martes, 30 de octubre de 2012









HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO

Santa Teresa dedica el capítulo 32 de Camino a glosar esta petición del Padre Nuestro.Para ella decirle a Dios “hágase tu voluntad” no es una oración cualquiera. Es una palabra que marca uno de los hitos cimeros de la oración cristiana. Equivale a  darle a Dios carta blanca para que programe y realice mi vida.

Para Teresa, cuando uno reza el Padre Nuestro lo hace en comunión con el Maestro que nos la enseñó. Jesús se solidariza con el orante. Cuando el orante hace el don de sí en la oferta de su voluntad, Jesús está de por medio, se la ofrece por nosotros al Padre, hace de embajador nuestro, suple y robustece nuestras cobardías y deficiencias. Ha sido Jesús quien previamente ha pedido el “reino” para nosotros, porque sin recibir antes  su reino, seríamos incapaces de pedir que se haga su voluntad. El ofrece también nuestra voluntad cuando nosotros la ofrecemos. La escuchamos:

Ahora que nuestro Maestro nos ha pedido y enseñado a pedir cosa de tanto valor, que encierra en sí todas las cosas que acá podemos desear, y nos ha hecho tan gran merced como hacernos hermanos suyos, veamos qué quiere que demos a su Padre, y le ofrece por nosotros, y qué es lo que nos pide. ¡Oh buen Jesús! Que tampoco dais poco de nuestra parte (como pedís para nosotros); dejado que ello en sí es nonada para  adonde tanto se debe y para tan gran Señor; mas, cierto, Señor mio, que no nos dejais con nada y que damos todo lo que podemos si lo damos como lo decimos.

“Sea hecha tu voluntad; y como sea hecha en el cielo, así se haga en la tierra”. Bien hicisteis, nuestro buen Maestro, de pedir la petición pasada, para que podamos cumplir lo que dais por nosotros; porque, cierto, Señor, si así no fuera, imposible me parece.  Mas haciendo vuestro Padre lo que vos le pedís de darnos acá su reino, yo sé que os sacaremos verdaderamente en dar lo que dais por nosotros; porque hecha la tierra cielo, será posible hacerse en mí vuestra voluntad (CP 32, 1-2)

lunes, 29 de octubre de 2012

     

DOMINGO 31 DEL TIEMPO ORDINARIO. 4 NOV.

LO IMPORTANTE ES EL AMOR

            Un escriba se acerca a Jesús. No viene a tenderle una trampa. Tampoco a discutir con él. Su vida está fundamentada en leyes y normas que le indican cómo comportarse en cada momento. Sin embargo, en su corazón se ha despertado una pregunta: "¿Qué mandamiento es el primero de todos?" ¿Qué es lo más importante para acertar en la vida?
         Jesús entiende muy bien lo que siente aquel hombre. En la religión judaica se habían ido acumulando normas y preceptos, costumbres y ritos, por lo que a los escribas les era fácil vivir dispersos, sin saber exactamente qué es lo fundamental para orientar la vida de manera sana.
         Jesús no le cita los mandamientos de Moisés. Sencillamente, le recuerda la oración que esa misma mañana han pronunciado los dos al salir el sol, siguiendo la costumbre judía: "Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón".
         Lo primero es“Escuchar”. Escucha al Señor nuestro Dios. Jesús le coloca ante un Dios cuya voz hemos de escuchar en el interior del  alma. Eso es lo importante. Lo decisivo es detenernos a escuchar a ese Dios que nos habla sin pronunciar palabras humanas.
         Cuando escuchamos al verdadero Dios, se despierta en nosotros una atracción hacia el amor. Dios nos ama, y nos atrae a qaue le correspondamos con amor. Es lo que brota en nosotros al abrirnos al Misterio último de la vida: "Amarás". En esta experiencia, no hay intermediarios. Dios nos habla al corazón. No necesitamos que nadie nos lo diga desde fuera. Sabemos que lo importante es amar.
         Este amor a Dios no es un sentimiento ni una emoción. Amar al que es la fuente y el origen de la vida es vivir amando la vida, la creación, las cosas y, sobre todo, a las personas. Jesús habla de amar "con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser". Sin mediocridad ni cálculos interesados. De manera generosa y confiada.
         Jesús añade, todavía, algo que el escriba no ha preguntado. Este amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. Sólo se puede amar a Dios amando al hermano. De lo contrario, el amor a Dios es mentira. ¿Cómo vamos a amar al Padre sin amar a sus hijos e hijas?

