lunes, 11 de junio de 2012




EL SEÑOR REPARTE LOS OFICIOS  COMO VE LAS FUERZAS

En el capítulo 18 de Camino Madre Teresa conjuga dos verbos: gozar y sufrir. Dos imágenes: la del monte Tabor y la del Calvario.. Habla con sus monjas y con los lectores del libro, para enseñarnos que tenemos que estar dispuestos a asumir la realidad de la vida diaria, que a la vez  es historia personal e historia de salvación. Nada de lo que ocurre al creyente es ajeno a la acción de Dios Y Dios unas veces nos regala gozos interiores y otras sequedad, o nos llena de su amor el corazón o lo deja vacío y en el aire.

La pedagogía de Madre Teresa apunta a estos hitos: formar para la brega de la vida y preparar para el remanso gozoso de la contemplación. El temple del orante ha de tener algo de acero, de militancia ascética, de fortaleza evangélica. Pero ha de tener una segunda mitad, hecha de enamoramiento, unción mística, apertura al misterio.La escuchamos:

Pues os digo , hijas, a las que no lleva Dios por este camino, que a lo que he visto y entendido de los que van por él, que no llevan la cruz más liviana, y que os espantaríais por las vías y maneras que las da Dios. Yo sé de unos y de otros, y sé claro que son intolerables los trabajos que Dios da a los contemplativos; y son de tal suerte que, si no les diese aquel manjar de gustos, no se podrían sufrir.

Y está claro que (pues malo es que a los que Dios mucho quiere ,lleva por camino de trabajos, y mientras más los ama, mayores) no hay por qué creer que tiene aborrecidos los contemplativos, pues por su boca los alaba y tiene por amigos. Pues creer que admite a su amistad estrecha gente regalada y sin trabajos es disparate. Tengo por muy cierto se los da Dios mucho mayores; y así como los lleva por camino barrancoso y áspero, que así ha menester su Majestad darles mantenimiento, y no de agua, sino de vino, para que, emborrachados, no entiendan lo que pasan y lo puedan sufrir. Y así, pocos veo verdaderos contemplativos que no los vea animosos y determinados a padecer; que lo primero que hace el Señor, si son flacos, es ponerles ánimo y hacerlos que no teman trabajos.

Creo piensan los de vida activa, por un poquito que los ven regalados, que no hay más que aquello. Pues yo digo que por ventura un día de los que pasan no lo pudiesen sufrir. Asi que el Señor, como conoce a todos para lo que son, da a cada uno su oficio, el que más vee conviene a su alma y al mismo Señor y al bien de los prójimos; y, como no quede por no os haber dispuesto, no hayais miedo se pierda vuestro trabajo(CP 18, 2-3).




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