FIESTA DE EPIFANIA. Domingo 6 de enero 2013
UN CAMINO INTERIOR EN BUSCA DE DIOS
Esos tres hombres habían oído que los
profetas de Israel habían anunciado que vendría un Rey, que estaría en íntima
armonía con Dios y que, en su nombre y de parte suya, restablecería el orden y
la paz en el mundo. Y se pusieron en camino para encontrar ese Rey. En lo más
hondo de su ser buscaban que en el mundo se restableciera el derecho, la
justicia que debía venir de Dios. Y ellos estaban dispuestos a servir a ese
Rey, ponerse a su disposición y colaborar con él a la renovación del mundo.
Eran de esas personas que tienen hambre y sed de justicia.-
Y
fueron a buscarlo a donde ellos creían que tenía que estar en la gran ciudad de
Jerusalén y en un palacio.-Pero allí no estaba. Resultó que el nuevo Rey era
muy diferente de lo que se esperaban. Debían, pues, empezar a aprender que Dios
es diferente de como acostumbramos a imaginarlo. Y así comenzaron a recorrer un
camino interior. Una estrella los guió a un pequeño pueblo llamado Belén, hasta
que encontraron a un Niño envuelto en pañales, se postraron ante El y lo
reconocieron como el Rey anunciado por los profetas.
Y empezaron a cambiar su idea sobre el poder,
sobre Dios y sobre el hombre y, con ello, a cambiar también ellos mismos. Ahora
habían visto que el poder de Dios es diferente al poder de los grandes del
mundo. Su modo de actuar es distinto de como lo imaginamos, y de como
quisiéramos imponerle que fuera. En este mundo, Dios no le hace competencia a
las formas terrenales del poder. No contrapone unos ejércitos a otros
ejércitos.
”Al poder estridente y pomposo de este mundo,
Dios contrapone el poder inerme del amor, que en la Cruz sucumbe y, sin
embargo, constituye la nueva realidad divina, que se opone a la injusticia e
instaura el Reino de Dios, que es diferente del reino de los hombres. Aquellos
hombres venidos de Oriente comprendieron que eso de instaurar la causa de la
justicia y del bien en el mundo no se puede conseguir simplemente a través de órdenes
impartidas desde lo alto de un trono, ni por las armas, ni por la
fuerza...Aprenden que su vida debe acomodarse a este modo divino de ejercer el
poder, y que para ello deben convertirse en hombres de la verdad, del derecho,
de la bondad, del perdón, de la misericordia, del amor y del servicio a los
demás.- El poder humano, si prescinde de Dios, se convierte en totalitarismo,
que no sirve a la libertad del hombre, sino que lo priva de su dignidad y lo
esclaviza. No son las ideologías las que salvan el mundo, sino saber dirigir la
mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra
libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico, La revolución
verdadera consiste en mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo
tiempo, es el amor eterno. Y ¿ qué puede salvarnos, si no es el amor?.-
Aquellos hombres “entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y
cayendo de rodillas lo adoraron”. Queridos hermanos, ésta no es una historia
lejana, de hace mucho tiempo. Es una presencia. Y aquí, en la Hostia
consagrada, El está ante nosotros y entre nosotros. Como entonces ,se oculta
misteriosamente en un santo silencio y, como entonces, desvela precisamente así
el verdadero rostro de Dios. Por nosotros se ha hecho grano de trigo que cae en
tierra y muere y da fruto hasta el fin del mundo. El está presente aquí como
entonces en Belén. Y nos invita a adorarle, a hacer ese camino interior que se
llama adoración.Y pidámosle a El que nos guíe en el camino. Amen”.
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