viernes, 26 de octubre de 2012




ORACIÓN DE QUIETUD, UN CONTENTO QUIETO Y GRANDE DE LA VOLUNTAD

Santa Teresa pasa por los distintos grados de oración hasta llegar a la unión con Dios. La oración es vida y se desarrolla gradualmente a la vez que crece la vida cristiana: comienza con la oración vocal, pasa por la interiorización a través de la meditación y el recogimiento, hasta alcanzar la unión de amor con Cristo y con la Santísima Trinidad.

Esa profundización gradual de la relación con Dios envuelve toda la vida.Y a Teresa Dios le concedió verse llena del inefable gozo del Espíritu al estar unida su voluntad con la voluntad de Dios en unión de amor. Dios le da el alimento, y se lo infunde directamente en el interior, sin que ella  necesite siquiera tragarlo.La escuchamos:

En esto diferencia esta oración, de cuando está toda el alma unida con Dios; porque entonces aun sólo este tragar en mantenimiento no hace; dentro de sí, sin entender cómo, le pone el Señor.

Quien la atormenta es el entendimiento; lo que no hace cuando es unión de todas tres potencias (memoria, entendimiento y voluntad) porque las suspende el que las crió, porque, con el gozo que da, todas las ocupa sin saber ellas cómo, ni poderlo entender.

Así que, como digo, en sintiendo en sí esta oración, que es un contento quieto y grande de la voluntad ( diferentísimo de los contentos de acá y que no bastaría señorear el mundo con todos los contentos de él para sentir en sí el alma aquella satisfacción), que es en lo interior de la voluntad, que otros contentos de la vida paréceme a mí que los goza lo exterior de la voluntad, como la corteza de ella,digamos.

Pues cuando se viere en este tan subido grado de oración, que es muy conocidamente sobrenatural, si el entendimiento o pensamiento se fuere a los mayores desatinos del mundo, ríase de él, y déjele para necio, y estése en su quietud, que él irá y vendrá; que aquí es señora y poderosa la voluntad, ella se le traerá sin que os ocupéis (CP 31,10).

jueves, 25 de octubre de 2012


Domingo 30 B del tiempo ordinario.- Dia 28 oct.

   Jesucristo  hizo un milagro curando a un ciego, que le gritó al pasar cerca de él:” Hijo de David, ten compasión de mí”. Jesús cura enfermos, sana de sus males a todos los que se lo piden, y es capaz de anunciar el mensaje de salvación y el reino de llos cielos a través de estas señales. Con estos milagros no sólo recupera la salud y la felicidad de los sanados, sino que demuestra el poder de sus palabras y de sus obras, y que la autoridad con la que realiza estas curaciones viene directamente de Dios. La sanación de este hombre llamado Timoteo, de su ceguera a la salida del pueblo de Jericó es el resultado de una súplica que el mismo Timoteo formula. El llama a Jesús y reclama su atención para que se fije en él y en su enfermedad y, de esta forma pueda curarlo a través de la fe. El ciego Timoteo hace todo lo posible para llamar la atención, conseguir que Jesús se fije en él y hacer que en medio de la multitud su voz sea oida. A fin de cuentas, entendemos que la petición y súplica que hace el ciego de Jericó es lo mismo que la petición que hacemos nosotros a través de la oración. Este Evangelio al relatar el acontecimiento de la curación del ciego, en el fondo nos está recordando la importancia de la petición, de la oración, de la súplica a Dios para que nos libere de todo mal.- Es necesaria la oración, la súplica a Dios, sentida, sincera, hecha desde lo profundo de nuestro corazón, y con toda la fe y confianza  en que Dios es una Padre que quiere lo mejor para sus hijos.-  Hay que reconocerse uno necesitado de Dios. El ciego pide lo que verdaderamente necesita.Sólo el que reconoce su propia ceguera comprende lo que es la luz de la fe, la luz de la eternidad. Eso es lo que hace que uno invoque de corazón y con todas las expresiones de su alma:”   Señor, ten compasión de mí”.-

