SABER QUIENES SOMOS
No es
pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros
mismos ni sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que
preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni
su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación
es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino
que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y
porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede haber
en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella, pocas
veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado
conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de
este castillo, que son estos cuerpos (4).
3. Pues
consideremos que este castillo tiene como he dicho (5) muchas moradas, unas en
lo alto, otras embajo, otras a los lados; y en el centro y mitad de todas éstas
tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entre
Dios y el alma.
pues no hay causa para ello, si no fuere tener
tan poco entendimiento como yo habilidad para cosas semejantes, si el Señor por
su misericordia no la da.
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