicen el uno a la otra

miércoles, 13 de noviembre de 2013


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 La fundación del glorioso San José de Santa Ana en  la ciudad de Burgos. Díjose la primera misa a 8 días del mes de abril, octava de Pascua de  Resurrección, año de 1582.(4)

 

Despues de conseguida la licencia del Arzobispo, había que buscar una casa en propiedad. Para que no hubiera duda, escribe la Santa: “envíame el Provisor una memoria y dice que la licencia no se dará hasta que tengamos casa propia, que ya no quería el Arzobispo fundásemos en la que estábamos, porque era húmeda, y que había mucho ruido en aquella calle; y para la seguridad de la hacienda no sé qué enredos, y otras cosas, como si entonces se comenzara el negocio, y que en esto no había más que hablar, y que la casa había de ser a contento del Arzobispo”·.

En Burgos , las carmelitas primero vivieron en casa de Doña  Catalina, a donde no se les permitió que tuvieran Misa, por lo  que tenían que salir pisando nieve o charcos de agua, a la iglesia más próxima. Luego, unos amigos les proporcionaron alojamiento en el Hospital de la Concepción, donde había Santísimo Sacramento y Misa cada día. “No nos daban sino dos piezas  y una cocina; mas tenía cargo del hospital un gran siervo de Dios, llamado Hernando de Matanza, que nos dio otras dos para locutorio y nos hacía mucha caridad, y él la tiene con todos, que hace mucho por los pobres . También nos la hacía Francisco de Cuevas, que tenía mucha cuenta con este hospital, que es correo mayor de aquí. El ha hecho siempre por nosotras en cuanto se ha ofrecido”.

El Hospital estaba muy lejos de la casa de doña Catalina, pero esta no fallaba en llevarles la comida a diario, y todo lo quen necesitasen.

Llegó el momento de buscar una casa. Vieron varias los amigos, y descartaron una, en la que la Madre puso los ojos. La escuchamos:

“Estuvimos desde la víspera de Santo Matía, que entramos en el hospital, hasta la víspera de San José, tratando de unas y de otras casas . Había tantos inconvenientes, que ninguna era para comprarse de las que querían vender. Habíanme hablado de una de un caballero; ésta había días que la vendía, y con andar tantas Ordenes buscando casa, fue Dios servido que no les pareciese bien, que ahora se espantan todos y aun están bien arrepentidas algunas. A mí me habían dicho de ella unas dos personas; mas eran tantas las que decían mal, que ya, como cosa que no convenía, estaba descuidada de ella”

“Estando un día con el licenciado Aguiar, que he dicho era amigo de nuestro padre , que andaba buscando casa para nosotras con gran cuidado, diciendo cómo había visto algunas y que no se hallaba en todo el lugar ni parecía posible hallarse, a lo que me decían, me acordé de ésta que digo que teníamos ya dejada, y pensé: aunque sea tan mala como dicen, socorrámonos en esta necesidad, después se puede vender; y díjelo al licenciado Aguiar, que si quería hacerme merced de verla”.

“ A él no le pareció mala traza. La casa no la había visto y, con hacer un día bien tempestuoso y áspero, quiso luego ir allá. Estaba un morador en ella, que había poca gana de que se vendiese y no quiso mostrársela; mas en el asiento y lo que pudo ver, le contentó mucho, y así nos determinamos de tratar de comprarla. El caballero cuya era no estaba aquí, mas tenía dado poder para venderla a un clérigo siervo de Dios, a quien Su Majestad puso deseo de vendérnosla y tratar con mucha llaneza con nosotras “

.” Concertóse que la fuese yo a ver. Contentóme en tanto extremo, que si pidieran dos tanto más de lo que entendía nos la darían, se me hiciera barata; y no hacía mucho, porque dos años antes lo daban a su dueño y no la quiso dar. Luego otro día, vino allí el clérigo y el licenciado “”, el cual, como vio con lo que se contentaba, quisiera se atara luego. Yo había dado parte a unos amigos y habíanme dicho que si lo daba que daba quinientos ducados más. Díjeselo, y él parecióle que era barata aunque diesen lo que pedía, y a mí lo mismo, que yo no me detuviera, que me parecía de balde; mas como eran dineros de la Orden, hacíaseme escrúpulo. Esta junta era víspera del glorioso padre San José, antes de misa. Yo los dije que después de misa nos tornásemos a juntar y se determinaría”.

