jueves, 1 de septiembre de 2011

LOS ÍMPETUS DE AMOR SON COMO UNAS FONTECICAS





Teresa se vale del agua y de la fuente para expresar la gracia que Dios ha derramado en su alma. Son dos elementos simbólicos que emplea muchas veces, hasta llegar a compararse a sí misma a un torrente de agua, "me veía llena de agua", dice. El agua es el símbolo de la gracia , y la fuente es el símbolo de Dios.



Hoy nos detenemos en dos pasajes, uno el de las "fontecicas" y otro el pozo de la "samaritana". En el primero se ve como en ebullición, llena de ímpetus de amor de Dios a borbollones, a manera de "fontecicas que yo he visto manar, que nunca cesa de hacer movimiento el arena hacia arriba".



Nos parece bellísima la descripción de este tipo de fuentes, el más rudimentario y el menos perceptible en el campo. No normal son manantiales que fluyen al exteriór iniciando una corriente de agua, que se recoge en un pozo, o que cae por un caño. Pero Teresa se ha fijado en un manantial que emerge en la superficie de la tierra a borbollones, ve el agua que levanta el arena hacia arriba, en constante movimiento, y le aplica el diminutivo "fontecicas". Se goza en haber encontrado una comparación exacta que exprese sus deseos, y la desarrolla en una breve alegoría:


"Al natural me parece este ejemplo o comparación de las almas que allí llegan; siempre está bullendo el amor y pensando que hará; no cabe en sí, como en la tierra parece no cabe aquel agua, sino que la echa de sí. Así está el alma muy ordinario, que no sosiega ni cabe en sí con el amor que tiene: ya la tiene a ella empapada en sí; querría bebiesen los otros. pues a ella no la hace falta, para que la ayudasen a alabar a Dios".


En casa de sus padres había un lienzo que representaba a Jesús y a la Samaritana delante de un pozo, que le evocaba el texto evangélico:



"¡Oh, qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el Señor a la Samaritana!, y así soy muy aficionada a aquel Evangelio. Y es así cierto, que sin entender como ahora este bien, desde muy niña lo era y suplicaba muchas veces al Señor me diese aquel agu, y la tenía dibujada adonde está siempre, con este letrero, cuando el Señor llegó al pozo: Señor dame esa agua" (V 30. 19).



¡Qué sorpresa el día que descubrí una fontecica, en que nunca cesa de hacer movimiento el arena hacia arriba! Hay que verlo para valorar el simbolismo que encierra, cuando. Teresa expresa los efectos de los grandes ímpetus de amor divino que bullían en su alma.

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