viernes, 22 de febrero de 2013






                                     PROCURAD SER AFABLES Y AGRADAR

Para santa Teresa, “mientras más santas, más conversables". En otra ocasión dirá que “una monja triste es una triste monja”. Siempre subraya la afabilidad del orante y la magnanimidad de Dios. La virtud atrae. Contagia. La virtud que repele no es virtud.

Al igual que la oración y toda “vuestra manera de vivir y de tratar”, si la virtud es auténtica constituye un foco de atracción. La virtud tiene que hacerse amable y deseable. Son insuplantables estos párrafos que transcribimos:

Así que, hermanas, todo lo que pudiereis sin ofensa de Dios, procurad ser afables y entender de manera con todas las personas que os trataren, que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar, y no se atemoricen y amedrenten de la virtud.

A religiosas importa mucho esto: mientras más santas, más conversables con sus hermanas; y que, aunque sintáis mucha pena, si no van sus pláticas todas como vos las querríais hablar, nunca os extrañéis de ellas si queréis aprovechar y ser amada. Que es lo que mucho hemos de procurar: ser afables y agradar  y contentar a las personas que tratamos, en especial a nuestras hermanas.

Procurad entender de Dios en verdad que no mira a tantas menudencias como vosotras pensáis; y no dejéis que se os encoja el ánima ni el ánimo, que se podrán perder muchos bienes. La intención recta, la voluntad determinada de no ofender a Dios. No dejéis arrinconar vuestra alma.

Veis aquí cómo con estas dos cosas – amor y temor de Dios – podemos ir por este camino sosegados y quietos (CP 41, 7-9).

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