jueves, 27 de octubre de 2011

MANSOS Y HUMILDES DE CORAZÓN.Domingo 30 oct



Domingo 31 A

El Evangelio nos acaba de mostrar dos tipos de personas: uno que se define por ser un soberbio y orgulloso, y otro como humilde y sencillo. El soberbio es a la vez vanidoso, hace las cosas para que le vea la gente; es un presumido; busca sentarse en los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor ;se cree superior a los demás; quiere que todos hablen bien de él, echa la carga a los demás, aparenta más que lo que vale, y así sucesivamente.-
El que es humilde,en cambio, procede de otra forma: considera a los demás como hermanos, se ve servidor de los demás, considera a los otros en todo lo que valen, los valora y estima.- El Evangelio acaba con un mensaje que debemos retener en la memoria: “El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.- El Evangelio reclama nuestra atención hacia esa forma de ser en humildad, que es una forma de ser auténticamente humana y cristiana. La soberbia no es ni humana ni cristiana.
Comentando este Evangelio escribía San Agustín: “Hay algo en la humildad que por manera maravillosa eleva el corazón, y algo en la soberbia que lo abate. Parecerían cosas contrarias, el que la soberbia abata y la humildad eleve. Y es porque la humildad eleva hacia Dios, agradece los dones que uno tiene como venidos de Dios..; en cambio el orgulloso mira para abajo a los demás, como desde una elevada torre, y no se da cuenta de que esa profundidad a donde vé sumidos a los demás le está atrayendo lentamente a él mismo hacia abajo.”
Es célebre también el comentario que hacía Santa Teresa a la virtud de la humildad. Refiriéndose a la mortificación y a la humildad escribió :” Oh soberanas virtudes, señoras de todo lo criado, emperadoras del mundo, libradoras de todos los lazos y enredos que pone el demonio, tan amadas de nuestro enseñador Jesucristo que nunca un punto se vió sin ellas. Quien las tuviere, bien puede salir y pelear con todo el infierno junto y contra todo el mundo y sus ocasiones, y contra la carne. No haya miedo de nadie, que suyo es el reino de los cielos. No tiene a quien temer, sino suplicar a Dios le sustente en ellas para que no las pierda por su culpa”.-

“Humildad es andar en verdad” El orgulloso desfigura la verdad ; ve las cosas como no son. Está turbia su mirada en la apreciación y estima de las cosas.- El humilde mira con objetividad las cosas; descubre los dones de Dios para agradecérselos y para sentirse más obligado a corresponder con mayores servicios. El humilde busca conocer los propios talentos, pero a la luz de los deberes y de las propias obligaciones. Por eso la humildad favorece la conciencia de la propia responsabilidad.
“ Ser mansos y humildes de corazón”, como Jesucristo nuestro Maestro..

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