viernes, 14 de mayo de 2010

DOMINGO DE LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO



¿Qué celebramos este domingo llamado de la Ascensión? ¿Qué significa eso de la Ascensión de Jesús al cielo?


NO significa que Jesús se ha ido a un lugar alejado de los hombres y del mundo. No significa que Jesús haya hecho un viaje en el espacio hacia los astros más remotos, a ese lugar que mirando para arriba nosotros llamamos cielo.


Significa un cambio. O sea, que Jesucristo ya no pertenece al mundo de la corrupción, de la enfermedad, y de la muerte, que condicionan nuestra vida. Significa que él ya pertenece completamente a Dios. Pero, a la vez, sin dejar de pertenecernos a nosotros, porque siendo hombre como nosotros, ha conducido nuestro ser humano a la presencia de Dios. Ha llevado consigo la carne y la sangre en una forma transfigurada a la presencia de Dios.


Esto es lo que celebramos en este domingo de la Ascensión: que el hombre encuentra espacio en Dios. Que el ser humano, hombre o mujer, ha sido introducido por Cristo en el ámbito

de lo transcendente, de lo que perdura, en el ámbito de la vida misma de Dios. Y puesto que Dios abarca y sostiene yodo el cosmos, la Ascensión de Jesucristo significa que no se ha alejado de nosotros, sino que ahora, gracias a estar con Dios, está cerca de cada uno de nosotros, ya para siembre.


Santa Teresa decía que DIOS NO ESTABA EN EL CIELO, SINO QUE EL CIELO ESTABA DONDE ESTABA DIOS. Y, si nosotros le hacemos un espacio para Dios en nuestro corazón, nosotros también ascendemos al cielo, porque el cielo está donde está Dios. Cada uno de nosotros puede tratarle de tú; cada uno de nosotros puede llamarle, como a un Padre, y quererle como a un Padre, y contarle los trabajos, y pedirle consejo y ayuda.


En ese espacio interior, en el que Dios habita, está siempre atento a nuestra voz. Depende de nosotros o el darle la espalda, si nos alejamos de nuestro interior, o escuchar atentamente su voz, recorriendo el camino hacia el interior de nosotros mismos,"ascendiendo" también nosotros al cielo, a nuestro propio cielo, porque el cielo está donde está Dios.


Nuestra capacidad de comprender esta realidad tan íntima, y, por lo mismo, tan sublime y misteriosa, es muy limitada. ¿ Quién podra guiarnos e iluminarnos para experimentarla de alguna manera? El Espíritu Santo que Jesús prometió enviarnos desde el cielo a los que perseveren en la fe en El y en el amor a El. El Espíritu nos guiará a la Verdad ; nos enseñará a descubrir la belleza y el gozo de esa vida nueva compartida con el Dios presente.

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