 Jesucristo le pregunta¿ Qué quieres que haga por ti” ¿. No le exige nada a cambio. Nosotros huimos de la oración porque pensamos que el Señor nos va a exigir algo a cambio de que nos dé lo que le pidamos. Eso es señal de que nuestra relación con Dios está enturbiada por el miedo. Este ciego nos enseña la confianza absoluta en Dios, su plena confianza en el poder de Dios. Y a él, como a nosotros, el Señor, en primer lugar nos ofrece su ayuda. Jesucristo le cura no sólo de su ceguera física, sino también de la ceguera del alma. Jesucristo manifiesta el amor y la solidaridad de Dios para con el hombre, en sus oscuridades, en sus dolores y en las injusticias que sufre .- Jesucristo siempre está dispuesto a actuar en nuestra vida para concedernos lo que nos es  más conveniente. El conoce mejor que nosotros cuales son nuestras verdaderas  necesidades.

de

lunes, 22 de octubre de 2012





EN ESTA ORACIÓN DE QUIETUD HACE DIOS MERCEDES MUY DIFICULTOSAS DE ENTENDER

Madre Teresa nos describe extensamente alguna de las mercedes que Dios le hizo, cuando le pidió “venga en nosotros tu reino”. Sin esperarlo, se ve inmersa en un estado sublime e indescriptible, que le dura días enteros. Se me metida en el “reino” de Dios. Nos previene que no vamos a entender lo que a ella le pasa, sino hemos tenido nosotros una “gran experiencia” como la suya.

Describe que la voluntad queda como absorbida por Dios, hasta tal punto que el entendimiento puede estar ocupado en las cosas materiales que debe hacer la persona durante el día, mientras la voluntad está concentrada en purísima contemplación de Dios. Situación en la que nadie puede entrar por mucho que se empeñe, porque eso sólo Dios lo da a quien quiere. Descubramos la experiencia de Dios que le regaló a nuestra Santa:

“Algunas veces, en esta oración de quietud, hace Dios una merced muy dificultosa de entender, si no hay gran experiencia, mas si hay alguna, luego lo entenderéis la que la tuviere, y os ha de dar mucha consolación saber qué es. Cuando es grande y por mucho tiempo esta quietud, me parece a mí que, si la voluntad no estuviese asida a algo, que no podría durar tanto en aquella paz; porque acaece andar un día o dos, que nos vemos con esta satisfacción y no nos entendemos, y verdaderamente ven que no están enteros en lo que hacen, sino que les falta lo mejor que es la voluntad, que  -a  mi parecer- está unida con su Dios, y deja las otras potencias libres para que entiendan en cosas de su servicio.

