martes, 27 de octubre de 2009

LA JOVEN TERESA, EN MALAS COMPAÑÍAS

Santa Teresa dedica un párrafo largo en el capítulo 2, números 3 , 4 y 5, del Libro de la Vida, al trato con una parienta suya, siendo ella una moza de buen parecer. La escuchamos, primero, a nuestra protagonista :

“Tomé todo el daño de una parienta que trataba mucho en casa. Era de tan livianos tratos, que mi madre la había mucho procurado desviar que tratase en casa; parece adivinaba el mal que por ella me había de venir, y era tanta la ocasión que había para entrar, que no había podido evitarlo. A ésta que digo, me aficioné a tratar. Con ella era mi conversación y pláticas, porque me ayudaba a todas las cosas de pasatiempos que yo quería, y aun me ponía en ellas y daba parte de sus conversaciones y vanidades.”

“Hasta que traté con ella, que fue de edad de catorce años , y creo que más (para tener amistad conmigo digo y darme parte de sus cosas), no me parece había dejado a Dios por culpa mortal ni perdido el temor de Dios, aunque le tenía mayor de la honra . Este tuvo fuerza para no la perder del todo, ni me parece por ninguna cosa del mundo en esto me podía mudar, ni había amor de persona de él que a esto me hiciese rendir. ¡Así tuviera fortaleza en no ir contra la honra de Dios, como me la daba mi natural para no perder en lo que me parecía a mí está la honra del mundo! ¡Y no miraba que la perdía por otras muchas vías! “

“ En querer ésta, vanamente, tenía extremo. Los medios que eran menester para guardar la honra, no ponía ninguno. Sólo para no perderme del todo tenía gran miramiento.Mi padre y hermana sentían mucho esta amistad. Reprendíanmela muchas veces. Como no podían quitar la ocasión de entrar ella en casa, no les aprovechaban sus diligencias, porque mi sagacidad para cualquier cosa mala era mucha. Espántame algunas veces el daño que hace una mala compañía, y si no hubiera pasado por ello, no lo pudiera creer. En especial en tiempo de mocedad debe ser mayor el mal que hace. Querría escarmentasen en mí los padres para mirar mucho en esto. Y es así que de tal manera me mudó esta conversación, que de natural y alma virtuoso no me dejó casi ninguna , y me parece me imprimía sus condiciones ella y otra que tenía la misma manera de pasatiempos”.

“ Por aquí entiendo el gran provecho que hace la buena compañía, y tengo por cierto que, si tratara en aquella edad con personas virtuosas, que estuviera entera en la virtud. Porque si en esta edad tuviera quien me enseñara a temer a Dios, fuera tomando fuerzas el alma para no caer. Después, quitado este temor del todo, quedóme sólo el de la honra, que en todo lo que hacía me traía atormentada. Con pensar que no se había de saber, me atrevía a muchas cosas bien contra ella y contra Dios”.

Doña Beatriz intentó desviar a su hija Teresa del trato con una parienta “casamentera”, que frecuentaba la casa de los Cepeda. Pero no lo consiguió. Teresa se aficionó a hablar con ella, porque la comentaba cosas de la vida y que le ocurren a las mujeres. Se le abría la vida en flor.

Mañana veremos el resultado de estas malas compañías de la joven Teresa de Ahumada.

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