sábado, 9 de enero de 2010

SANTA TERESA, FIRME EN LA FE

Virtud de la Fe, personalizada en una imagen vigorosa
en plata, obra del orfebre Juan de Arfe, 1571.


SANTA TERESA DA UN PASO MÁS EN SU AVENTURA DE LA FE

Nuestra monja Teresa de Ahumada ¿a qué se dedica dentro del claustro monacal? Lo suyo propio y específico ¿qué es?
Pues, algo muy sencillo: creer y amar a Dios hasta el extremo.
Sí. Lo que distingue a esta monja de otras es la intensidad de su experiencia religiosa. Digámoslo claramente. Ella reinicia una aventura, que es la aventura de la fe, en la que se inició desde niña, y lo arriesga todo en ella. Sigamos por partes.
Dios llama a Teresa, como a cualquier hombre o mujer, a intimar con El. La clave está en la respuesta a esa llamada, en cómo reacciona uno ante esa llamada misteriosa. Al sentir que Dios te llama, la primera reacción es aceptar su invitación. ¿Por qué? Porque el hombre necesita a Dios. El hombre no se basta a sí mismo, se ve limitado y aspira a ser poderoso, a tener una vida inmortal. Descubre que Dios en Cristo nos ha dado todo lo que el hombre puede desear para su realización plena, la verdad, la bondad, la justicia, todo lo que puede saciar la sed de felicidad que atormenta al hombre.
Pero a la vez que percibe esa reacción positiva, le asalta otra negativa. Si la solución estuviese en aceptar, tan sólo en teoría, la verdad, la bondad y la vida , no habría ninguna dificultad. La inteligencia y la voluntad se orientan espontáneamente a aceptar estos valores.
La dificultad surge cuando la inteligencia tiene que aceptar valores que no tienen la fuerza de imponerse por sí mismos, y, sobre todo, valores que se identifican con una persona, que es preciso aceptar como norma de la propia existencia.
La exigencia de reconocer a otra persona como ley suprema de la propia existencia, comporta el tener que renunciar a la autonomía de la propia persona. Significa perder libremente la propia independencia, renunciar a tener un pensamiento propio, una voluntad propia, un amor propio, y hacer propio el pensamiento, la voluntad y el amor del otro. Y en el caso concreto de la fe, significa que yo acojo a Jesucristo para que sea mi camino, mi verdad y mi vida. Mejor dicho, yo acepto ser amado y guiado por Dios, en Jesucristo su Hijo.
Pues, Santa Teresa se hizo monja porque estaba enamorada de Jesucristo, y quería corresponderle hasta el extremo, hasta demostrarle que le amaba más que a la propia vida. Ni más ni menos, hasta conseguir una identificación plena con Cristo, hasta el punto de poder decir con sinceridad mi vida es Cristo.
A esto vino al Monasterio de la Encarnación. Esta fue una aventura nada fácil. Iremos descubriéndola paso a paso.
SANTA TERESA DE JESÚS, TESTIMONIO VIVO DE FE EN DIOS, RUEGA POR NOSOTROS

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