Es gran merced ésta a quien el Señor la hace, porque vida activa y contemplativa es junta.Yo sé de una persona que la ponía el Señor aquí muchas veces, y no se sabía entender, y lo preguntó a un gran contemplativo, y dijo que era muy posible, que a él también le acaecía. Así que pienso que, pues el alma está tan satisfecha en esta oración de quietud, que lo más continuo debe estar esta potencia de la voluntad con el que sólo puede satisfacerla (CP 31,4-5).

jueves, 18 de octubre de 2012

D0MINGO 29 B del tiempo Ordinario. 21 oct. 2012

EL QUE QUIERA SER GRANDE, SEA SERVIDOR DE TODOS

         Mientras suben a Jerusalén, Jesús va anunciando a sus discípulos el destino doloroso que le espera en la capital. Los discípulos no le entienden. Andan disputando entre ellos por los primeros puestos. Santiago y Juan, discípulos de primera hora, se acercan a él para pedirle directamente sentarse un día "el uno a su derecha y el otro a su izquierda".
         A Jesús se le ve desalentado: "No sabéis lo que pedís". Nadie en el grupo parece entenderle que seguirle a él de cerca colaborando en su proyecto, siempre será un camino, no de poder y grandezas, sino de sacrificio y cruz.
         Mientras tanto, al enterarse del atrevimiento de Santiago y Juan, los otros diez se indignan. El grupo está más agitado que nunca. La ambición los está dividiendo. Jesús los reúne a todos para dejar claro su pensamiento.
         Antes que nada, les expone lo que sucede en los pueblos del imperio romano. Todos conocen los abusos de Antipas y las familias herodianas en Galilea. Jesús lo resume así: Los que son reconocidos como jefes utilizan su poder para "tiranizar" a los pueblos, y los grandes no hacen sino "oprimir" a sus súbditos. Jesús no puede ser más tajante: "Vosotros, nada de eso".
         No quiere ver entre los suyos nada parecido: "El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero, que sea esclavo de todos". En su comunidad no habrá lugar para el poder que oprime, solo para el servicio que ayuda. Jesús no quiere jefes sentados a su derecha e izquierda, sino servidores como él, que dan su vida por los demás.
         Jesús deja las cosas claras. Su Iglesia no se construye desde la imposición de los de arriba, sino desde el servicio humilde  a los demás. No cabe en ella jerarquía alguna en clave de honor o dominación. Tampoco métodos y estrategias de poder. Es el servicio el que construye la comunidad cristiana, a imitación de su fundador Jesucristo.
         Jesús da tanta importancia a lo que está diciendo que se pone a sí mismo como ejemplo, pues no ha venido al mundo para exigir que le sirvan, sino "para servir y dar su vida en rescate por muchos". Jesús nos enseña a  servir al proyecto del reino de Dios desviviéndonos por todos, y en especial por los más débiles y necesitados.

miércoles, 17 de octubre de 2012





DIOS LES MOSTRARÁ LOS SECRETOS QUE HAY EN SU REINO

Santa Teresa nos muestra en el capítulo 31 de Camino la experiencia gozosa que le causó Dios al concederle su reino. Todo lo que regala Dios cuando nos da lo que le pedimos en el Paternoster: “Venga en nosotros tu reino”.

Teresa experimenta que Dios le ha dado su reino. Ha llegado a lo que ella llama “oración de quietud”, o “principio de contemplación”. Y por eso mismo es la entrada en el reino que pedimos en el Paternoster.Es que ya, ya “parece comienza el Señor a dar a entender que oye nuestra petición, y comienza ya a darnos su reino aquí, para que de veras le alabemos y santifiquemos su nombre y procuremos lo hagan todos”.

La oración es trato de amistad entre Dios y el orante. Y si bien, con frecuencia prevalece la actitud activa del orante, ahora santa Teresa declara que en la oración de quietud se produce un cambio: una irrupción o infusión del misterioso interlocutor, Dios. La gracia de la contemplación remueve y transforma la interioridad del orante.”No entiende cómo entiende”, pero se “ve en su ser”, y parece que la misma alma está con acatamiento aún para no osar pedir. Y lo entiende el alma por una manera muy fuera de entender con los sentidos”. La voluntad, y con ella la afectividad entera del orante, quedan subyugadas, “cautivas” en el amor de Dios. La escuchamos:

Quiero declarar lo que el Señor ha querido dármelo a entender  para que os lo diga, esta oración de quietud, a donde a mí me parece comienza el Señor a dar a entender que oye nuestra petición, y comienza ya a darnos su reino aquí, para que de veras le alabemos y santifiquemos su nombre y procuremos lo hagan todos.

