lunes, 21 de enero de 2013












                                LA ORACIÓN SIEMPRE DEJA CON MÁS LUZ

 

En este capítulo 39 de Camino Santa Teresa insiste en que en todo y siempre caminemos en humildad, máxime cuando el Señor nos haga mercedes y regalos espirituales. Nos dice abiertamente que el principio y fin de la oración es el conocimiento propio.

Distingue entre  meditación y contemplación. En la meditación el alma ejercita sus potencias, reflexionando con el entendimiento en algún párrafo de la sagrada escritura que haya escogido como puntos de meditación, o la memoria acordándose de algún paso de la pasión del Señor. En cambio en la contemplación el alma no ejercita ninguna de sus potencias, sino que sencilla y llanamente  se concentra pasivamente  en una advertencia amorosa y gozosa que Dios la infunde directamente. Pues dice nuestra Santa, que aún entonces el conocimiento propio de ese inmenso regalo de Dios, que es la contemplación, le tiene que llevar a la humildad. Y apela a su propia experiencia.La escuchamos:

Procurad mucho tratar estas mercedes y regalos con quien os dé luz, sin tener cosa secreta; y tened este cuidado: Que el principio y fin de la oración, por subida contemplación que  sea, siempre acabéis en propio conocimiento.

 Y si  es de Dios, aunque no queráis, ni tengáis este aviso, lo haréis aún más veces, porque trae consigo humildad, y siempre deja con más luz para que entendamos lo poco que somos. No me quiero detener más, porque muchos libros hallaréis de estos avisos. Lo que he dicho es porque he pasado por ello y me he visto en  trabajo algunas veces. Todo cuanto se puede decir no puede dar entera seguridad (CP. 39,5).

 

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