domingo, 16 de octubre de 2011

TERESA NO PODÍA DUDAR QUE EL SEÑOR LA PEDÍA UN CONVENTO NUEVO

Monasterio de la Encarnación,s.XVI-Ávila



Ahora, 450 años después, el Convento de San José de esta ciudad de Ávila lo vemos con toda normalidad. Es el primero de miles esparcidos por diversas ciudades y pueblos del mundo, desde Corea del Sur hasta Chile. Todos pertenecen a la Orden del Carmelo Descalzo que santa Teresa ideó realizar un día, en la celsa de su monasterio de la Encarnación, por inspiración divina, al haber escuchado en su corazón "un habla que de tal manera me hacía el Señor, que yo no podía dudar de que era El".



En el libro de su Vida nos cuenta que durante dos años tan pronto lo veía viable y, luego, completamente irrealizable.¿ Pero no dice que estaba segura de que se lo pedía el Señor? Pues sí,

pero empezar a pensar dónde, cómo, con quién, por qué, para qué...la arrastraba a un mundo de incertidumbres y contrariedades. Primero, por ser "mujer" en una época en que las mujeres pintaban lo que un cero a la izquierda; y, después, por ser monja sometida a obediencia, que necesitaba autorización, que, según el parecer de todos, se la iban a negar; por tener que dejar el monasterio en el que había profesado permanecer hasta la muerte, etc. etc. Se le ocurrió, como primera medida, valerse de personas seglares, para que ellos lo gestionasen. Vamos a ir escuchando a nuestra protagonista:


Era esta visión con tan grandes efectos y de tal manera esta habla que me hacía el Señor, que yo no podía dudar que era El. Yo sentí grandísima pena. porque en parte se me representaron los grandes desasosiegos y trabajos que me había de costar; y, como estaba tan contentísima en aquella casa, que, aunque antes lo trataba, no era con tanta determinación ni certidumbre que sería.



Aquí parecía se me ponía apremio, y como veía comenzaba cosa de gran desasosiego, estaba en duda de lo que haría. Mas fueron muchas veces las que el Señor me tornó a hablar en ello, poniéndome delante tantas causas y razones que yo veía ser claras y que era su voluntad, que ya no osé hacer otra cosa sino decirlo a mi confesor, y le dí por escrito todo lo que pasaba.



¿ Y qué le aconsejó su confesor? Que abandora la idea: "El confesor no osó determinadamente decirme que lo dejase, mas veía que no llevaba camino a razón natural por haber poquísima y casi ninguna posibilidad en mi compañera, que era la que lo había de hacer. Díjome que lo tratase con mi prelado, y que lo que él dijese, eso hiciese yo.


La compañera y amiga seglar le habló, como cosa propia, al Provincial de la Orden. Y este superior le respondió que veía con buenos ojos que la tal viuda, bien conocida en la ciudad, quisiese construir en ella un monasterio para la Orden del Carmen. Pero el rodeo dado al asunto por la monja de la Encarnación, se descubrió pronto, y toda la ciudad se volvió en contra de la viuda doña Guiomar de Ulloa y de la monja doña Teresa de Ahumada.



No se hubo comenzado a saber en el lugar, cuando no se podrá escribir en breve la gran persecución que vino sobre nosotras, los dichos, las risas, el decir que era disparate. A mí, que bien me estaba en mi monasterio; a mi compañera tanta persecución, que la traían fatigada. Yo no sabía qué me hacer; en parte me parecía que tenían razón ( V 32, 13-14).


Seguiremos hablendo de los comienzos del Convento de San José, en esta ciudad de Ávila.

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