jueves, 4 de noviembre de 2010

ECHAR FLORES QUE DEN DE SÍ GRAN OLOR

Ángel músico, sonando el abogue.


Teresa de Jesús nos previene de que el cristiano ha de seguir a Cristo, por el mismo camino que nos trazó. Y, más que señalarnos el camino de la perfección, Jesucristo nos dijo que El era el camino, y que no había otro. Teresa lo dejó escrito con toda claridad:


Primeros, medianos y postreros, todos llevan sus cruces, aunque diferentes.Pues por este camino que fue Cristo, han de ir los que le siguen, si no se quieren perder- Y bienaventurados trabajos que aún acá, en la vida, tan sobradamente se pagan.


Con esta idea por adelantado, Teresa quiere explicar las distintas situaciones por las que ha ido pasando en su vida cristiana. Y como el momento estelar de la vida cristiana está en la oración, como encuentro vivencial con Dios, Teresa ha pasado por tantas situaciones como estilos o grados de oración, que ha ido experimentando a lo largo de la vida.


Y se vale de una comparación, para mejor hacerse entender: el huerto. Un huerto, como pequeña superficie de tierra de labor, en el que se cultivan flores y hortalizas, que primero hay que cavar, para disponer la tierra, para que enraice bien la semilla , eliminar las malas hierbas, asurcar y regar a su tiempo.


Hacer oración es como cultivar un huerto interior, para que dé flores olorosas y frutos de virtudes, en el que se deleite Dios. La escuchamos:


Ha de hacer cuenta el que comienza, que comienza a hacer un huerto en tierra muy infructuosa, que lleva muy malas hierbas, para que se deleite el Señor. Su Majestad arranca las malas hierbas, y ha de plantar las buenas.


Pues hagamos cuenta que está ya hecho esto, cuando se determina a tener oración un alma, y lo ha comenzado a usar. Con la ayuda de Dios hemos de procurar, como buenos hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarlas, para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores, que den de sí gran olor, para dar recreación a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar muchas veces a esta huerta y holgarse entre estas virtudes.


Cuando Teresa decide cultivar la vida cristiana y hacer ratos de oración, no se busca a sí misma , sino agradar al Otro. En los trabajos y sacrificios que lleva consigo, busca recrear la hermosura de las flores, su perfume, los frutos olorosos, para dar recreación a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar y a holgarse. La oración como la vida cristiana le atraen a Teresa, porque en eso gana en hermosura, y puede cautivar nada menos que a Su Majestad.

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