jueves, 17 de diciembre de 2009

TERESA, CONTAGIADA DE AMOR DIVINO



TERESA, CONTAGIADA DE AMOR DIVINO


En la aventura de fe, Teresa experimenta el drama de escuchar al Otro y hablarle sin verle. Pero más dramático aún le resulta ser amada por un Crucificado, y no poder corresponderle como se merece.
Si en la fe, la verdad y la bondad se identifican con una persona, lo verdaderamente sorprendente es que esa persona sea una persona crucificada, que ha asumido una humillación profundísima. Por ese hecho, parecería que no tiene por qué atraernos a su causa. Tendría que suscitar en nosotros el más vivo rechazo.

Por eso, creer no es nada fácil. No es cualquier cosa. Es algo muy serio y comprometido. Escuchar la voz de Cristo y seguirle por su mismo camino es una paradoja: para vivir hay que morir. Ocurre lo mismo que con una semilla. Si cae en tierra, tiene que morir para poder florecer y dar f
fruto.

De cara al seguimiento de Cristo, el hombre no puede no verse asaltado por el más terrible de los dramas. Teresa lo resuelve por la vía de sentirse atraída por una fuerza interior, y a la vez por una intuición. Sólo así se explica, que en el seguimiento de Cristo, venza los aspectos negativos y el tener que sacrificar el orgullo personal.

En la fe, se ve lo que uno deja, a lo que uno tiene que renunciar, para adherirse a Dios, y no ve lo que Dios le ofrece. Tiene que escoger entre dos extremos: las cosas del mundo que se ven y se tocan, y las cosas de Dios que no se ven ni se tocan. Se renuncia a lo que se tiene, por algo que no se posee y se espera alcanzar.

¿Cómo resuelve Teresa este drama? No lo resuelve ella sola. No está sola para decidirlo. Cuenta con un maestro interior, que la atrae hacia Si. Intuye que en El va a encontrar la máxima perfección que cabe esperar. Intuye que la cruz que Cristo lleva a la espalda, no es una ignominia, sino la expresión de un amor supremo, que llega hasta el sacrificio total para atraer a los que están lejos de la verdadera vida y no pueden encontrarla por sí solos. Escuchando el magisterio íntimo de este maestro, el ojo humano se agudiza hasta percibir el verdadero significado de la cruz de Cristo y tota la fascinación que encierra.

Hasta tal punto, que a todo el atractivo del mundo que tanto embelesa a los sentidos, vine a oponerse el atractivo sobrenatural de Cristo, poniendo a Teresa en situación de decidir por el uno o por el otro. Y opta por seguir al Crucificado hasta el final.
Pero el drama no se resuelve en un día.
“¡Ay de mi, Criador mío! Porque si os pagara algo del amor que me comenzasteis a mostrar, no le pudiera yo emplear en nadie sino en Vos, y con esto se remediaba todo. Pues no lo merecí…“Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo, nuestro bien y Señor, dentro de mí presente, y ésta era mi manera de oración. Si pensaba, más gastaba en leer buenos libros, que era toda mi recreación; porque no me dio Dios talento de discurrir con el entendimiento ni de aprovecharme con la imaginación, que la tengo tan torpe, que, aun para pensar y representar en mí -como lo procuraba traer- la Humanidad del Señor-, nunca acababa;…, si perseveran, es muy trabajoso y penoso. Porque si falta la ocupación de la voluntad y el haber en qué se ocupe en cosa presente el amor, queda el alma como sin arrimo ni ejercicio, y da gran pena la soledad y sequedad, y grandísimo combate los pensamientos”(V 4,7).

Teresa empieza su aventura, cuando se dirige al Creador agradeciéndole “ el amor que me comenzasteis a mostrar”, y mostrándole la necesidad de “pagarle algo”.
Ya lo sabemos, amigos del BLOG.En el camino de la fe, lo primero es vernos amados por Dios, y caer en la cuenta de que el amor con amor se paga. Adiós.

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