Santa Teresa, en sus recuerdos, a los 50 años evoca la muerte de su madre:
"Acuérdome que cuando murió mi madre quedé yo de edad de doce años, poco menos . Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra Señora y supliquéla fuese mi madre, con muchas lágrimas . Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella y, en fin, me ha tornado a sí .Fatígame ahora ver y pensar en qué estuvo el no haber yo estado entera en los buenos deseos que comencé".
La imagen se llama Nuestra Señora de la Caridad, a la que despedimos el pasado día 16.
Los diez hijos, todos seguidos, sin darle tiempo a reponerse, hicieron enfermar a Doña Beatriz de Ahumada. Su hija Teresa hace mención de las “grandes enfermedades” que pasó su madre. La acompañaron a la aldea de Gotarrendura, donde podrían estar tranquilos todos con ella, mimándola , a solas, sin el ajetreo de la ciudad.
Doña Beatriz se veía morir, y quiso hacer testamento. Serenamente ,ante Notario, manda su alma a Dios y el cuerpo a la tierra de que fue formado.”Si Dios fuese servido de llevarme de esta presente vida, que mi cuerpo sea sepultado en la iglesia del Señor San Juan de Ávila”. Nombra herederos a sus hijos queridos.
Poco a poco se va consumiendo. Era una enfermedad invasora que le segaba la vida en lo más granado de la misma, a los treinta y tres años y con el hermoso racimo de diez hijos cabales. Era el otoño de 1528. A los 19 años de casada.
Moría con todo el sentido y sin perder el contacto con los que la rodeaban. Podía mirar y hablar con cada uno de los hijos y despedirse de ellos como si se fuera de viaje, serena y cristianamente. “ Fue un corte, un troncharse la rama cargada de frutos, un apagón de luz con la que todos contaban indefinidamente. Fue, sin duda, una penosísima sorpresa…La despedida hubo de ser tan natural, como las buenas noches antes de dormir. Hay cosas que por no aceptarlas, las tenemos por imposibles”.
Teresa no había imaginado como posible lo que significaba quedar sin madre, esa sombra misteriosa pegada por Dios en lo íntimo del ser humano como parte integrante del mismo, tan suavemente entrelazado, que sólo se echa de ver cuando nos falta. A Teresa el vacío le pareció inmenso, y quiso achicarlo invocando a la Madre del cielo:” Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra Señora, y supliquela fuese mi madre, con muchas lágrimas”.
Al volver , acompañando el cortejo fúnebre desde Gotarrendura, pasó por delante de la ermita de San Lázaro. Allí estaba la imagen que fue a buscar, unos dias después de llorar a solas la anuncia de su madre. Y de dejar unas flores sobre su tumba en la iglesia de San Juan, su Parroquia.
Un sacerdote, perteneciente a esta parroquia de San Juan, hace cien años, ve así a Teresa de Ahumada rezando a la Virgen del cielo:”¡Hermoso y tierno cuadro! Ved a Teresita huérfana, dándose cuenta del tesoro que había perdido y sintiendo, en lugar de la benéfica sombra de una santa madre el frio del desamparo y la amargura de la soledad.Vedla postrada de rodillas ante la Virgen, suplicándola que en adelante fuese ella su madre, puesto que acababa de perder la de este mundo, mientras que dos gruesas lágrimas corrían temblorosas por sus bermejas mejillas, al desprenderse de aquellos hermosos ojos que Dios la dio, a manera de esbeltos y airosos ventanales, por donde dejaba ver a su alma candorosa en toda su grandeza, belleza y sencillez”.
“Niña es todavía, pero en tan espontáneo y filial arranque, lleno de fe, esperanza y amor, revela poseer el corazón de una gran santa, que con nada podía henchirse que no fuera Dios o la Madre de Dios” .
Amigos del BLOC, a Teresa le valió mucho tener a la Virgen María por Madre. La pedimos que ,como ella, podamos decir nosotros también “ conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a Ella, y, en fin, me ha tornado a sí”. Adios.
