domingo, 10 de noviembre de 2013


La fundación del glorioso San José de Santa Ana en  la ciudad de Burgos. Díjose la primera misa a 8 días del mes de abril, octava de Pascua de  Resurrección, año de 1582.(3)

 

Después de un viaje tan agetreado, caladas hasta los huesos, y medio muertas de frio, las esperaba  en esta ciudad de Burgos una santa viuda, llamada Catalina de Tolosa, natural de Vizcaya, que en decir sus virtudes me pudiera alargar mucho, así de penitencia como de oración, de grandes limosnas y caridad, de muy buen entendimiento y valor.

Recibió en su más que confortable casa a la Madre y a siete carmelitas que la acompañaban. Enseguida secaron sus  ropas y zapatillas, cenaron y ocuparon sus camas. La madre propuso que un sacerdote les dije Misa en la capilla de la casa y la sagrada comunión. Pero objetaron que no había licencia del Arzobispo, aunque la Madre pensaba que si había autorizado la fundación, en ella estaría incluido el permiso para la Misa.

¡Y menos mal que no celebraron Misa! “Las descalzas,- según la Madre-, teníamos por cierta la licencia del Arzobispo, que no parecía en qué reparar”.Pero el Arzobispo ni había dado licencia para la fundación, ni la dió hasta que no tuvo más remedio.

Seguimos la crónica de Madre Teresa:”  Luego de mañana fue el padre Provincial a pedir la bendición al Ilustrísimo, que no pensamos había más que hacer. Hallóle tan alterado y enojado de que me había venido sin su licencia, como si no me lo hubiera él mandado ni tratádose cosa en el negocio, y así habló al padre Provincial enojadísimo de mí. Ya que concedió que él había mandado que yo viniese, dijo que yo sola a negociarlo; mas venir con tantas monjas... ¡Dios nos libre de la pena que le dio! Decirle que negociado ya con la ciudad, como él pidió, que no había que negociar más de fundar, y que el obispo de Palencia me había dicho (que le había yo preguntado si sería bien que viniese) (30) que no había para qué, que ya él decía lo que lo deseaba, aprovechaba poco. Ello había pasado así, y fue querer Dios se fundase la casa, y él mismo lo dice después; porque, a hacérselo saber llanamente, dijera que no viniéramos. Con que despidió al padre Provincial, es con que si no había renta y casa propia que en ninguna manera daría la licencia, que bien nos podíamos tornar. ¡Pues bonitos estaban los caminos y hacía el tiempo!·”

Efectívamente le hicieron  caer en la cuenta a Su Ilustrísima de que había dado la licencia requerida delante del Obispo de Pallencia. Pero se defendía alegando que su licencia era para que la Madre, y ella sola, fuese a Burgos a contarle lo que pensaba hacer y que, luego, ya vería lo que conviniese hacer.

Ni la visita personal de la Madre, ni los ruegos de los canónigos y demás autoridades, ni la situación crítica en que se encontraban las ocho monjas, pudieron convencer a su Reverendísima. Fue su amigo el obispo de Palencia quien lo consiguió , pero bajo dos condiciones de tal calibre que bastarían para que la Madre desistiera: adqurir una casa propia y disponer de una renta de varios miles de ducados. La Madre lo aceptó, pues tenía el convencimiento de que cuando el Señor le había enviado a Burgos, estaba segura de que El lo solucionaría. 21. Luego de mañana fue el padre Provincial a pedir la bendición al Ilustrísimo, que no pensamos había más que hacer. Hallóle tan alterado y enojado de que me había venido sin su licencia, como si no me lo hubiera él mandado ni tratádose cosa en el negocio, y así habló al padre Provincial enojadísimo de mí. Ya que concedió que él había mandado que yo viniese, dijo que yo sola a negociarlo; mas venir con tantas monjas... ¡Dios nos libre de la pena que le dio! Decirle que negociado ya con la ciudad, como él pidió, que no había que negociar más de fundar, y que el obispo de Palencia me había dicho (que le había yo preguntado si sería bien que viniese) (30) que no había para qué, que ya él decía lo que lo deseaba, aprovechaba poco. Ello había pasado así, y fue querer Dios se fundase la casa, y él mismo lo dice después; porque, a hacérselo saber llanamente, dijera que no viniéramos. Con que despidió al padre Provincial, es con que si no había renta y casa propia que en ninguna manera daría la licencia, que bien nos podíamos tornar. ¡Pues bonitos estaban los caminos y hacía el tiempo!

 

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