lunes, 23 de agosto de 2010

ERA NECESARIO AYUDARME DE TODO MI ÁNIMO


ERA NECESARIO AYUDARME DE TODO MI ÁNIMO PARA HACER UN RATO DE ORACION MENTAL


Santa Teresa con toda razón es Maestra de Oración. El hacer oración interior, u oración mental, le costó una lucha frontal consigo misma, con los teólogos y con el demonio. Consigo misma, porque se lo impedían las potencias del alma, a las que poco a poco fue reconduciendo al abandono en la voluntad de Dios hasta llegar a la unión. Batalla que le llevó veinte años.


También una batalla campal contra algunos teólogos, que no consentían tal tipo de oración a las mujeres, ni siquiera a las monjas, por miedo a que cayeran en los "recogidos " o "alumbrados, aconsejándolas que rezaran oraciones por ellos compuestas.


Y batalla contra el demonio, que sabía de antemano que tenía todas las de perder con un alma que practicase la oración interior. De estas zozobras por las que pasó nuestra Santa, copiamos los párrafos siguientes del Libro de su Vida:


Algunos años tenía más cuenta con desear se acabase la hora que tenía por mí de estar en oración, y escuchar cuando daba el reloj, que nó en otras cosas buenas. Y hartas veces, no sé qué penitencia grave se me pusiera delante, que no la acometiera de mejor gana que recogerme a tener oración.


Y es cierto que era tan incomparable la fuerza que el demonio me hacía, o mi ruín costumbre, para que no fuese a la oración, y la tristeza que me daba entrando en el oratorio, que era menester ayudarme de todo mi ánimo ( que dicen no le tengo pequeño, y se ha visto me lo ha dado Dios harto más que de mujer, sino que lo he empleado mal), para forzarme, y ,en fin, me ayudaba el Señor.


Y, después que me había hecho esta fuerza (para hacer oración), me hallaba con más quietud y regalo, que algunas veces que tenía deseo de rezar.


Pues, si a cosa tan ruín como yo, tanto tiempo sufrió el Señor -, y se ve claro que por aquí se se remediaron todos mis males,- qué persona, por mala que sea, podrá temer? Porque, por mucho que lo sea, no lo será tantos años, después de haber recibido tantas mercedes del Señor.


¿ Ni quién podrá desconfiar, pues a mí tanto me sufrió, sólo porque deseaba y procuraba algún lugar y tiempo para que estuviese conmigo?; y esto, muchas veces sin voluntad, por gran fuerza que me hacía, o me la hacía el mismo Señor. Pues, si a los que no le sirven, sino que le ofenden, les es tan necesaria, y no puede nadie hallar con verdad daño que pueda hacer, que no fuera mayor el no tenerla, los que sirven a Dios y le quieren servir ¿por qué lo han de dejar?


Teresa de Jesús

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