lunes, 24 de diciembre de 2012














                         SANTA TERESA CANTA Y LLORA EN LA NAVIDAD

     Son deliciosos los villancicos que compuso santa Teresa para cantar con sus monjas al Niño Dios:

¡Ah, pastores que velais
      Por guardar vuestro rebaño,
     Mirad que nos nace un cordero,
     Hijo de Dios soberano.

”Mi gallego, mira quien llama
 ángeles son, que ya viene el alba.
¿Es parienta del alcalde
 u quién esta doncella?
 Ella es hija de Dios Padre,
 relumbra como una estrella”.

Y también para la fiesta de la Epifanía había compuesto este villancico:

“Pues que la estrella
 es ya llegada,
Vaya con los Reyes
La mi manada”.

“Vamos todos juntos
 a ver al Mesias,
 que vemos cumplidas
 ya las profecías;
 pues en nuestros días
 es ya llegada
 vaya con los Reyes
 la mi manada”.
 
De la monja Isabel Dantisco nuestra Santacuenta que “cuando no es hora de recreación, está en su ermita tan embebida en su Niño Jesús y sus pastores y su labor, que es para alabar al Señor”.

Las fiestas navideñas culminan después de la Epifanía, en el domingo del Bautismo de Jesús. Y para este día la Priora les tenía preparada una sorpresa muy original, que han seguido repitiendo hasta el presente. Consistía en que la Priora, después del desayuno de la comunidad, entraba en el refectorio y las decía: Hermanas, el Niño se ha perdido. Todas se ponen a buscar al Niño, representado en una imagen, que ella ha ocultado en el sitio más inverosímil. Cuando la encuentran, todas saltan de alegría.

 Pero  las Navidades le traen a santa Teresa sorpresas un tanto dolorosas.Y algunas la hacen llorar.

Precisamente en la Nochebuena de 1561 le comunican que el Provincial ha ordenado que tiene que salir inmeditamente de la Encarnación para viajar a Toledo reclamada por doña Luisa de la Cerda, que necesitaba el consuelo de nuestra monja, precisamente cuando estaba pendiente de los permisos para fundar su convento de San José, cosa que le sentó fatal. También en Navidades, tropezó en la escalera de su nuevo conventito, y se fracturó un brazo.

 En otras Navidades,1578, recibió la noticia de que su amigo entrañable y provincial de los Descalzos P. Gracian había sido privado de todos los cargos y le habían prohibido comunicarse con las carmelitas descalzas y, máxime,  con su fundadora. Y dice Ana de San Bartolomé, su fiel enfermera, que se pasó los maitines llorando por las noticias que llegaban de las infamias arrojadas contra ella, sus monjas y sus frailes descalzos.

Dicen las carmelitas actuales que hacen lo que haría Ntra. Santa Madre Teresa: Vivimos ahora las costumbres de sus Delcalzas, tan llenas de espíritu de alegría, de entusiasmo, de fervor que se desborda y se hace palpable en mil detalles.Al pasar una y otra vez,- comentan-, deprisita por estos claustros tan evocadores, nos parece que al volver cualquier esquina nos vamos a encontrar con la misma Santa Madre en persona, con aquellos ojos suyos tan llenos de alegría en la Navidad, tarareando villancicos, “porque gusta de estas muestras de amor el  Hijo de María”.

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