miércoles, 8 de agosto de 2012









NO ESTEIS HABLANDO CON DIOS Y PENSANDO EN OTRAS COSAS

Madre Teresa , mientras escribe enseñándonos que hacer oración es tratar con Dios como trata una esposa con su esposo, de pronto se dirige directamente a Dios y escribe una  vibrante oración. No es en ella en la que piensa, sino en el Otro a quien escucha. De repente, se percibe invadida por la presencia inconmensurable de un Tú, y prorrumpe en las más altas alabanzas. La escuchamos cómo trata a Aquel con quien habla:

“¡Oh Emperador nuestro, sumo Poder, suma Bondad, la misma Sabiduría, sin principio, sin fin, sin haber término en vuestras obras! ¡ Son infinitas sin poderse comprender, un piélago sin suelo de maravillas, una Hermosura que tiene en sí todas las hermosuras, la misma Fortaleza!”.

“¡Oh, válgame Dios!, quién tuviera aquí junta toda la elocuencia de los mortales y sabiduría para saber bien ( como acá se puede saber, que todo es no saber nada para este caso) dar a entender alguna de las muchas cosas que podemos considerar para conocer algo de quién es este Señor y Bien nuestro”.

“¡Oh, válgame Dios!, pues acá, cuando uno se casa, primero saqbe con quién, quién es y qué tiene; nosotras, ya desposadas, antes de las bodas, que nos ha de llevar a su casa- Pues acá no quitan estos pensamientos a las que están desposadas con los hombres, ¿ por qué nos han de quitar que procuremos entender quién es este hombre, y quién es su padre, y qué tierra es ésta adonde me ha de llevar, y qué bienes son los que promete darme darme, qué condición tiene, cómo podré contentarle mejor, en qué le haré placer, y estudiar cómo haré mi condición que conforme con la suya?”.

“Pues, Esposo mio, ¿en todo han de hacer menos caso de vos que de los hombres? Ésta es oración mental, hijas mias, entender estas verdades. Si queréis ir entendiendo esto y rezando vocalmente, muy enhorabuena. No me estéis hablando con Dios y pensando en otras cosas, que esto hace no entender qué cosa es oración mental. Creo va dado a entender. Plega el Señor lo sepamos obrar. Amén” (CP 22, 6-8).



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