También en esta operación el mismo Dios le aconsejó a Madre Teresa. Y san José las echó una mano. Y todo se solucionó a gusto de las Descalzas.“Nosotras nos fuimos a encomendarlo a Dios, el cual me dijo: ¿En dineros te detienes?, dando a entender nos estaba bien. Las hermanas habían pedido mucho a San José que para su día tuviesen casa, y con no haber pensamiento de que la habría tan presto, se lo cumplió. Todos me importunaron se concluyese. Y así se hizo, que el licenciado se halló un escribano a la puerta  que pareció ordenación del Señor, y vino con él, y me dijo que convenía concluirse, y trajo testigo; y cerrada la puerta de la sala, porque no supiese  (que éste era su miedo), se concluyó la venta con toda firmeza, víspera como he dicho del glorioso San José, por la buena diligencia y entendimiento de este buen amigo”.

El Arzobispo “ vino a ver la  casa, y contentole mucho”.

 

lunes, 11 de noviembre de 2013

domingo, 10 de noviembre de 2013


La fundación del glorioso San José de Santa Ana en  la ciudad de Burgos. Díjose la primera misa a 8 días del mes de abril, octava de Pascua de  Resurrección, año de 1582.(3)

 

Después de un viaje tan agetreado, caladas hasta los huesos, y medio muertas de frio, las esperaba  en esta ciudad de Burgos una santa viuda, llamada Catalina de Tolosa, natural de Vizcaya, que en decir sus virtudes me pudiera alargar mucho, así de penitencia como de oración, de grandes limosnas y caridad, de muy buen entendimiento y valor.

Recibió en su más que confortable casa a la Madre y a siete carmelitas que la acompañaban. Enseguida secaron sus  ropas y zapatillas, cenaron y ocuparon sus camas. La madre propuso que un sacerdote les dije Misa en la capilla de la casa y la sagrada comunión. Pero objetaron que no había licencia del Arzobispo, aunque la Madre pensaba que si había autorizado la fundación, en ella estaría incluido el permiso para la Misa.

¡Y menos mal que no celebraron Misa! “Las descalzas,- según la Madre-, teníamos por cierta la licencia del Arzobispo, que no parecía en qué reparar”.Pero el Arzobispo ni había dado licencia para la fundación, ni la dió hasta que no tuvo más remedio.

Seguimos la crónica de Madre Teresa:”  Luego de mañana fue el padre Provincial a pedir la bendición al Ilustrísimo, que no pensamos había más que hacer. Hallóle tan alterado y enojado de que me había venido sin su licencia, como si no me lo hubiera él mandado ni tratádose cosa en el negocio, y así habló al padre Provincial enojadísimo de mí. Ya que concedió que él había mandado que yo viniese, dijo que yo sola a negociarlo; mas venir con tantas monjas... ¡Dios nos libre de la pena que le dio! Decirle que negociado ya con la ciudad, como él pidió, que no había que negociar más de fundar, y que el obispo de Palencia me había dicho (que le había yo preguntado si sería bien que viniese) (30) que no había para qué, que ya él decía lo que lo deseaba, aprovechaba poco. Ello había pasado así, y fue querer Dios se fundase la casa, y él mismo lo dice después; porque, a hacérselo saber llanamente, dijera que no viniéramos. Con que despidió al padre Provincial, es con que si no había renta y casa propia que en ninguna manera daría la licencia, que bien nos podíamos tornar. ¡Pues bonitos estaban los caminos y hacía el tiempo!·”

Efectívamente le hicieron  caer en la cuenta a Su Ilustrísima de que había dado la licencia requerida delante del Obispo de Pallencia. Pero se defendía alegando que su licencia era para que la Madre, y ella sola, fuese a Burgos a contarle lo que pensaba hacer y que, luego, ya vería lo que conviniese hacer.

Ni la visita personal de la Madre, ni los ruegos de los canónigos y demás autoridades, ni la situación crítica en que se encontraban las ocho monjas, pudieron convencer a su Reverendísima. Fue su amigo el obispo de Palencia quien lo consiguió , pero bajo dos condiciones de tal calibre que bastarían para que la Madre desistiera: adqurir una casa propia y disponer de una renta de varios miles de ducados. La Madre lo aceptó, pues tenía el convencimiento de que cuando el Señor le había enviado a Burgos, estaba segura de que El lo solucionaría. 21. Luego de mañana fue el padre Provincial a pedir la bendición al Ilustrísimo, que no pensamos había más que hacer. Hallóle tan alterado y enojado de que me había venido sin su licencia, como si no me lo hubiera él mandado ni tratádose cosa en el negocio, y así habló al padre Provincial enojadísimo de mí. Ya que concedió que él había mandado que yo viniese, dijo que yo sola a negociarlo; mas venir con tantas monjas... ¡Dios nos libre de la pena que le dio! Decirle que negociado ya con la ciudad, como él pidió, que no había que negociar más de fundar, y que el obispo de Palencia me había dicho (que le había yo preguntado si sería bien que viniese) (30) que no había para qué, que ya él decía lo que lo deseaba, aprovechaba poco. Ello había pasado así, y fue querer Dios se fundase la casa, y él mismo lo dice después; porque, a hacérselo saber llanamente, dijera que no viniéramos. Con que despidió al padre Provincial, es con que si no había renta y casa propia que en ninguna manera daría la licencia, que bien nos podíamos tornar. ¡Pues bonitos estaban los caminos y hacía el tiempo!