Es ya cosa sobrenatural y que no la podemos procurar nosotros por diligencias que hagamos; porque es un ponerse el alma en paz o ponerla el Señor con su presencia por mejor decir, como hizo al justo Simeón, porque todas las potencias se sosiegan. Entiende el alma, por una manera muy fuera de entender con los sentidos exteriores, que ya está junto cabe su Dios. Que, con poquito más, llegará a estar hecha una misma cosa con él por unión.

Y así lo entiende acá el alma, aunque no con esa claridad; porque aun ella no  entiende cómo lo entiende más de que se ve en el reino, y parece que la misma alma está con acatamiento interior y exteriormente, que no quería el hombre exterior (digo el cuerpo) que no querría bullir, sino como quien ha llegado casi al fin del camino, descansa para poder mejor  tornar a caminar, que allí se le doblan las fuerzas para ello. Siente grandísimo deleite en el cuerpo y grande satisfacción en el alma (CP 31. 1-2).

domingo, 14 de octubre de 2012




SANTA TERESA Y SAN JUAN DE ÁVILA

Este año tenemos el gozo de rendir homenaje a San Juan de Ávila y a santa Teresa conjuntamente el mismo día. Las Carmelitas de nuestro Monasterio de la Encarnación le pidieron a Don Demetrio, Obispo de Córdoba, que permitiera traer hasta aquí las reliquias del Apostol de Andalucía, recientemente declarado Doctor de la Iglesia. Ambos obispos, el de Ávila y el de Córdoba, acordaron que dichas reliquias sean acogidas en nuestra Catedral, hoy domingo, 14 de octubre, y sean veneradas a las diez de la noche con una vigilia de jóvenes, que han término de la misma, las traerán a este Monasterio de la Encarnación. Y en nuestra iglesia cantaremos, a las 8 de la mañana del día 15, fiesta de santa Teresa, Laudes presididos por el Rector del Seminario y todos sus alumnos.

El día  17, a las 6 de la tarde, Misa y Acción de Gracias por el Doctorado. Y el  dia  18. a las 6 de la tarde, Misa y despedida de las reliquias de San Juan de Ávila.

Expresamos de este modo la relación que ambos santos tuvieron en vida. Nuestra Santa había oído hablar de que el Maestro Juan de Ávila era un santo y guía espiritual de muchas almas. Y por eso, deseaba que leyese su libro de la Vida, que criticaban algunos por haber transcrito visiones y hablas que había recibido directamente de Dios, para que le diese su opinión, de la que se fiaría por completo. Al fin consiguió que un propio llevase en mano los folios manuscritos del libro de la Vida al pueblo de Montilla (Córdoba), donde residía Juan de Ávila.

Lo leyó atentamente y le escribió a la Madre Teresa de Jesús una extensa carta de aprobación, en la que comienza diciendo que  su lectura le ha servido de provecho, le ha consolado y edificado. Textualmente sigue diciendo: “La doctrina de la oración está buena por la mayor parte, y muy bien puede vuestra merced fiarse de ella y seguirla; y  en los raptos hallo las señas que tienen los que son verdaderos. El modo de enseñar Dios  al ánima, sin imaginación y sin palabras interiores ni exteriores, es muy seguro, y no hallo en él qué tropezar”.

“Y mirando ser las palabras conforme a la Escritura divina y a la doctrina de la Iglesia, me parece de las que en el libro están ser de parte de Dios. Paréceme, según del libro consta, que tales visiones y hablas de Dios le han aprovechado a su ánima¸especialmente le han hecho más conocer su miseria propia y faltas, y enmendarse de ellas. Han durado mucho, y siempre con provecho espiritual. No veo por qué condenarlas; inclínome a tenerlas por buenas. Vuestra merced siga su camino”. Firmado Juan de Ávila, de Montilla, 12 de sept. De 1568 años.

