lunes, 7 de enero de 2013













NO TENEMOS NADA QUE NO LO RECIBIMOS
 

En este  capítulo santa Teresa nos hace una confidencia, que no nos esperábamos. Nos dice pura y simplemente que en su vida ha habido vaivenes de sube y baja, como nos pasa a cualquiera. Unas veces la ocurre verse en las alturas de la vida mística, en plena y  radiante luz del Espíritu, y otras en lo profundo de la oscuridad de la fe. Dios nos puede dar a gustar de sus consuelos, y nos los puede quitar. La escuchamos:

“¿Nunca lo habéis visto por vosotras, hermanas? Pues yo sí: unas veces me parece que estoy muy desasida, y en hecho de verdad, venido a la prueba, lo estoy. Otra vez me hallo tan asida, de cosas que por ventura el día de antes burlara yo de ello, que casi no me conozco. Otras veces me parece tengo mucho ánimo, y que a cosa que fuese servir a Dios no volvería el rostro, y probado es así, que le tengo para algunas. Otro día viene que no me hallo con él para matar una hormiga por Dios, si en ello hallase contradicción”.

“Así, unas veces me parece que de ninguna cosa que me murmurasen ni dijeses de mí. No se me da nada y, probado, algunas veces es así, que antes me da contento. Vienen días que sola una palabra me aflige y querría irme del mundo, porque me parece me cansa en todo. Y esto no soy sola yo, que lo he mirado en muchas personas mejores que yo, y sé que pasa así”-

“Pues esto es, ¿ quién podrá decir de sí que tiene virtud ni que está rica, pues al mejor tiempo que haya menester la virtud se halla de ella pobre?...Verdad es que, sirviendo con humildad, en fin, nos socorre el Señor en las necesidades; mas si no hay muy de veras esta virtud, a cada paso, como dicen nos dejará el Señor. Y es grandísima merced suya, que es para que la tengáis y entendáis con verdad que no tenemos nada que no lo recibamos” CP 38, 5-7).

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario