jueves, 23 de agosto de 2012






DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO ,21 B. 26 AGOSTO 2012
    Cada semana, en este día del domingo nos sentimos convocados por Cristo vivo, que nos invita a dejarnos iluminar por la luz de su palabra, contenida en las lecturas que escuchamos, y alimentarnos con el pan de la eucaristia. A beber de esta fuente sacramental que es la Misa, donde mana la gracia que nos purifica y renueva internamente, que nos reanima y fortalece en el espíritu.

  En este domingo, la primera lectura nos recuerda la fidelidad de los hombres a dejarse guiar por los mandamientos de Dios, sintiéndose como creados por El y conducidos por su providencia amorosa.   Ante un pueblo en el que unos eran partidarios de adorar al único dios verdadero y otros a dioses falsos, Josué replicó con entereza “Yo y mi casa serviremos al Señor”.- “Y el pueblo respondió: "¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros...Nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios”.

 Como aquellos antepasados que nos precedieron en la fe, celebremos nuestra dependencia de Dios como criaturas suyas. No hay más que un sólo Dios, creador del universo. Todos los demás son ídolos, dioses falsos. No hay más que un sólo Redentor, Jesucristo, el Hijo de Dios vivo. Aclamemos a Jesucristo, como origen y fin del universo. “Por medio de El fueron creadas todas las cosas...Todo fué creado por El y para El”.   Ante el Dios creador, nos ponemos de rodillas para adorarle, y agradecerle la existencia, la vida y el mundo creado por El para nuestro gozo y disfrute.  Con palabras del salmo 33 hemos dicho :”Gustad y ved qué bueno es el Señor”.  La liturgia del domingo nos recuerda este principio básico de nuestra dependencia de Dios y nos invita por ello a bendecirle y alabarle : “Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor...Cuando uno le invoca, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias, el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos”.

   El mundo es bueno en la medida en que permanece vinculado a sus orígenes, a su autor y creador. Pero si se olvida de sus orígenes y obra en contra de las leyes universales establecidas por Dios, se desmorona y se vuelve hostil al hombre y a la naturaleza.

 Santa  Teresa escribió un libro que es todo él un comentario a esta verdad de la Sagrada Escritura: “El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios”. Y precisa que una cosas es “ a imagen” y otra “a semejanza”. - No solo tenemos que reconocer en la obra hecha la impronta o el rastro de quien la hizo, sino que Dios se sirvió de El mismo para presentarse como ejemplo para crear al hombre y pedirle que creciera en bondad a semejanza de Dios.  Desde las dos perspectivas - rastro de Dios y su semejanza- el mundo es digno de ser admirado y gozado, descubriendo las huellas de bondad y de belleza del Dios creador, y respetando la semejanza en la que quiere que crezcamos en libertad y en gracia.   Al meditar en estas verdades, nos sentimos responsables de cultivar y desarrollar el mundo en que vivimos, a semejanza de Dios. El hombre no sólo está llamado a habitar, sino también a “construir” el mundo, haciéndose así “colaborador” de Dios. Es una verdad subrayada también por el Concilio :” El hombre, creado a imagen de Dios, ha recibido el mandato  de regir el mundo en justicia y santidad, sometiendo la tierra con todo cuanto en ella hay, y, reconociendo a Dios como creador de todas las cosas, de  relacionarse a sí mismo y al universo entero con El, de modo que, con el sometimiento de todas las cosas al hombre, sea admirable el nombre de Dios en toda la tierra”..
        ¡”Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca”!


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