SI EL ALMA SE ENCOMIENZA A ENCOGER, ES MUY MALA COSA
Santa Teresa busca convicciones profundas y es
vitalista. Nunca se ha dejado ganar ni por la tristeza ni por el desánimo. Por
eso pide a sus monjas y a sus lectores que mostremos la dimensión religiosa
abiertamente y sin miedo.
El miedo de Dios no es cristiano. No es un
sentimiento auténtico frente al Padre de
nuestro Señor Jesucristo o frente a Jesús. Es cierto que ante la
Majestad de Dios, la Santa se estremece de verse ruín. Pero siempre gozosamente.
Jamás con una mínima sacudida de miedo. Y se apresura, en este capítulo, a
diagnosticar al por mayor sus características negativas y sus nefastos efectos.
El miedo es “encogimiento y apretamiento del ánimo”.
Es “amedrentarse y atemorizarse” ante
las exigencias de la virtud. Es preciso “no andar encogidos ni
apretados…pues el Señor nos favorecerá”.La escuchamos:
Así que no os apretéis,
porque si el alma se comienza a encoger, es muy mala cosa para todo lo bueno, y
a las veces dan en ser escrupulosas y veisla aquí inhabilitada para sí y para
los otros; y ya que no dé en esto, será buena para sí, mas no llegará muchas
almas a Dios, como ven tanto encogimiento y apretura.
Es tal nuestro natural,
que las atemoriza y ahoga y huyen de llevar el camino que vos lleváis, aunque
conocen claro ser de más virtud.
Y viene otro daño de
aquí, que es juzgar a otros; como no van por vuestro camino, sino con más
santidad ( por aprovechar al prójimo tratan con libertad y sin esos
encogimientos), luego os parecerán imperfectos. Si tienen alegría santa,
parecerá disolución, en especial en las que no tenemos letras.
Es muy peligrosa cosa y
un andar en tentación continuo y muy de mala digestión, porque es en perjuicio
del prójimo ; y pensar que, si no van todos por el modo que vos, encogidamente,
no van tan bien, es malísimo
( CP 41,5-6).
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