jueves, 26 de enero de 2012

EL CASTILLITO DE LOS BUENOS CRISTIANOS





Santa Teresa se vale de la imagen del castillo para expresar realidades muy diversas. Castillo es un alma, en la que mora Dios. Castillo es la iglesia, a la que hay que defender de sus enemigos, y arengarla para que ninguno de sus ciudadanos claudiquen entregándose a los que la cercan.



En este capítulo tercero del "Camino de Perfección", la escritora desarrolla su idea de los grupos de cristianos comprometidos ,- que son como castillitos-, y de los dirigentes de estas agrupaciones eclesiales con una clarividencia, que es más propia de un obispo que de una monja de clausura. Tiene de frente a los luteranos y a las luchas emprendidas por el rey Felipe II contra ellos, para evitar su expansión por Europa, para decir que las mejores armas para eliminar a los herejes es el testimonio de los nucleos de cristianos fervorosos, y de los sacerdotes y religiosos, que han de ser como levadura en una masa. Lo escribe para todo el mundo.



"Mas ¿para qué he dicho esto? Para que entendais, hermanas mias, que lo que hemos de pedir a Dios es que en este castillito que hay ya de buenos cristianos no se nos vaya ya ninguno con los contrarios, y a los capitanes de este castillo o ciudad los haga muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores y teólogos, y, pues los más están en las religiones, que vayan muy adelante en su perfección y llamamiento, que es muy necesario que ya ya, como tengo dicho, nos ha de valer el brazo eclesiástico y no el seglar".


" Y, pues, para lo uno ni lo otro no valemos nada, para ayudar a nuestro Rey, procuremos ser tales que valgan nuestras oraciones para ayudar a estos siervos de Dios, que con tanto trabajo se han fortalecido con letras y buena vida y trabajando para ayudar ahora al Señor".




"Podrá ser digais que para qué encarezco tanto esto y digo hemos de ayudar a los que son mejores que nosotras. Yo os lo diré, porque aún no creo entendais bien lo mucho que debeis al Señor en traeros a donde tan quitadas estais de negocios y ocasiones y tratos: es gradísima merced ésta; lo que no están los que digo, ni es bien que estén, en estos tiempos menos que en otros, porque han de ser los que esfuercen la gente flaca y pongan ánimo a los pequeños. ¡ Buenos quedarían los soldados sin capitanes! Han de vivir etre los hombres y tratar con los hombres y estar en los palacios y aún hacerse algunas veces con ellos en lo exterior".


"Pensais, hijas mias, que es menester poco para tratar con el mundo y vivir en el mundo y tratar negocios del mundo y hacerse, como he dicho, a la conversación del mundo y ser en lo interior extraños del mundo y enemigos del mundo y estar como quien está en destierro, y, en fin, no ser hombres sino ángeles? Porque a no ser esto así, ni merecen nombre de capitanes ni permita el Señor salgan de sus celdas, que más daño harán que provecho; porque no es ahora tiempo de ver imperfecciones en los que han de enseñar"( CP 3, 1-3).



Teresa nos deja siempre la misma impresión de fuerza y de mando, mirando cómo hacer lo mejor para la extensión del reino de Dios por el mundo. Sus escritos la delatan con un porte majestuoso, más propio de una reina que de una monja de clausura. Sorprende que pinte a los capitanes como imprescindibles para que los soldados cumplan con sus obligaciones, y que , de no ser hombres cabales y perfectos, no merecen el nombre de capitanes porque harán más daño que provecho-





Adios, amigos, hasta la próxima, con mis saludos, Nicolás





No hay comentarios:

Publicar un comentario