 

miércoles, 6 de noviembre de 2013




Domingo 32 C del tiempo ordinario. Dia 10 de nov
     

      Jesús no se dedicó a hablar mucho de la vida eterna. Sin embargo, su vida entera despierta esperanza de la vida eterna. Vive aliviando el sufrimiento y liberando del miedo a la gente. Contagia una confianza total en Dios. Su pasión es hacer la vida más humana y dichosa para todos, tal como la quiere el Padre de todos.

         Solo cuando un grupo de saduceos se le acerca con la idea de ridiculizar la fe en la resurrección, a Jesús le brota de su corazón creyente la convicción que sostiene y alienta su vida entera: Dios “no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos son vivos”.

         Su fe es sencilla. Es verdad que nosotros lloramos a nuestros seres queridos porque, al morir, los hemos perdido aquí en la tierra, pero Jesús no puede ni imaginarse que a Dios se le vayan muriendo esos hijos suyos a los que tanto ama. No puede ser. Dios está compartiendo su vida con ellos porque los ha acogido en su amor insondable.

         El rasgo más preocupante de nuestro tiempo es la crisis de esperanza. Hemos perdido el horizonte de un Futuro último y las pequeñas esperanzas de esta vida no terminan de consolarnos. Este vacío de esperanza está generando en bastantes la pérdida de confianza en la vida. Nada merece la pena. Es fácil entonces el nihilismo total.

         Estos tiempos de desesperanza, ¿no nos están pidiendo a todos, creyentes y no creyentes, hacernos las preguntas más radicales que llevamos dentro? Ese Dios del que muchos dudan, al que bastantes han abandonado y por el que muchos siguen preguntando, ¿no será el fundamento último en el que podemos apoyar nuestra confianza radical en la vida? Al final de todos los caminos, en el fondo de todos nuestros anhelos, en el interior de nuestros interrogantes y luchas, ¿no estará Dios como Misterio último de la salvación que andamos buscando?

         La fe se nos está quedando ahí, arrinconada en algún lugar de nuestro interior, como algo poco importante, que no merece la pena cuidar ya en estos tiempos. ¿Será así? Ciertamente no es fácil creer, y es difícil no creer. Mientras tanto, el misterio último de la vida nos está pidiendo una respuesta lúcida y responsable.

         Esta respuesta es decisión de cada uno. ¿Quiero borrar de mi vida toda esperanza última más allá de la muerte como una falsa ilusión que no nos ayuda a vivir? No.Quiero permanecer abierto al Misterio último de la existencia confiando que ahí encontraremos la respuesta, la acogida y la plenitud que andamos buscando ya desde ahora.

 

martes, 5 de noviembre de 2013




La fundación del glorioso San José de Santa Ana en  la ciudad de Burgos. Díjose la primera misa a 8 días del mes de abril, octava de Pascua de  Resurrección, año de 1582.(2)

 

L

La Santa salió de Avila el 2 de enero,en pleno invierno, camino de Burgos. La descrripción que ella hace del trayecto es absolutamente conmovedora, iban jugándose la vida a cada paso.

 

“Estando pensando esto y muy determinada a no ir, díceme el Señor estas palabras, por donde vi que era ya dada la licencia: No hagas caso de esos fríos, que Yo soy la verdadera calor. El demonio pone todas sus fuerzas por impedir aquella fundación. Ponlas tú de mi parte porque se haga, y no dejes de ir en persona, que se hará gran provecho. Porque ir yo a Burgos con tantas enfermedades, que les son los fríos muy contrarios, siendo tan frío, parecióme que no se sufría, que era temeridad andar tan largo camino, acabada casi de venir de tan áspero como he dicho  en la venida de Soria, ni el padre Provincial me dejaría. Consideraba que iría bien la Priora de Palencia , que estando llano todo, no había ya que hacer.

 Quiso el padre Provincial ir con nosotras a esta fundación Parte debía ser estar entonces desocupado, que había predicado el adviento ya y había de ir a visitar a Soria, que después que se fundó no la había visto y era poco rodeo; y parte por mirar por mi salud en los caminos, por ser el tiempo tan recio y yo tan vieja y enferma, y paréceles les importa algo mi vida. Y fue, cierto, ordenación de Dios, porque los caminos estaban tales, que eran las aguas muchas, que fue bien necesario ir él y sus compañeros para mirar por dónde se iba, y ayudar a sacar los carros de los trampales. En especial desde Palencia a Burgos, que fue harto atrevimiento salir de allí cuando salimos. Verdad es que nuestro Señor me dijo que bien podíamos ir, que no temiese, que El sería con nosotros; aunque esto no lo dije yo al padre Provincial por entonces, mas consolábame a mí en los grandes trabajos y peligros que nos vimos, en especial un paso que hay cerca de Burgos, que llaman unos pontones, y el agua había sido tanta, y lo era muchos ratos, que sobrepujaba sobre estos pontones tanto, que ni se parecían ni se veía por donde ir, sino todo agua, y de una parte y de otra está muy hondo. En fin, es gran temeridad pasar por allí, en especial con carros, que, a trastornar un poco, va todo perdido, y así el uno de ellos se vio en peligro .

