Pedro Berruguete. a .2003
Entre las diversas maneras de hacer oración mental, santa Teresa practicaba una, que le resultaba muy gratificante: representarse a Jesucristo en su interior. Verse habitada por el Hijo de Dios encarnado.
En este proceso de interiorización, se esfuerza en sujetar sus potencias interiores, memoria, imaginación, y entendimiento hasta conseguir que la voluntad se entregue en amar a Jesucristo y verse amada por El. La representación de Jesucristo podía ser muy diversa: verle como Niño en Belén, o predicando en la sinagoga, curando al paralítico, con la cruz a cuestas, o de otras muchas maneras como nos describen los Evangelios. Pero una le era especialmente querida: Jesucristo a solas, como en el Huerto de los olivos,
Lo que significaba para Teresa ver a su Amado en el Huerto de los Olivos, en la víspera de su pasión, lo describe en este párrafo del Libro de la Vida, que puede ayudarnos a probar, también nosotros, esta forma de hacer oración. Pero nos hace dos confidencias muy suyas: que al acostarse se acordaba de Jesucristo en el Huerto, y que se santiguaba en la cama antes de dormirse. La escuchamos:
Tenía este modo de oración, pues, como no podía discurrir con el entendimiento, procuraba representar a Cristo dentro de mí. Y hallábame mejor - a mi parecer- verle en las partes adonde le veía más sólo.
Me parecía que,estando sólo y afligido, como persona necesitada, me había de admitir a mí.- De estas simplicidades tenía muchas. En especial, me hallaba muy bien en la oración del Huerto. Allí era mi acompañarle. Pensaba en aquel sudor y aflicción que allí había tenido. Si podía, deseaba limpiarle aquel tan penoso sudor .
Mas acuérdome que jamás osaba determinarme a hacerlo, como se me representaban mis pecados tan graves. Estábame allí con El, lo más que me dejaban mis pensamientos, porque eran muchos los que me atormentaban. Muchos años, las más noches, antes que me durmiese - cuando para dormir me encomendaba a Dios- siempre pensaba un poco en este paso de la oración del Huerto, aún antes de ser monja, porque me dijeron se ganaban muchos perdones.
Y tengo para mí que, por aquí, ganó muy mucho mi alma, porque comencé a tener oración sin saber qué era, y ya la costumbre tan ordinaria me hacía no dejar esto, como el no dejar de santiguarme para dormir.
Teresa de Jesús
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