lunes, 5 de septiembre de 2011

ES HARTO TORMENTO, AUNQUE ES SABROSO

Patio interior del Monasterio de la Encarnación.Ávila



Una vez más Teresa nos describe una experiencia ínterior en forma antitética: algo que le atormenta fuertemente y a la vez encuentra en ello un cierto regusto. Es el lenguaje de los místicos, dulce dolor, música callada, soledad sonora.



La experiencia que padece Teresa de Ávila, al verse inflamada de amor grande de Dios, lo describe como un fuego al que ella debe echar leña para que no se apague. Por fuego en el alma entendemos el amor con que Dios la inflama. La leña equivale a las obras buenas, hechas por Dios, con que ella quiere corresponder al amor, como poner ramitos y flores a las imágenes en su altar, barrer los claustros y celdas, poner un oratorio, hacer alguna penitencia, o cosas por el estilo, que a su autora le parecen como un puñado de paja. ¡Ella querría encontrar un haz de leña de encina o de roble, y sólo encuentra unas pajitas, que el fuego debora al instante!



Esta es su pena. Y no lo puede remediar, porque no tiene fuerzas corporales para más. Pero su pena le sabe a dulce "por no poder hacer nada en Servicio del Señor y recibir siempre mucho". La generosidad de Dios la confunde.¡Qué entrega divina, todo fuego!.Teresa no puede aprovecharlo todavía, no puede hacer otra cosa. Qué interminables llamas divinas a las que Teresa no puede echar más que un puñado de pajas secas.Querría echar troncos de encina a la hoguera, pero todavía es pronto. La escuchamos:



Parece también como un fuego que es grande, y para que no se aplaque es menester haya siempre qué quemar. Así son las almas que digo; aunque fuese muy a su costa, querrían traer leña para que no cesase ese fuego. Yo soy tal que aún con pajas que pudiese echar en él me contentaría, y así me acaece algunas y muchas veces: unas me río y otras me fatigo mucho.



El movimiento interior me incita a que sirva en algo, de que no soy para más; en poner ramitos y flores a imágenes; en barrer; en poner un oratorio; en unas cositas tan bajas que me hacía confusión. Si hacía algo de penitencia, todo poco y de manera que, a no tomar el Señor la voluntad, veía yo era sin ningún tomo, y yo misma me burlaba de mí.



Pues no tienen poco trabajo las ánimas a las que da Dios por su bondad este fuego de amor suyo en abundancia, y faltar fuerzas corporales para hacer algo por El. Es una pena bien grande; porque , como le faltan fuerzas para echar alguna leña en este fuego, y ella muere porque no se mate, paréceme que ella entre sí se consume y hace ceniza, y se deshace en lágrimas y se quema, y es harto tormento, aunque es sabroso (V 30,20).


Ahora a nuestra monja le toca poner flores a los santos y arreglar sus altares, y hacer otras cositas más. Cuando tenga que ir a lomo de mula de Ávila a Medina del Campo o a Salamanca, sortear a los toros con los que se encontró por la calle, decirle un par de verdades al Arzobispo de Burgos, y fundar diecisiete conventos en otras tantas ciudades y pueblos, y todo por amor de Dios, eso ya no son pajitas secas sino gruesos troncos.¿Con qué alimento yo y tu la llama de amor de Dios que inflama nuestras almas?

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