Imagen en plata. Custodia del Corpus.
Juan de Arfe. 1571
Meditemos en este párrafo del Libro de la Sabiduría : “Los pensamientos de los mortales son mezquinos y nuestros razonamientos son falibles”.- Por eso, corremos el riesgo de engañarnos. El pecado oscurece nuestra mente. Facilmente nos dejamos arrastrar y aceptamos como natural una cultura que, en el fondo, está inspirada por el materialismo de la vida, por la negación de Dios, y por las potencias del mundo terrenal, el lujo, la sexualidad salvaje, por la avaricia, la soberbia, el endiosamiento en uno mismo. Alguno llega a pensar que porque algo se considera natural, porque todo el mundo lo hace, es ya por eso recto y ordenado, y que es algo bueno y conveniente para nosotros...
Nó, nuestros razonamientos pueden ser falibles. Hay que acertar a discernir lo bueno y lo malo, lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer. Hay que tener valor para decir “si” o “nó” según los casos. Los cristianos tenemos que tener valor para crear una cultura cristiana, inspirada en la ley de Dios y en el Evangelio de Jersucristo. Sólo cuando nuestra conciencia se deja iluminar por la luz del evangelio, del Espíritu, encontrará la verdad, y, descubriendo la verdad, recibirá también de lo alto el ánimo y la fuerza para oponerse al mal, a las tinieblas del error.
Señor, “¿Quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría, enviando tu santo Espíritu desde el cielo ? Sólo así serán rectos los caminos de los terrestres, y los hombres aprenderán lo que te agrada”.
Necesitamos la luz de lo alto para conocer el camino recto, para conocer el designio de Dios , para comprender lo que Dios quiere, para aprender lo que le agrada. Sólo la luz de Dios puede vencer el poder de las tinieblas. Sólo de Dios viene la salvación, lo definitivamente sano y saludable, lo puro, lo auténtico,una humanidad radicalmente verdadera.
También repensemos estas palabras de Jesucristo que recoge el Evangelio de hoy:”Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mio”.- Seguir a Jesucristo, cumplir sus mandamientos, llevar a la práctica sus palabras..., exige sacrificio y renuncia. Pero la cruz termina siendo el arbol de la vida. Ante lo que cuesta, la tendencia natural es echarse para atrás por pereza, por comodidad, por cobardía, por temor a afrontar el sacrificio que lleva consigo hacer el bien. Por eso le pedimos al Señor no sólo que ilumine nuestra conciencia para descubrir la verdad, sino también que venga en nuestra ayuda para vencer nuestra debilidad.
Optar por Cristo significa renunciar a todo lo que se oponga a El. El primer mandamiento es “amarás a Dios sobre todas las cosas”. Dios es lo primero y, a partir de El, se ilumina toda la realidad.. La entrega total a Dios es necesaria para que el seguimiento de Cristo no acabe en fracaso. Empezar una casa sin disponer de lo necesario para completarla, o lanzarse a una batalla imposible, indican la actitud de aquellos que pretender ser cristianos a medias. El resultado es un tremendo fracaso. La vida cristiana no consiste en el intento, sino en la realización. Tampoco hay que olvidar que todos los bienes proceden de Dios y que deben ser utilizados en su servicio
Que Dios os bendiga. Con mi saludo. El Capellán de la Encaación de Ávila
Que Dios os bendiga. Con mi saludo. El Capellán de la Encaación de Ávila
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