miércoles, 28 de agosto de 2013












La fundación del monasterio del Glorioso San José del Carmen en la ciudad de Sevilla, en el año de 1575 (2).

 Partieron  el 18 de mayo de 1575, miércoles al mediodía. La primera jornada  sólo fue de cinco leguas, hasta Santisteban del puerto, por un paisaje delicioso de montes y valles bermejos. Sestearon en una  hermosa floresta, de donde a duras penas pudieron sacar a la Madre,embebida, porque con la diversidad de flores y canto de mil pajaritos toda se desacía en alabanzas de Dios.En la ermita de San Andres colindante con el camino, decidió la Madre pasar en ella la noche

Hubieron de madrugar mucho,al día siguiente, para gozar del fresco del amanecer, Recorrieron siete leguas hasta llegar a Linares. Al medio día llegaron a una venta que dejaría pésimos recuerdos, por encontrar allí unos hombres, “los más perversos que yo he visto en mi vida”, dice Julian de Ávila.Y añade: “En esta venta se padeció bastante sed, porque el calor era muy excesivo, y cada jarrito de agua muy pequeño costaba dos maravedís, y había menester cada monja muchos jarritos, de suerte que era muy más barato el vino que el agua”.

El viaje desde Beas a Sevilla fue durísimo y muy largo.Salen de Beas el 18 de mayo de 1575 y llegan a Sevilla el día 28. Es evidente que M. Teresa tenía puesta en Dios tal confianza en que llegaría a Sevilla, que no se puede dudar de que Dios iba con ella. Les ocurrió de todo.Un día la Madre se puso enferma con una fiebre alta, y ,a falta de agua fresca,le aplicaron como remedio unos paños de agua caliente, la única que había.

Un día antes de Pascua de Espíritu Santo,- escribe la Santa-, les dio Dios un trabajo harto grande, que fue darme a mí una muy recia calentura…,que jamás de tal manera en mi vida me ha dado calentura, que no pase muy más adelante. Fue de tal suerte, que parecía tenía modorra, según iba enajenada. Ellas a echarme agua en el rostro, tan caliente del sol,  que daba poco refrigerio.

La posada que encontraron  era muy mala para personas con buena salud, cuanto más para una enferma. “Fue darnos una camarilla a teja vana, ella no tenía ventana y, si se abría la puerta toda se enchía de sol. Hicieronme echar en una cama, que yo tuviera por mejor echarme en el suelo, porque era de unas partes más alta y de otras tan baja, que no sabía como poder estar, porque parecía de piedras agudas.

El percance de los carros también fue peligrosísimo. Metieron los carros en una barcaza, para atravesar el Guadalquivir, y al desengancharse la maroma que retenía y dirigía la barcaza, está se fue a la deriva, hasta que atracó en la arena.Se les hizo de noche y no sabían por dónde tirar, y gracias a un hortelano que los vió perdidos, pudieron encontrar el camino.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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