viernes, 26 de abril de 2013


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE SAN JOSÉ, DE ÁVILA

  Inaugurado el convento, la ciudad entera pedía su desaparición (13)

 

El sonido de la ronca campanita puso al descubierto el secreto tan bien guardado. Nada puede asombrarla a nuestra fundadora. Lo había construido para que lo supiera todo el mundo. De pronto, ese mundo abulense se estremece.¿  Cómo dar crédito a que una monja se hubiese encerrado en una humilde casita con cuatro jóvenes que lo único que iban a hacer era rezar?

¡Qué disparate! se comentaba en la calle. La reacción de los fuertes fue atrincherarse a las puertas de las murallas, para derrotar al ejército enemigo.¿Y dónde estaba el ejército enemigo de la Ciudad? En una casita en la que la monja Doña Teresa se había puesto al frente de cuatro mujeres jóvenes. Otros acudían a la plaza del Concejo, gritando que  futuro de la ciudad estaba en juego, si no se echaba por tierra la casita recién estrena junto al acueducto.

 De pronto, la Priora de la Encarnación manda que regresen inmediatamente Doña Teresa y las otras dos monjas. Unos forajidos, por orden del Regidor, llegan al conventito, dispuestos a sacar a las cuatro novicias por las buenas o a la fuerza. Las novicias no se inmutan y responden que saldrán cuando diga el Obispo o las saque la que las ha llevado allí.

Un cronista de la época dice que “ a pocas horas revolvió todo el demonionde manera que los principales del pueblo se les puso en la imaginación que, si no le deshacían, la ciudad entera se había de destruir; y tomaron una ira grande y porfía y comenzose el pueblo a alborotar”-La escuchamos:

“Duró esta batería casi medio año, que decir los grandes trabajos que se pasaron  por menudo, sería largo. Espantábame yo de lo que ponía el demonio contra unas mujercitas y cómo les parecía a todos era gran daño para el lugar solas doce mujeres y la priora, que no han de ser más –digo a los que lo contradecían- y de vida tan estrecha, que ya que fuera daño o yerro era para s-i mismas; mas daño al lugar no parece llevaba camino, y ellos hallaban tantos con buena conciencia los contradecían (Vida 36,18-19).

 

 

 

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