martes, 1 de diciembre de 2009

TERESA, VESTIDA DE NOVIA


Acurrucada en su amplia capa de lana, se ve como esposa de Cristo. Pero está también imbuida de ideas contradictorias. Le prometió mucho a su esposo divino, y le corresponde muy poco. Su esposo la ama con amor eterno y absoluto, y el suyo propio es un amor mezquino y sólo a ratos. La dan ganas de llorar. Se siente indigna de ser la esposa de tan gran Rey y Señor.

“Esto no lo puedo decir sin lágrimas, y habían de ser de sangre, y quebrárseme el corazón, y no era mucho el sentimiento, para lo que después os ofendí. Paréceme ahora que tenía razón de no querer tan gran dignidad, pues tan mal había de usar de ella. Mas Vos, Señor mío, quisisteis ser…el agraviado, para que yo fuese mejorada”

Teresa se postra arrepentida, diciéndole a su Amado :”No parece, Dios mío, sino que prometí no guardar nada de lo que os había prometido”.

¿Qué había prometido Doña Teresa ante el altar de Dios, al vestir el hábito de monja? .-¡Amor de esposa! Algo insaciable. Y eso va a ser su gloria y su tormento :” Para que mejor se vea quién sois Vos, Esposo mío, y quién soy yo”.

Atormentada “ por el sentimiento de mis grandes culpas”, y regalada “por el contento que me da que se entienda la muchedumbre de vuestras misericordias”.

Déjanos decirte, Madre Teresa, que nos da mucho gusto escucharte.

Quiero aclararos, amigos del BLOG, que nuestra monja emplea la imagen del “desposorio” para expresar sus relaciones íntimas con Dios. A simple vista, puede parecernos presuntuosa que nos diga que el Rey celestial la ha escogido por esposa.

¡Atención! Lo asombroso de esta joven monja es que se lo cree, al pie de la letra, y lo vive, lo experimenta. El poeta místico, -y Santa Teresa lo es-, es un poeta que cree la verdad de los símbolos que emplea, porque cree en Dios.

Hemos presentado las primeras etapas del camino de fe que inició Teresa en la pila bautismal de la Parroquia de San Juan, en Avila, y vivió de niña y de joven. Ahora ha empezado otra etapa, con veinte años cumplidos, en el Monasterio de la Encarnación. Una etapa fascinante en su aventura de la fe. Etapa nueva que ha emprendido por amor a Jesucristo. Culminará cuando consume su unión de amor con su esposo divino.

Como en cualquier proceso de amor entre dos personas, entre dos enamorados, suceden muchas cosas. Ahora se ve anonadada y aturdida por haberla Dios elegido para tan alto estado.

“Para que mejor se vea quién sois Vos, esposo mío, y quién soy yo, tu esposa”.
Nos lo dice una monja, que ha sido proclamada oficialmente por el Papa como Doctora de la Iglesia Universal.

Adiós, amigos. Hasta otro día.

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