miércoles, 15 de septiembre de 2010

ES BUENO UN LIBRO PARA PRESTO RECOGERSE EN ORACIÓN




Desde bien joven, Teresa era una lectora compulsiva. No se veía satisfecha, si no tenía un libro nuevo.

Incluso para recoger su imaginación y concentrarse en meditar sobre algún tema espiritual, necesitaba un libro. Pero libro para ella era una página impresa, o el agua, las flores o el campo. También la naturaleza le hablaba de Dios, por ser obra de sus manos creadoras. Desde la ventana de su celda, quedaba largos ratos inmóvil contemplando el sol naciente, resplandor de la gloria del Altísimo, que da luz y calor a quien le ama.

Observaba atenta los pájaros y las nubes, y les dirigía mensajes para que los llevasen a su Creador. Con las cumbres y los valles estableció un vínculo para comunicarse con el Padre Todopoderoso.

De este modo Teresa rezaba y hacía ratos largos de meditación, liberándose de la monotonía de estarse con los ojos cerrados, esperando que pasara el tiempo. Descubrió así que en su hora de meditación le iba sorprendiendo, día a día, el Dios escondido y deslumbrador, infinitamente distinto de las criaturas.

La escuchamos a santa Teresa hablándonos de su manera de oración con un libro abierto:

Para las que van por aquí, en la meditación, es bueno un libro para presto recogerse. Aprovechábame a mí también ver campo, o agua, o flores.En estas cosas hallaba yo memoria del Criador, digo que me despertaban y recogían y servían de libro; y en mi ingratitud y pecados.


En cosas del cielo, ni en cosas subidas, era mi entendimiento tan grosero que jamás, por jamás, las pude imaginar, hasta que por otro modo el Señor me las representó.


Tenía tan poca habilidad para con el entendimiento representar cosas que, si no era lo que veía, no me aprovvechaba nada de mi imaginación, como hacen otras personas que pueden hacer representaciones adonde se recogen"(Vida 9,5-6).


Teresa de Jesús


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