Cuando le llegó la respuesta, a Santa Teresa le dió un gozo inmenso, por saber que un santo y hoy un Doctor de la Iglesia, había leido su Libro de la Vida y le daba total aprobación.

viernes, 12 de octubre de 2012










VENGA EN NOSOTROS TU REINO

Santa Teresa ,después de comentarnos las primeras palabras del Paternoster “Padre “ y “que estás en el cielo”, en el capítulo 30 de Camino desarrolla lo que significan para ella estas dos peticiones: “santificado sea tu nombre” y “venga en nosotros tu reino”. Las dos peticiones van unidas: primero le pedimos a Dios que reine en nosotros, para disponernos a que podamos alabar, glorificar, santificar su nombre.

Glosa estas peticiones vocales en clave de oración contemplativa. El alma se le va a la oración celeste, a la oración de los ángeles y de los santos que habitan el reino de los cielos. Pero a continuación, declara que le pedimos a Dios que entre en nosotros su reino, porque sólo así podremos alabar y santificar su nombre en nuestra oración de la tierra. Así el engranaje de las dos peticiones se hace envolvente: pedimos para poder dar. Le pedimos su reino: que lo instale en nuestro mundo interior, para poderle dar alabanza y glorificación como en el cielo.

Y atención al contenido de la palabra “reino”. A mi personalmente me ha ayudado mucho al hacer esta petición en el rezo del Paternoster, detenerme en el contenido que santa Teresa engloba en la palabra “reino”:, desasimiento, sosiego y paz duradera, gozo, gloria, satisfacción, amor, comunión con los demás. La escuchamos:

El gran bien que me parece a mí hay en el reino del cielo, con otros muchos, es : ya no tener cuenta con cosa de la tierra, sino un sosiego y gloria en sí mismo, un alegrarse de que se alegren todos, una paz perpetua, una satisfacción grande en si mismos, que les viene de ver que todos santifican y alaban al Señor y bendicen su nombre y no le ofende nadie. Todos le aman, y la misma alma no entiende en otra cosa sino en amarle, ni puede dejarle, porque le conoce.

Parece que voy a decir que hemos de ser ángeles para pedir esta petición y rezar bien vocalmente. Bien lo quisiera nuestro divino Maestro, pues tan alta petición nos manda pedir, y a buen seguro que no nos dice pidamos cosas imposibles. Hay ratos que, de cansados de andar, los pone el Señor en un sosiego de las potencias y quietud del alma, que, como por señas, les da claro a entender a qué sabe lo que se da a los que el Señor lleva a su reino; y a los que se les da acá como le pedimos, les da prendas para que por ellas tengan gran esperanza de ir a gozar perpetuamente lo que acá les da a sorbos (CP 30,5-6).