 Tomamos una guía en una venta que está antes, que sabían aquel paso; mas, cierto, él es bien peligroso. Pues las posadas, como no se podían andar jornadas a causa de los malos caminos, que era muy ordinario anegarse los carros en el cieno, habían de pasar de unas bestias al otro para sacarles. Gran cosa pasaron los padres que iban allí, porque acertamos a llevar unos carreteros mozos y de poco cuidado. Ir con el padre Provincial lo aliviaba mucho, porque le tenía de todo, y una condición tan apacible, que no parece se le pega trabajo de nada; y así, lo que era mucho lo facilitaba que parecía poco, aunque no los pontones, que no se dejó de temer harto. Porque verse entrar en un mundo de agua, sin camino ni barco, con cuanto nuestro Señor me había esforzado, aún no dejé de temer: ¿qué harían mis compañeras? Ibamos ocho: dos que han de tornar conmigo, y cinco que han de quedar en Burgos: cuatro de coro y una freilacho mención. Yo iba con un mal de garganta bien apretado que me dio camino (27) en llegando a Valladolid, y sin quitárseme calentura. Comer, era el dolor harto grande. Esto me hizo no gozar tanto del gusto de los sucesos de este camino.

sábado, 2 de noviembre de 2013


 Comiénzase a tratar en este capítulo de la fundación del glorioso San José de Santa Ana en  la ciudad de Burgos. Díjose la primera misa a 8 días del mes de abril, octava de Pascua de  Resurrección, año de 1582.(1).

 

La fundación de un convento de carmelitas descalzas en la ciudad de Burgos fue muy deseada por Madre Teresa. Lo dice ella expresamente:

“ Había más de seis años que algunas personas de mucha religión de la Compañía de Jesús, antiguas y de letras y espíritu, me decían que se serviría mucho nuestro Señor de que una casa de esta sagrada Religión estuviese en Burgos, dándome algunas razones para ello que me movían a desearlo. Con los muchos trabajos de la Orden y otras fundaciones, no había habido lugar de procurarlo”.

Fue la última Fundación. Por el año 1580 pasó por Valladolid don Cristotal Vela, que había sido destinado como Arzobispo de Burgos y con él se entrevistó M.Teresa.Le anticipó su deseo de hacer una fundación en Burgos.Y su amigo el obispo de Palencia se lo pidió expresamente” El dijo,- escribe la Fundadora-, que daría la  licencia muy de buena gana para fundar un monasterio...porque él conocía lo que se  servía en ellos nuestro Señor...Así me dijo el obispo que por la licencia no quedase. Que el se había holgado mucho de ello. Y como no traía el concilio que se dé por escrito, sino que sea con su voluntad, ello se podía entener por dada”.

En Burgos había una señora, Catalina de Tolosa, vizcaina, de 43 años de edad, viuda de un mercader burgalés, de quien tuvo nueve hijos, seis niñas y tres varones.La piadosa viuda organizó su casa como si fuese un convento.Las hijas rezaban con ella el oficio divino, y hacían sus horas de oración y ejercicios de penitencia. Confesaban con los jesuitas.Informada de los conventos que fundaba M. Teresa, se inclinaron todas a tomar ese modo de vida.Le pidieron que fundase en Burgos. Pero como se retrasaba, las dos hijas mayores pidieron ser admitidas en el convento de Valladolid, y las otras dos fueron admitidas en el de Palencia.

Cuando Catalina de Tolosa pasó por Palencia, la Madre le encargó buscase una casa alquilada para tomar  la posesión, y fundar en ella su convento de descalzas.

 Pero ,- dice la Madre-, pareció que era mejor hacer primero lo de Palencia, como estaba más cerca y por ser el tiempo tan recio y Burgos tan frío, y por dar contento al buen obispo de Palencia. Y así se hizo como queda dicho. Y como estando allí se ofreció la fundación de Soria, pareció, pues allí se estaba todo hecho, que era mejor ir primero y desde allí a Soria”.

La fundación del glorioso San José de Santa Ana en  la ciudad de  Burgos se complicó más de lo esperado. Lo más dificil fue obtener la licencia por escrito  del Arzobispo, aunque la había dado ya de palabra.