domingo, 6 de octubre de 2013












 La fundación de San José de nuestra Señora de la Calle en Palencia, que fue año de 1580, día del Rey David (1).

La fundación de Palencia fue la más fácil y agradecida.Allí estaba de Obispo Don Álbaro de Mendoza, el mismo que en Ávila acogió y bendijo el primer convento de San José.La escuchamos a nuestra Santa Fundadora:

“ Habiendo venido de la fundación de Villanueva de la Jara, mandóme el prelado  ir a Valladolid a petición del obispo de Palencia, que es don Alvaro de Mendoza, que el primer monasterio que fue San José de Avila admitió y favoreció  y siempre, en todo lo que toca a esta Orden, favorece. Y como había dejado el obispado de Avila y pasádose a Palencia, púsole nuestro Señor en voluntad que allí hiciese otro de esta sagrada Orden”

Por estas fechas Madre Teresa enfermó de  tanta gravedad, que estuvo a punto de morir. Se sentía sin fuerzas para levantarse de la cama.Varios la aconsejaban que dejase ya las Fundaciones y empezase a descansar.Pero ella había entendido claramente que Dios quería una Fundación  en Palencia y otra en Burgos, y tenía que corresponderle. La escuchamos: “A donde se entenderá muchas veces no ser yo quien hace nada en estas fundaciones, sino quien es poderoso para todo. Estando yo un día, acabando de comulgar, puesta en estas dudas y no determinada a hacer ninguna fundación, había suplicado a nuestro Señor me diese luz para que en todo hiciese yo su voluntad; que la tibieza no era de suerte que jamás un punto me faltaba este deseo. Díjome nuestro Señor con una manera de reprensión: ¿Qué temes? ¿Cuándo te he yo faltado? El mismo que he sido, soy ahora; no dejes de hacer estas dos fundaciones".

"¡Oh gran Dios!, ¡y cómo son diferentes vuestras palabras de las de los hombres! Así quedé determinada y animada, que todo el mundo no bastara a ponerme contradicción, y comencé luego a tratar de ello, y comenzó nuestro Señor a darme medios”.

La Madre, acompañada de otra religiosa, llegó a Palencia el 28 de diciembre de 1580.Allí se entrevistó  con Don Suero de Vega, un vecino muy buen  cristiano, de Misa diaria y de comunión semanal. La animó a la Santa y se ofreció para todo lo que necesitase. Y empezó a buscar casa.

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