viernes, 30 de julio de 2010

HOMILÍA PARA EL DOMINGO 1º DE AGOSTO

Monasterio de la Encarnación,de Carmelitas Descalzas
Ávila (España)


DOMINGOO C, XVIII


BUSCAD LOS BIENES DE ALLÁ ARRIBA

La sagrada escritura en este domingo nos insta :” Buscad los bienes de allá arriba, nó los de aquí abajo”. Buscad , aspirad, a los bienes del espíritu. nó a los del cuerpo. Buscad los bienes eternos , nó los caducos. Buscad los bienes celestes, no los terrenales.
Con estas claves, podemos interpretar mejor el Evangelio de hoy. Un hombre va a Jesús y le pregunta su opinión sobre una cuestión de herencia, sobre una disputa familiar, sobre algo temporal. Jesús soslaya el caso, pero lo reconduce a su verdadera dimensión: los bienes de la tierra se ordenan a los del cielo.


Todas las cosas son buenas si nos ayudan a ser buenos, a agradar a Dios. Todas las cosas son buenas si nos acercan a Dios. En cambio, si se convierten en un fin en sí mismas, de tal manera que nos alejan de nuestro último fin, del significado global de nuestro desarrollo en plenitud, entonces pasan a ser malas. Son “vaciedad, sin sentido”. Buscar sólo las cosas terrenas y caducas, es pura vaciedad, perder el tiempo.
Esto no significa que a Jesucristo no le interesen los asuntos temporales, los problemas humanos, la salud y el bienestar de nuestro cuerpo. Evidentemente nó. Jesucristo se preocupó del hambre de las gentes, y les dió de comer; de la enfermedad , y curó al paralítico, y al ciego, y al leproso; le preocuparon las injusticias y la pobreza, y predicó la justicia , la solidaridad, la caridad.Y la parábola de este evangelio le sirve para enseñarnos eso mismo. Un hombre rico tuvo una gran cosecha, y se dijo: con esta cosecha, si almaceno todo el trigo, tendré para vivir sin trabajar unos cuantos años : “túmbate, come,bebe y date buena viva”.


Pero Dios le avisó a través de la conciencia: “ si te mueres esta noche, lo que has acumulado, ¿ de quién será”. Y Jesús sacó esta conclusión y así se la enseñó a la gente: “ Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”.

La codicia ciega , atonta, envilece. Por eso, Jesucristo nos recuerda que es inutil asegurar nuestro sustento material, si lo hacemos al precio de la salvación del alma. El sustento material es parte de un todo. Hay que buscar el todo, la plenitud del bien de la persona, no sólo el sustento del cuerpo, sino también el sustento del alma. Porque no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Y esto vale para cada individuo particular y para el conjunto de la sociedad. El auténtico progreso es el de todo el hombre y el de todos los hombres. Es decir, el mundo va mejor si todos los hombres se ven beneficiados por el progreso. Pero, además, para que éste sea auténtico, es necesario que afecte a todas las dimensiones del ser humano. Y si se avanza mucho a nivel económico, o técnico, y no se avanza en el orden ético, moral y religioso, el hombre y la sociedad terminan degradándose, corrompiéndose hasta límites insospechados y terminan en su propia destrucción.

“Todo eso es vaciedad,un sinsentido, vanidad de vanidades”. Guardaos de toda clase de codicia; pues aunque uno ande sobrado, tenga de todo, su vida no depende de sus bienes”. Purifican vuestros deseos, vuestras ambiciones. No os hagais esclavos de los bienes materiales, caducos, efímeros. El hombre lleva en sí expectativas y esperanzas que ninguna realidad terrena podrá jamás satisfacer cumplidamente.El hombre encuentra solamente el sentido de la vida más allá y por encima de la vida misma. Lo encuentra en Dios, que en Cristo, le ha salido al encuentro para salvarlo.

Dejémonos iluminar por la palabra de Dios. Acojamos a Dios con toda confianza en nuestra vida. Cumplamos sus mandamientos. La referencia a Dios Padre, el todopoderoso, plenitud de bondad, de belleza y de verdad...nos confortará y llenará de alegría nuestros dias. Actualicemos nuestra fe y nuestra confianza en Dios, porque Dios nos ama y nos busca, y quiere como buen padre todo lo mejor para nosotros sus hijos.¡En tí confio, no me quites tu santo espíritu!

Con saludos del Capellán del Monasterio , también vuestro y amigo Nicolás González

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