con la bola del mundo.Mano derecha bendiciendo. Ávila
DOMINGO 32 C
Las lecturas de la Misa en este domingo nos invitan a” hacer memoria de Jesucristo resucitado de entre los muertos”, y a recrearnos en otra verdad que nos enseña San Pablo y la Iglesia a lo largo de todos los tiempos: “ y si hemos muerto con Cristo , creemos que también viviremos con El” (Rom.6,8), que “ si morimos con Cristo, resucitaremos con El”.
Las lecturas de la Misa en este domingo nos invitan a” hacer memoria de Jesucristo resucitado de entre los muertos”, y a recrearnos en otra verdad que nos enseña San Pablo y la Iglesia a lo largo de todos los tiempos: “ y si hemos muerto con Cristo , creemos que también viviremos con El” (Rom.6,8), que “ si morimos con Cristo, resucitaremos con El”.
Fundamentemos nuestra vida en estas certezas que nos da nuestra fe. Y recurramos a la misericordia de Dios,nuestro Padre, que nos ama; y, por eso, tiene preparada para nosotros una morada eterna donde tengamos la paz verdadera, la luz de la verdad que no tiene ocaso, donde podamos hallar el gozo pleno.
Los saduceos plantean a Jesús una pregunta insidiosa, con un juego de palabras para hacerle caer en la trampa. Pero Jesucristo no se deja acorralar, y como sucede tantas veces en el Evangelio, aprovecha la pregunta para dar la auténtica enseñanza. En primer lugar, deshace un equívoco: la vida eterna no será como la de aquí, sino que los salvados serán como “ángeles”, como el tallo y la flor de una planta no es como el grano que la engendró, o como el día no es como la noche a la que sucede. Por otra parte, Jesús señala que Dios no ama la muerte sino la vida, que Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos.
Esta certeza que nos da nuestra fe en la vida futura, es necesaria para sobrellevar las contrariedades de este mundo. Un ejemplo elocuente lo encontramos en la primera lectura. En la historia de los siete hermanos martirizados por conservar la fe en el único Dios bajo la persecusión de Antióco, se encuentra una clamorosa confesión: “Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero cuando hayamos muerto en el Señor, el rey supremo del universo nos resucitará para una vida eterna”. Ciertamente, para soportar la tribulación es necesaria la fortaleza, pero esta descansa sobre la fe. Si no hay convicciones firmes, tampoco puede desarrollarse la fuerza necesaria para defenderlas.
San Pablo nos anima diciendo: “El Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del maligno”.-El espíritu os consolará y os dará fuerza”. El Espíritu es el consolador de los apóstoles y de todos cuantos creen en El. “El espíritu de la verdad es el que dará testimonio de mí. Pero también vosotros dareis testimonio, porque estais conmigo", dijo Jesucristo a sus apóstoles.
Que el Señor dirija nuestros corazones, y que no encuentre resistencia ni rechazo en nosotros. Hay una área de diversidad radical del mundo respecto al reino de Dios: Dios es invisible y absoluto; el mundo es visible y material. Cuando los criterios mundanos y el pecado toman posesión del corazón, como “la carne tiene apetencias contrarias al espíritu y el espíritu contrarias a la carne”, hay que ser valientes y tener ánimo para seguir las tendencias del espíritu. Las apetencias de la carne, es decir de las pasiones son los “odios, discordias, celos, iras, rencillas, divisiones, envidias”.- En cambio, los frutos del Espíritu son :” el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la afabilidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre, el domisio de sí mismo, la verdad, la humildad”. “Las tendencias de la carne son mortales; mas las del espíritu son vida y paz...” Si vivís según las pasiones de la carne, morireis; pero si con la fuerza del espíritu transformais vuestras obras según el espíritu, vivireis para siempre”.
Esto es lo que nos dice el Señor. Meditemos en estas grandes verdades. Nos harán mucho bien.
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