martes, 15 de septiembre de 2009

Nuestra Señora de los Dolores

Amigos del Blog: Es una fiesta muy popular. En algunos pueblos se encuentra una ermita dedicada explícitamente a Nuestra Señora de los Dolores. Se representa va la Virgen con unas lanzas en el pecho, para significar de manera simbólica que "una espada traspasó su alma",
cuando, delante de la Cruz ,vió que a su Hijo el soldado le traspasó con la espada el corazón.En definitiva, representa el dolor de una madre, que es muy específico y distinto del de otras personas. Quizá entre los humanos, el dolor de una madre sea la máxima expresión. Por eso nos conmueve esta fiesta de la Madre Dolorosa a los pies de la Cruz en la que muere su hijo santísimo ajusticiado con la más absoluta de las injusticias que se pueden haber cometido en la humanidad.- En esta fiesta, acompañamos con la mente y el corazón a nuestra Madre espiritual, y la pedimos que nos ayude a llevar nuestros propios dolores ,que nos depara la vida, y a pedirla también que premie con el cielo a nuestras madres terrenales por lo mucho que sus hijos les hemos hecho o les hacemos sufrir. Ya se entiende, el amor de una madre a su hijo, le ayuda a soportar todo lo que venga.
También en esta fiesta quiero contaros un dato que he encontrado en la historia de este Monasterio de la Encarnación, cuando vivía en él la monja Santa Teresa, por los años 1535 a 1562. Una monja ,de nombre Catalina de Valdivieso, fundó en 1560 la "Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la Transfixión", a la que podían pertenecer las monjas que lo quisiesen.Tenía la composición de cualquier otra cofradía, que conocemos en los pueblos,con imagen de su veneración,culto,fiesta e inscribirse mediabte el pago de una cuota,etc. Pues bién, la referida Cofradía , fundada en este convento, veneraba una imagen de la Virgen Dolorosa ( que entonces se llamada de la "Transfixión") colocada en un retablo,al lado izquierdo del altar de la iglesia. Las monjas le hacían su fiesta con Misa y procesión por el convento, y la que quería pertenecer a ella, pagaba una cuota de cuatro reales. En el libro, en el que se inscribían las cofrades, también figuraba Doña Teresa de Ahumada, nombre de nuestra Santa cuando era monja en la Encarnación.
En unión de afecto y oraciones, vuestro Capellán.

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