martes, 9 de octubre de 2012


DOMINGO 28 B. TIEMPO ORDINARIO. 14 oct. 2012

CON JESÚS EN MEDIO DE LA CRISIS

            Antes de que se ponga en camino, un desconocido se acerca a Jesús corriendo. Al parecer, tiene prisa para resolver su problema: "¿Qué haré para heredar la vida eterna?". No le preocupan los problemas de esta vida. Es rico. Todo lo tiene resuelto.
         Jesús lo pone ante la Ley de Moisés. Curiosamente, no le recuerda los diez mandamientos, sino solo los que prohíben actuar contra el prójimo. El joven es un hombre bueno, observante fiel de la religión judía: "Todo eso lo he cumplido desde pequeño".
         Jesús se le queda mirando con cariño. Es admirable la vida de una persona que no ha hecho daño a nadie. Jesús lo quiere atraer ahora para que colabore con él en su proyecto de hacer un mundo más humano, y le hace una propuesta sorprendente: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres... y luego sígueme". El rico posee muchas cosas, pero le falta lo único que permite seguir a Jesús de verdad. Es bueno, pero vive apegado a su dinero. Jesús le pide que reflexione sobre el uso de su riqueza y la ponga al servicio de los pobres. Solo compartiendo lo suyo con los necesitados, podrá seguir a Jesús colaborando en su proyecto.
         El joven se siente incapaz. Necesita bienestar. No tiene fuerzas para vivir desapegado de su riqueza. Su dinero está por encima de todo. Renuncia a seguir a Jesús. Había venido corriendo entusiasmado hacia él. Ahora se aleja triste. No conocerá nunca la alegría de colaborar con Jesús.
         La crisis económica nos está invitando a los seguidores de Jesús a dar pasos hacia una vida más sobria, para compartir con los necesitados lo que tenemos y sencillamente no necesitamos para vivir con dignidad. Hemos de hacernos preguntas muy concretas si queremos seguir enteramente a Jesús en estos momentos.
         Lo primero es revisar nuestra relación con el dinero: ¿Qué hacer?
¿A quiénes podemos ayudar a comprar lo que necesitan?
         Son preguntas que nos hemos de hacer para dar algunos pasos en esta dirección, contribuyendo a hacer la crisis de algunos un poco más humana y llevadera. Si no es así, nos sentiremos buenos cristianos, pero a nuestra religión le faltará alegría completa.

sábado, 6 de octubre de 2012










ENSEÑOREARSE POCO A POCO DE SÍ MISMO

Santa Teresa es maestra en el arte del autocontrol personal, de enseñarnos a tomar las riendas de nuestro albedrío y conducirlo al autodominio. Pero su pedagogía va más allá de los resortes meramente psicológicos. Su gran intuición es enraizarlos en la fe. La fe aporta una fuerza motriz de concentración e interiorización propia.

En la relación con el Dios que nos habita, se llega a perforar las capas profundas del yo. Entrar en la presencia de Dios postula la presencia de lo más hondo y decisivo de mi mismo. En definitiva, “entrar en sí” es acercarse a la hondura del alma, donde Dios mora. La Santa tiene la convicción de que, a esa hondura, la oración abre el espíritu a la experiencia de Dios, a experimentar la propia interioridad como “paraíso de Dios”. La escuchamos:

De esta suerte rezaremos con mucho sosiego vocalmente y es quitarnos de trabajo; porque, a poco tiempo que forcemos a nosotros mismos para estarnos cerca de este Señor, nos entenderá por señas. Como entendamos que estamos con él y lo que le pedimos y la gana que tiene de darnos, y cuán de buena gana se está con nosotros, no es amigo de que nos quebremos las cabezas, hablándole mucho.

El Señor lo enseñe a las que no lo sabéis, que de mi os confieso que nunca supe qué cosa era rezar con satisfacción hasta que el Señor me enseñó este modo; y siempre he hallado tantos provechos de esta costumbre de recogimiento dentro de mí, que eso me ha hecho alargar tanto. Quien lo quisiere adquirir, no se canse de acostumbrarse a lo que queda dicho, que es señorearse poco a poco de sí mismo, no perdiéndose en balde, sino ganarse a sí para sí, que es aprovecharse de sus sentidos para lo interior. Después que se lo dé el Señor, no lo trocaría por ningún tesoro.

Nada se aprende sin un poco de trabajo, por amor de Dios, hermanas, que deis por bien empleado el cuidado que en esto gastaréis. Mirad que poco tiempo para tan gran ganancia, como es hacer buen fundamento para si quiere el Señor levantaros a grandes cosas, que halle en vos aparejo hallándoos cerca de sí. Plega a su Majestad no consienta nos apartemos de su presencia. Amen ( CP 29, 6-8).

jueves, 4 de octubre de 2012



DOMINGO 27 del tiempo Ordinario. 7 de octubre de 2012. Homilía.


