lunes, 3 de enero de 2011

LO QUE MÁS LE SATISFASE SON LOS CONTENTOS DE DIOS

El anciano Simeón contempla al Niño Jesús, en sus manos,
sobre el altar del Templo.Pintura sobre tabla, escuela de Berruguete.

Teresa, en su experiencia vital, le contentan muchas cosas. Disfruta con la naturaleza, con sus compañeras de celda con las que comparte el pan, la lumbre, la lectura, la oración y el sueño. Disfruta con todo. Nada le llena tanto de satisfacción como las mercedes que recibe de Dios. Lo dice con total sinceridad, porque está segura de nadie va a leer lo que está escribiendo confidencialmente a su confesor.


Es consciente de que le pasan cosas asombrosas en su trato con Dios. Sabe muy bien que si llegaran a leerse por cualquiera, la tratarían de "visionaria". Pero ¿cómo convencer a su confesor de que a ella le ha ocurrido lo infable, lo que no se puede expresar con lenguaje humano?. Pues asegurándole que Dios no sólo le ha regalado la visión, sino que le ha dicho de qué visión se trata, se la ha dado a entender y le ha dictado cómo contarla. Cuando Teresa experimenta que su alma es atraida por Dios, en unión de amor, y que debe contar esa experiencia a su confesor, intuye que Dios le ha hecho cuatro mercedes juntas:


Le pasa al alma como si estuviese en otro mundo. No le satisface ni querría, entonces, contento del mundo, porque en sí tiene el que le satisface más: mayores contentos de Dios, deseos de satisfacer su deseo, de gozar más, de estar con El. Esto es lo que quiere.


Acaece muchas veces esta manera de unión, que quiero decir, en especial a mí, que coge Dios la voluntad, y aún el entendimiento, porque,- a mi parecer-, no discurre, sino que está ocupado gozando de Dios. Y es cosa que se siente muy claro y da mucha satisfacción y contento cuando se tiene, por lo que viene el alma a muy sosegada quietud.


Le gustará mucho hallar escrito y entender lo que es esto: una merced es dar el Señor la merced, y otra es entender qué merced es y qué gracia, otra es saber decirla y dar a entender cómo es. Pues aunque pueda parecer que bastaría con la primera, para no andar el alma confusa y medrosa, e ir con más ánimo por el camino del Señor, llevando debajo de lso pies todas las cosas del mundo, es gran provecho entenderlo y merced. Que por cada una es razón alabe mucho al Señor quien la tiene y quien no, porque la dió Su Majestad a alguno e los que viven, para que nos aprovechase a nosotros.


Es tan grande la gloria y descanso del alma, que muy conocidamente aquel gozo y deleite participa de él el cuerpo.


Dios nos dé la gracia de gozar de su compañía, para entender lo que Santa Teresa nos narra en el capítulo 17 del Libro de la VIDA. Quedaos con Dios. Nicolás González

No hay comentarios:

Publicar un comentario