lunes, 4 de junio de 2012




DEJAD HACER AL SEÑOR DE LA CASA

Madre Teresa nos presenta dos modelos evangélicos. Dos amigas de Jesús, las hermanas  de Betania, a cuya casa acudía con toda confianza. De las dos hermanas, Marta se ocupaba de disponer la casa, hacer la comida , servir la mesa y hacerle agradable el hospedaje. María, en cambio, se recrea en hablar con él y escucharle, lo propio de un contemplativo. Las dos son igualmente queridas por Jesús.

Apelando a este pasaje evangélico, Madre Teresa lo aplica a sus monjas carmelitas descalzas, para que acepten que cada una el oficio para el que el Señor las ha elegido, unas en la vida activa y otras en la vida contemplativa. La experiencia de Dios es un puro don de su amor. Absolutamente exenta de condicionamientos humanos, Hasta el extremo de que Dios es imprevisible en su amor. Frente a este misterio del amor divino, Teresa repite una y otra vez al orante, sea monja o un cristiano seglar, que nuestra tarea es “disponernos” a acoger el amor y el esplendor de su hermosura. La escuchamos:

Santa era santa Marta, aunque no era contemplativa; pues ¿ qué más queréis que poder llegar a seer como esta bienaventurada, que mereció tener a Cristo nuestro Señor tantas veces en su casa y darle de comer y servirle y comer a su mesa? Si se estuviera como la Magdalena, embebidas, no hubiera quien diera de comer a este divino huésped.

Pues pensad que es esta Congregación la casa de santa Marta, y que ha de haber de todo; y las que fueren llevadas por la vida activa no murmuren a las que mucho se embebieren en la contemplación. Acuérdense que es menester quien le guise la comida, y ténganse por dichosas en andar sirviendo con Marta. Miren que la verdadera humildad está mucho en estar muy prontos en contentarse con lo que el Señor quisiere hacer de ellos y siempre hallarse indigno de llamarse sus siervos.

Pues, si contemplar y tener oración mental y vocal, y curar enfermos y servir en las cosas de casa y trabajar, sea en lo más bajo; todo es servir al huésped que se viene con nosotras a estar y a comer y recrear, ¿ qué más se nos da en lo uno que en lo otro? No digo  yo que quede por nosotras, sino que lo probéis todo, porque no está esto en vuestro escoger, sino en el del Señor. Dejad hacer al Señor de la casa; sabio es, poderoso es, entiende lo que os conviene y lo que le conviene a él también (CP 17, 5-7).


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