Día tercero
Lector.- Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor.En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
Señor Nuestro Jesucristo, que por el amor que teneías a Santa Teresa le encargaste que mirase por tu honra, porque tu honra es su honra y la suya tuya. Aquí nos tienes con deseos de complacerte consagrando este día a honrar a nuestra especial protectora Santa Teresa de Jesús.
Todos.- Acepta, Señor, nuestra oración en satisfacción de los pecados cometidos, y en agradecimiento por todos los beneficios. Te pedimos por los méritos de Santa Teresa la conversión de los pecadores, la perseverancia de los justos, y que sobre cada uno de nosotros se cumplan posdesignios amorosos de tu Corazón.
Lector.- Santa Madre, Teresa de Jesús, que supiste dar gusto a todos, cuando vivías en el mundo, siendo por esto muy querida de cuantos te conocieron, ahora que vives en el cielo querrás favorecernos con mayor razón.
Todos.- Por eso te pedimos confiados, que sepamos aprovecharnos de tu doctrina, para desear las cosas celestiales y despreciar lo que puede apartarnos del bien, viviendo como tú viviste y muriendo como tú, purificados por el amor de nuestro Dios y Señor.
Meditación
Amor de Santa Teresa a Dios
Estamos hechos para amar a Dios y sólo amándole encontraremos la verdadera felicidad. La caridad es la medida de la perfección. Y también, la exigencia de nuestro propio ser. La vida de Santa Teresa se resumió en el amor y como el amor se manifiesta en las obras, ella trabajó y sufrió por Dios, con el único deseo de glorificarle y salvar almas.
¿Podemos decir al Señor, sinceramente, que le amamos? ¿O acaso tenemos amor para todos menos para Él? Los que de verdad le quieren, buscan darle gusto en todo y
le sirven con justicia, fortaleza y humildad. No está el amor en sentimiento, sino en la determinación de hacer y padecer por Él lo que se nos ofrezca, a imitación de Santa Teresa de Jesús.
Oración
Lector.- Señor, movidos por la promesa que hiciste a Santa Teresa de no negar lo que ella te pidiera, acudimos a Ti con la confianza de que nos concederás, por su intercesión, aumento de gracia y de virtudes.
Todos.- Diste palabra, Dios mio, y tu palabra no puede faltar. Tu dijiste: “Los cielos y la tierra pasarán, mas mis palabras no faltarán. Sé, Señor, fiel a tu promesa, concediéndonos lo que pedimos.
Lector.- Santa Madre Teresa, alcánzanos de Jesús, un corazón como el tuyo, totalmente de Dios, en vida, en muerte y por toda la eternidad.
jueves, 8 de octubre de 2009
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