LaLA FLAGELACIÓN.Pedro Berruguete,a.1503
Santa Teresa centra sus horas de meditación en considerar la vida de Jesucristo como hombre. En su tiempo, otros espirituales, preferían ver a Jesucristo como Dios.
Las primeras experiencias de Teresa le acontecen cuando medita en los hechos narrados por los Evangelios sobre Jesucristo: como niño en Belén, como predicador de las bienaventuranzas, en oración en el Huerto de los olivos, con la cruz a cuestas , o saliendo del sepulcro como resucitado. Es el Hombre por el que siente la compañía, la mirada, la com-pasión.
Le obserba en las imágenes que había pintado Pedro Berruguete en el retablo de la Capilla Mayor de la Catedral de Ávila. Un Cristo vigoros0, de rostro hermoso, con ojos implorantes, desnudo y tenso por el sufrimiento que padece al ser azotado con furia por la soldadesca, contraidos los músculos, desangrado el dorso. Se siente fascinada cuando le ve transfigurado en el Tabor , y siente envidia de María Magdalena abrazada a las piernas del resucitado, triunfante y luminoso.
Impulsivamente se siente culpable de esa sangre derramada, mientras se ve alzada en sus brazos amorosos hasta la cruz.
La escuchamos a Teresa:
Yo sólo podía pensar en Cristo como hombre. Mas es así que jamás le pude representar en mí, por más que leía su hermosura y veía imágenes , sino como quien está ciego o a oscuras, que, aunque habla con una persona y ve que está con ella - porque sabe cierto que está allí, digo que entiende y cree que está allí- mas no la ve.
De esta manera me acaecía a mí, cuando pensaba en nuestro Señor. A esta causa, era tan amiga de imágenes.
¡Desventurados, los que por su culpa pierden este bien! Bien parece que no aman al Señor. porque, si le amaran, se holgarían de ver su retrato, como acá da contento ver el de quien se quiere bien.
Teresa de Jesús
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