sábado, 2 de febrero de 2013





     PONEN LA VIDA EN ENTENDER CÓMO LE AGRADRÁN MÁS A DIOS

 

El remedio fundamental del creyente es amar a nuestro Señor Jesucristo como se ama a alguien a cuya suerte se está ligado en cuerpo y alma. Amar a Jesús como se ama a un ser vivo. Y es que Jesús está vivo . El es la vida. Le amamos porque Él nos ha amado primero.

Esta certeza ¿cómo vivirla tan fuertemente que brille ante los hombres y los ilumine? El  amor al Señor Jesús, el Hijo de Dios, es el manantial de nuestro rebosar de gozo. Y contagia a los demás la verdad y la bondad. Santa Teresa prorrumpe en su personal Magníficat.Por estar enamorada de Él, haría lo que fuere por verse experiencialmente amada por El. La escuchamos:

Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden; no aman sino verdades y cosa que sea digna de amar.

¿Pensáis que es posible, quien muy de veras ama a Dios, amar vanidades? Ni puede, ni riquezas, ni cosas del mundo, de deleites, ni honras, ni tiene contiendas, ni envidias; todo porque no pretende otra cosa sino contentar al Amado. Andan muriendo porque los ame; y así ponen la vida en entender cómo le agradarán más.

¿Esconderse? ¡Oh, que el amor de Dios –si de veras es amor- es imposible! Si no, mirad un san Pablo, una Magdalena; en tres días el uno comenzó a entenderse que estaba enfermo de amor; éste fue san Pablo. La Magdalena desde el primer día. Y en el amor hay más o menos, y así se da a entender como la fuerza  que tiene el amor: si es poco, dase a entender poco, y, si es mucho, mucho; mas poco o mucho, como haya amor de Dios, siempre se entiende ( CP 40,3).

 

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