SON GRAN COSA LETRAS PARA DAR EN TODO LUZ
Después de gozar de la belleza del amor en la comunidad de carmelitas de san José y de la libertad de conciencia de sus moradoras, hoy vamos a admirar el esplendor de la verdad, que Madre Teresa quiere que resplandezca también en sus monjas Las quiere fundadas en la verdad, para que en lo que son y en lo que hacen procedan guiadas por la luz de la verdad.
Aconseja con los pies en el suelo. Tiene delante un convento pequeñito, que hay muchos caminos de perfección, y que si a sus monjas no se les permite escoger confesor, obligándolas a todas a confesarse con el mismo, puede suceder que el tal confesor esté equivocado y lleve a todas por un mismo camino del error . Destacamos también la admirable y radical confianza que Teresa pone el Dios, asegurando que Dios suscitará personas sabias y santas que en cada momento necesite su grupo de monjas. La escuchamos:
Este tener verdadera luz para guardar la ley de Dios con perfección es todo nuestro bien. Sobre ésta asienta bien la oración; sin este cimiento fuerte, todo el edificio va falso.
Si no les dieren libertad para confesarse, para tratar cosas de su alma con personas semejantes a lo que he dicho (sabios y santos). Y me atrevo más a decir, que, aunque el confesor lo tenga todo, algunas veces se haga lo que digo; porque ya puede ser él se engañe, y es bien no se engañen todas por él; procurando siempre no sea cosa contra la obediencia ( que medio hay para todo), y vale mucho a las almas, y así es bien, por las maneras que pudiere, lo procure.
Todo esto que he dicho toca a la prelada (la superiora); y así la torno a pedir que, pues aquí no se pretende tener otra consolación sino la del alma, procure en esto su consolación, que hay diferentes caminos por donde lleva Dios, y no por fuerza los sabrá todos un confesor; que yo aseguro no les falten personas santas que quieran tratarlas y consolar sus almas, si ellas son las que han de ser, aunque seais pobres. Que el que las sustenta los cuerpos despertará y pondrá voluntad a quien con ella de luz a sus almas, y remediase este mal, que es el que yo temo; que, cuando el demonio tentase al confesor en engañarle en alguna doctrina, como sepa trata con otros, iráse a la mano, y mirará mejor en todo lo que hace.
Quitada esta entrada al demonio, yo espero en Dios no la tendrá en esta casa. Y así pido, por amor del Señor, al obispo que fuere, que deje a las hermanas esta libertad y que no se la quite cuando las personas fueren tales que tengan letras y bondad, que luego se entiende en lugar tan chico como éste (CP 5, 4-5).
Después de gozar de la belleza del amor en la comunidad de carmelitas de san José y de la libertad de conciencia de sus moradoras, hoy vamos a admirar el esplendor de la verdad, que Madre Teresa quiere que resplandezca también en sus monjas Las quiere fundadas en la verdad, para que en lo que son y en lo que hacen procedan guiadas por la luz de la verdad.
Aconseja con los pies en el suelo. Tiene delante un convento pequeñito, que hay muchos caminos de perfección, y que si a sus monjas no se les permite escoger confesor, obligándolas a todas a confesarse con el mismo, puede suceder que el tal confesor esté equivocado y lleve a todas por un mismo camino del error . Destacamos también la admirable y radical confianza que Teresa pone el Dios, asegurando que Dios suscitará personas sabias y santas que en cada momento necesite su grupo de monjas. La escuchamos:
Este tener verdadera luz para guardar la ley de Dios con perfección es todo nuestro bien. Sobre ésta asienta bien la oración; sin este cimiento fuerte, todo el edificio va falso.
Si no les dieren libertad para confesarse, para tratar cosas de su alma con personas semejantes a lo que he dicho (sabios y santos). Y me atrevo más a decir, que, aunque el confesor lo tenga todo, algunas veces se haga lo que digo; porque ya puede ser él se engañe, y es bien no se engañen todas por él; procurando siempre no sea cosa contra la obediencia ( que medio hay para todo), y vale mucho a las almas, y así es bien, por las maneras que pudiere, lo procure.
Todo esto que he dicho toca a la prelada (la superiora); y así la torno a pedir que, pues aquí no se pretende tener otra consolación sino la del alma, procure en esto su consolación, que hay diferentes caminos por donde lleva Dios, y no por fuerza los sabrá todos un confesor; que yo aseguro no les falten personas santas que quieran tratarlas y consolar sus almas, si ellas son las que han de ser, aunque seais pobres. Que el que las sustenta los cuerpos despertará y pondrá voluntad a quien con ella de luz a sus almas, y remediase este mal, que es el que yo temo; que, cuando el demonio tentase al confesor en engañarle en alguna doctrina, como sepa trata con otros, iráse a la mano, y mirará mejor en todo lo que hace.
Quitada esta entrada al demonio, yo espero en Dios no la tendrá en esta casa. Y así pido, por amor del Señor, al obispo que fuere, que deje a las hermanas esta libertad y que no se la quite cuando las personas fueren tales que tengan letras y bondad, que luego se entiende en lugar tan chico como éste (CP 5, 4-5).
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