domingo, 8 de agosto de 2010

EN GUERRA TAN PENOSA CONSIGO MISMA



Jeremías, Profeta.
Arropado con el manto.Calza botas. Rodillas al descubierto
Todo en plata. Custodia del Corpus.Juan de Arfe, 1571.

Santa Teresa nos descubre su mundo interior en una guerra tan penosa que no sé cómo un mes la pude sufrir cuanti más tantos años.


Una guerra consigo misma en la que hay dos contendientes, el amor a lo mundano y el amor a lo divino. Es en el corazón donde se trama la contienda, entre dos fuerzas contrarias. La vida es lucha. Si uno se deja llevar por lo facil y placentero, algo hay dentro que te reclama buscar la verdad, lo que engrandece a la persona. Si te ves egoista, hay algo dentro de tí que te reclama ser solidario, darte a los demás.

En esta contienda interior, santa Teresa nos refiere una guerra muy penosa en la que estuvo peleando años y años. ¿Por qué ? Porque buscaba lo perfecto, no se conformaba con una medianía. Estar con Dios era su pasión, y su gozo. Su garantía de libertad. Se veía metida en el mundo, pero no quería ser del mundo.


Su defensa la encontraba en la oración, porque en la oración entraba en contacto con Dios. Según como fuera su oración, según como fuera sus vivencias amorosas con Dios, así eran sus victorias sobre las tentaciones del maligno, unas veces a cara descubierta y otras disfrazadas de verdad. La escuchamos :


Por no estar arrimada a esta columna de la oración, pasé este mar tempestuso, casi veinte años con estas caidas. Y con levantarme y mal,- pues tornaba a caer-, y en vida tan baja de perfección, que ningún caso casi hacía de pecados veniales, y los mortales, aunque los temía, no como había de ser, pues no me apartaba de los peligros. Por eso sé decir que es una de las vidas penosas que me parece se puede imaginar, porque ni yo gozaba de Dios, ni traía contento en el mundo


Cuando estaba en los contentos del mundo, en acordarme de lo que debía a Dios, era con pena. Cuando estaba con Dios, las afecciones del mundo me desasosegaban-


Ello es una guerra tan penosa, que no sé cómo un mes la pude sufrir, cuantimás tantos años. Con todo, veo claro la gran misericordia que el Señor hizo conmigo, ya que había de tratar en el mundo, que tuviese ánimo para tener oración. Digo ánimo, porque no sé yo para qué cosas, de cuantas hay en él, es menester mayor que tratar traición al rey, y saber que lo sabe, y nunca se le quitar de delante.


Porque, puesto que siempre estamos delante de Dios, paréceme a mí es de otra manera los que tratan de oración, porque están viendo que los mira, que los demás podrá ser estén algunos dias, que aún no se acuerden que los ve Dios.


Ratos grandes de oración, pocos dias se pasaban sin tenerlos, si no era estar muy mala o muy ocupada. Cuando estaba mala, estaba mejor con Dios- Procuraba que las personas que trataban conmigo, lo estuviesen, y se lo suplicaba al Señor. Hablaba muchas veces en El.


Para santa Teresa Dios era lo más importante de su vida. Contaba con El en la vida de cada día, en la salud y en la enfermedad, especialmente en ésta, porque tenía más tiempo parta escucharle y para hablar con El y hablar de El.
Teresa de Jesús

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