"Acuérdome que cuando murió mi madre quedé yo de edad de doce años, poco menos . Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra Señora y supliquéla fuese mi madre, con muchas lágrimas . Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a ella y, en fin, me ha tornado a sí .Fatígame ahora ver y pensar en qué estuvo el no haber yo estado entera en los buenos deseos que comencé".
La imagen se llama Nuestra Señora de la Caridad, a la que despedimos el pasado día 16.
Los diez hijos, todos seguidos, sin darle tiempo a reponerse, hicieron enfermar a Doña Beatriz de Ahumada. Su hija Teresa hace mención de las “grandes enfermedades” que pasó su madre. La acompañaron a la aldea de Gotarrendura, donde podrían estar tranquilos todos con ella, mimándola , a solas, sin el ajetreo de la ciudad.
Doña Beatriz se veía morir, y quiso hacer testamento. Serenamente ,ante Notario, manda su alma a Dios y el cuerpo a la tierra de que fue formado.”Si Dios fuese servido de llevarme de esta presente vida, que mi cuerpo sea sepultado en la iglesia del Señor San Juan de Ávila”. Nombra herederos a sus hijos queridos.
Poco a poco se va consumiendo. Era una enfermedad invasora que le segaba la vida en lo más granado de la misma, a los treinta y tres años y con el hermoso racimo de diez hijos cabales. Era el otoño de 1528. A los 19 años de casada.
Moría con todo el sentido y sin perder el contacto con los que la rodeaban. Podía mirar y hablar con cada uno de los hijos y despedirse de ellos como si se fuera de viaje, serena y cristianamente. “ Fue un corte, un troncharse la rama cargada de frutos, un apagón de luz con la que todos contaban indefinidamente. Fue, sin duda, una penosísima sorpresa…La despedida hubo de ser tan natural, como las buenas noches antes de dormir. Hay cosas que por no aceptarlas, las tenemos por imposibles”.
Teresa no había imaginado como posible lo que significaba quedar sin madre, esa sombra misteriosa pegada por Dios en lo íntimo del ser humano como parte integrante del mismo, tan suavemente entrelazado, que sólo se echa de ver cuando nos falta. A Teresa el vacío le pareció inmenso, y quiso achicarlo invocando a la Madre del cielo:” Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de nuestra Señora, y supliquela fuese mi madre, con muchas lágrimas”.
Al volver , acompañando el cortejo fúnebre desde Gotarrendura, pasó por delante de la ermita de San Lázaro. Allí estaba la imagen que fue a buscar, unos dias después de llorar a solas la anuncia de su madre. Y de dejar unas flores sobre su tumba en la iglesia de San Juan, su Parroquia.
Un sacerdote, perteneciente a esta parroquia de San Juan, hace cien años, ve así a Teresa de Ahumada rezando a la Virgen del cielo:”¡Hermoso y tierno cuadro! Ved a Teresita huérfana, dándose cuenta del tesoro que había perdido y sintiendo, en lugar de la benéfica sombra de una santa madre el frio del desamparo y la amargura de la soledad.Vedla postrada de rodillas ante la Virgen, suplicándola que en adelante fuese ella su madre, puesto que acababa de perder la de este mundo, mientras que dos gruesas lágrimas corrían temblorosas por sus bermejas mejillas, al desprenderse de aquellos hermosos ojos que Dios la dio, a manera de esbeltos y airosos ventanales, por donde dejaba ver a su alma candorosa en toda su grandeza, belleza y sencillez”.
“Niña es todavía, pero en tan espontáneo y filial arranque, lleno de fe, esperanza y amor, revela poseer el corazón de una gran santa, que con nada podía henchirse que no fuera Dios o la Madre de Dios” .
Amigos del BLOC, a Teresa le valió mucho tener a la Virgen María por Madre. La pedimos que ,como ella, podamos decir nosotros también “ conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a Ella, y, en fin, me ha tornado a sí”. Adios.
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