martes, 20 de abril de 2010

MADRE TERESA, DE SANTA Y APACIBLE LIBERTAD





MADRE TERESA, DE SANTA Y APACIBLE LIBERTAD


Seguimos conociendo un poco mejor a santa Teresa, según la describe su primer biógrafo Francisco de Ribera.


Hablaba familiar y humanamente con todos, con alegría, con amor, sin encogimiento, y con una santa y apacible libertad, de tal manera, que quien la vía y sabía de sus cosas, se espantaba de ver que quien tal alta oración tenía y tan familiarmente trataba con Dios, hablase con los hombres como si nada de aquello tuviera.

Y así como a ella la amaban mucho, así ella también tomaba gran amor a quien se le tenía, y a todas las personas que veía que eran buenas y llanas y honestas, y especialmente cuando veía que eran buenas para el servicio de Dios y bien de los prójimos.

Esto la venía de ser en gran manera agradecida, acordábase siempre de los bienes que la hacían a ella o a sus hijas, aunque fuesen pequeños, y no acababa de encarecerlos y agradecerlos con palabras y con obras, en cuanto ella podía. Tenía una muy noble condición y agradable a todos, amiga de ayudar y hacer bien, y de dar gusto, aunque fuese muy a costa suya y padeciendo ella mucho. Muy inclinada a obras de misericordia y caridad, enemiga de hipocresía y de murmuraciones, aunque fuesen livianas. No sabía decir mal de nadie, sino de sí. A todos alababa, las virtudes ajenas publicaba y engrandecía; las suyas, tenía gracia particular en encubrirlas y deshacerlas.

Era honestísima , y naturalmente aborrecía toda deshonestidad en palabras y en obras, y muy recogida, y en todo bien inclinada. Estimaba mucho la honra, antes que Dios la llamase de veras, y ésta le era de gran freno para excusar todo lo que la podía dañar. Y, como era amiga de la limpieza del alma y del cuerpo, así también lo era de la limpieza de los vestidos, y de traerlos bien puestos, y andar aseada, porque toda descomposición, así interior como exterior, la descontentaba.

De la verdad era muy amiga, y aborrecía todo engaño y doblez, y por eso el tiempo en que ella anduvo distraída, cuando su padre la venía a ver, no pudo sufrir que anduviese engañado con ella, pensando que tenía oración y recogimiento, y no descansó hasta desengañarle. Y después, una de las cosas que más tormento la daba, era pensar si traía engañados a los confesores, aunque sabía que no los deseaba engañar.

En las cosas que he dicho y en otras muchas cosas que podrán decir los que mejor saben conocer el natural de cada uno, si la trataron, he querido mostrar la excelente naturaleza que Dios la dio , y el vaso que aparejó para los altísimos dones que en él había de echar. Pero porque la gracia perfecciona la naturaleza, todo esto se entenderá mejor en lo que diremos hablando de la gracia y admirables virtudes que el Señor la comunicó.


Señor, destruye en nosotros toda clase de exclavitud, y danos la santa y apacible libertad, por intercesión de santa Teresa. Amen

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