lunes, 29 de noviembre de 2010

EN ESTO DE DESEOS, SIEMPRE LOS TUVE GRANDES

AMPLIO CORREDOR en el claustro alto, por el que transitaba
la monja Teresa de Jesús. MONASTERIO DE LA ENCARNACIÓN. ÁVILA.


Teresa se mueve en el esquema básico dual: misericordia de Dios y miseria humana . Ambas realidades las describe siempre a lo grande. Gradísima ha sido la misericordia de Dios con Teresa, y Teresa se ve a sí misma como la ultimísima de los mortales.

Pero nadie la gana en generosidad para con Dios. Los deseos siempre los tuvo grandes, y el esfuerzo por avanzar en su proceso de conversión sin límites. El que anda con paso de gallina-dice - no llegará a la libertad de espíritu.

Paso a paso fue descubriendo la radicalidad de su fe, que la comprometía por completo. Y quiso jugárselo todo, sin contemplaciones. Desubrió que hacer demasiado caso a los gustos del cuerpo, e , incluso, a su persistente enfermedad, podía quedar maniatada, y siempre a ras de tierra. Y decidió no hacer caso de los contentamientos que le pedía el cuerpo, y salió ganando. Desde que se tomó en broma su enfermedad, salió ganando en salud. Tampoco se conformaba con los consejos de los "prudentes", porque no la incitaban a volar. La escuchamos.

Creo que, si hubiera quien me sacara a volar, más me hubiera puesto en que estos deseos fueran con obras; mas hay tan pocos, tan contados, que creo es harta causa para que los que comienzan no vayan mas presto a gran perfección.

También se pueden imitar los santos en procurar soledad y silencio y otras muchas virtudes, que no nos matarán estos negros cuerpos, que tan concertadamente se quieren llevar para desconcertar el alma. Y el demonio ayuda mucho a hacerlos inábiles. Cuando ve un poco de temor, no quiere él más para hacernos entender que todo nos ha de matar y quitar la salud. Hasta tener lágrimas, nos hace temer de cegar. Ha pasado por esto, y por eso lo sé. Y no sé yo qué mejor vista ni salud podemos desear, que perderla por tal causa.

Como soy tan enferma, hasta que me determiné en no hacer caso del cuerpo ni de la salud, siempre estuve atada y sin valer nada. Mas, como quiso Dios que yo entendiese este ardiz del demonio, y cómo me ponía delante el perder la salud, decía yo: ¡poco va en que me muera¡. Que, después que no estoy tan mirada y regalada, tengo mucha más salud-

Asique, va mucho a los principios de comenzar oración, no amilanar los pensamientos.
Teresa de Jesús

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