                           ANTE El AÑO DE LA FE

El Papa nos ha propuesto a la iglesia universal celebrar un Año de la Fe. Este año dedicado a la fe comienza el 11 de octubre de 2012 y terminará el 24 de noviembre de 2013. ¿Cuál es el sentido y la finalidad del Año de la Fe?

Muy sencillo.Dedicar un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe, de nuestra propia fe.Será un momento de gracia y de compromiso para una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo Para que caigamos en la cuenta de que la fe es lo más importante en la vida de un cristiano. Reflexionemos brevemente en lo que significa tener fe.

1º) La fe es la puerta que nos introduce en la vida de comunión con Dios.¿Y en qué consiste esa vida de comunión con dios? En escuchar su Palabra, acogerla en el corazón, y dejarnos transformar por ella. El escuchar a Jesucristo implica un encuentro personal con él, e iniciar así un trato de amistad con él que nos ofrece una  vida nueva, una vida en plenitud. El fundamento de la fe cristiana es el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida humana, y, con ello, una orientación definitiva. La fe se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre.El ejemplo más cercano a nosotros es santa Teresa de Jesús, testigo fidelísimo de la fe, signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo de todos los tiempos.

El Papa nos anima a redescubrir el camino de la fe, para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con CRISTO. Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos.

La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; y es  al mismo tiempo e inseparable el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado.

Pidamos al Señor que, a lo largo de este Año de la Fe, nos conceda la gracia de vivir la belleza y la alegría de ser cristianos y seamos testigos  gozosos y convincentes de Jesucristo.

miércoles, 3 de octubre de 2012



PONED LOS  OJOS EN VOS Y ENTRARSE EN ESTE PARAISO CON SU DIOS

Santa Teresa en el capítulo 29 de Camino nos da algunas orientaciones prácticas que encaminen nuestra oración vocal o meditación hacia la ensenada de la interioridad. Que desde el primer momento, comience a recoger velas para no quedar en oración de palabras o de solos pensamientos y deseos, sino que convoque ante Dios el centro del alma, la persona misma del orante, desde los resortes hondos de su ser.

Advierte contra la extroversión del orante, del peligro de “andar derramado” en la vida, de tener unos centros de gravedad en lo exterior  que capitalicen pensamientos, afectos y proyectos y que arrastren la atención del orante cuando se dispone a hacer oración. Tal persona frustra de antemano todo ingreso en la oración de recogimiento. No podrá instalarse dentro de sí, en su espacio interior; se encontrará con una interioridad fragmentada y descentrada. La Santa está convencida que el orante que logra saltar a esa hondura del alma, inexorablemente se encuentra con Dios. La escuchamos:

Poned los ojos en vos y miraos interiormente; hallaréis vuestro Maestro, que no os faltará; antes, mientras menos consolación exterior, más regalo os hará. Es muy piadoso, y a personas afligidas y desfavorecidas jamás falta si confían en él sólo.

Quisiera yo saber declarar cómo está esta compañía santa con nuestro acompañador, Santo de los santos, sin impedir a la soledad que ella y su esposo tienen, cuando esta alma dentro de sí quiere entrarse en este paraíso con su Dios. Digo “quiere”, porque entender que esto no es cosa sobrenatural, sino que está en nuestro querer, y que podemos nosotros hacerlo con el favor de Dios, que sin éste no se puede nada. Esto no es silencio de las potencias: es encerramiento de ellas en sí misma el alma.

Nos hemos de desocupar de todo, para llegarnos interiormente a Dios, y aun en las mismas ocupaciones, retirarnos a nosotros mismos. Aunque sea por un momento solo, aquel acuerdo de que tengo compañía dentro de mí, es gran provecho. En fin, irnos acostumbrando a gustar de que no es menester dar voces para hablarle, porque Su Majestad se dará a sentir cómo está allí (CP 29, 1-5).