Conocí por el año 1970 a una monja de inconfundibles modales. Un poco caida de hombros, de pasos cortos y menuda de estatura.Al bajar del coche que la traía de Madrid, acompañada de otra carmelita, se quedó sorprendida de que el Capellán del Monasterio de la Encarnación la estuviese esperando a la puerta de la iglesia.
-¿Cómo está Vd.? ¿Está contento de ser capellán de este convento? ¿Le quieren estas carmelitas?
Sabíamos que la llamaban la Santa Teresa del siglo XX. Era una mujer de la aristocracia más selecta de la capital del Reino de España, que en su juventud decidió dejar las galas y vestirse un hábito de sarga y calzar sus pies descalzos con unas alpargatas de cáñamo, e ingresar en las Carmelitas de El Escorial. De allí emigró al Cerro de los Ángeles, donde fundó un convento. De milagro salió ilesa de la persecución religiosa de la década de los treinta,con veinte compañeras de hábito, arropadas en mantas, en camiones de transporte, via Pirineos, vuelta por las Hurdes, escondidas entre hojarascas y piornos por aquellos cerros, hasta aterrizar en un segundo y luego un tercero y hasta diez conventos fundados por ella en Torremolinos, Aravaca, Duruelo, Mancera,San Calisto por las Sierras de Córdoba y hasta uno en la India, a donde fueron a fundar, entre otras, una monja ciega.
A esta monja, que llamaban la Madre Maravillas, acudía todo el mundo a pedirla favores.Que se cure mi marido enfermo; que mi hijo encuentre trabajo; que mi esposa no se me vaya de casa. Lo que fuera. En Madrid, en Málaga, en Córdoba, y por muchos paises de Hispanoamérica. En 1966 el Obispo de Avila acudió a ella, para que consiguiera nada menos que no se cayera por los suelos el vetusto y grandioso monasterio de la Encarnación de Ávila. y se lo concedió. Por eso la estábamos esperano por el año 70. ¡Y se sorprendía de nuestro modestísimo recibimiento!
Pero lo fuerte llegó el día que pasando por los vertederos del gran Madrid, camino de su décimo y último convento de La Aldehuela, preguntó qué hacían unos niños harapientos buscando comida entre los escombros y chatarra y cartones. La dijeron que esa era su escuela, su oficio, su comida , su casa , y la de sus progenitores.Que en el basurero nacían, vivían y morían. Rezando en su pequeña celda de La Aldehuela, sentada en el santo suelo, le pidió a Dios que moviera el corazón de alguien que se conmoviera de ese poblado de chavolas, que apestaba de malos olores. Y claro que lo consiguió. Hizo venir el Alcalde de Madrid y algunos amigos, y les pidió, por amor de Dios, que hicieran casas de verdad, escuelas, iglesia, dispensario médico y todo lo que fuera necesario, y que Dios se lo pagaría. Y lo consiguió antes de que pasaran cinco años.
Me contaron las Carmelitas de Arenas de San Pedro, donde por aquella época estaba la Madre Maravillas de Priora, que, una tarde invernal, hacían los preparativos para que una, recién llegada, vistiera el hábito de carmelita. En la celda se porfiaban la Maestra de Novicias y la Tornera dándole recomendaciones a la joven postulante.
-¡Tienes que humillarte ante la Comunidad que va a recibirte!
- ¡Lo más importante es que pienses que vas a desposarte con el divino Esposo de tu alma!
- ¡Has de agradecer a nuestra Santísima Madre que vayas a vestir el santo hábito de la Virgen del Carmen!
Y allí estaba callada, muda, la Priora, sin atreverse a decir ni una sola palabra a la jovencísima postulante. Ella, nuestra Madre Maravillas, cogió las zapatillas de cáñamo que iba a calzar la recién llegada, y las puso en la ventana, al sol.Corrió un fluido silencioso de miradas al sol sobre el cáñamo, y a los pies desnudos de la postulante, tragándose las palabras.
Así era Madre Maravillas.No era mujer de palabras, sino de detalles.
Hoy hace treinta y cinco años que falleció en el convento de La Aldehuela. Fuimos al entierro, y allí los médicos discutían si estaba muerta o nó, porque ,después de horas de expirar, mantenía calientes las manos y el rostro.Al fin, la pusieron en una caja de pino limpio, sin barnizar, que el carpintero de turno había fabricado como para cualquiera que se enterrara por pobre, y así la enterraron en el cementerio común de las monjas, dentro del mismo recinto de la huerta.
Y los favores impetrados a Dios por intercesión de Madre Maravillas se convirtieron en milagros de verdad, y hechas las averiguaciones pertinentes, por Tribunales de Madrid y del Vaticano, el Papa decidió proclamarla primero Beata , el 10 de mayo de 1998,en la Plaza de San Pedro en Roma, y Santa el 3 de mayo de 2003 en la madrileña Plaza de Colón por Juan Pablo II.
Una mujer enamorada de Dios, compasiva ante el sufrimiento de los pobres, que anduvo por la vida con paso ligero y suave, sin hacer ruido. Y que llegó a las más altas cimas del feminismo, de la mística y de la caridad . Una Santa de pies a cabeza, desde su cuna el 4 de noviembre de 1891, hasta su muerte el 11 de diciembre de 1974, con 83 años.
Santa María Maravillas de Jesús, ruega por los amigos de este BLOG, y danos tu bendición.