DOMINGO 29 dic- sagrada
familiaABIERTAS AL PROYECTO DE
DIOS
Los relatos evangélicos no ofrecen duda
alguna. Según Jesús, Dios tiene un gran proyecto: construir en el mundo una
gran familia humana. Atraído por este proyecto, Jesús se dedica enteramente a
que todos sientan a Dios como Padre y todos aprendan a vivir como hermanos.
Este es el camino que conduce a la salvación del género humano.
Para algunos, la familia actual se está
arruinando porque se ha perdido el ideal tradicional de “familia cristiana”.
Para otros, cualquier novedad es un progreso hacia una sociedad nueva. Pero,
¿cómo es una familia abierta al proyecto humanizador de Dios? ¿Qué rasgos
podríamos destacar?
Amor entre los esposos. Es lo
primero. El hogar está vivo cuando los padres saben quererse, apoyarse
mutuamente, compartir penas y alegrías, perdonarse, dialogar y confiar el uno
en el otro. La familia se empieza a deshumanizar cuando crece el egoísmo, las
discusiones y malentendidos.
Relación entre padres e hijos.
No basta el amor entre los esposos. Cuando padres e hijos viven enfrentados y
sin apenas comunicación alguna, la vida familiar se hace imposible, la alegría
desaparece, todos sufren. La familia necesita un clima de confianza mutua para
pensar en el bien de todos.
Atención a los más frágiles.
Todos han de encontrar en su hogar acogida, apoyo y comprensión. Pero la
familia se hace más humana sobre todo, cuando en ella se cuida con amor y
cariño a los más pequeños, cuando se quiere con respeto y paciencia a los
mayores, cuando se atiende con solicitud a los enfermos o discapacitados,
cuando no se abandona a quien lo está pasando mal.
Apertura a los necesitados.
Una familia trabaja por un mundo más humano, cuando no se encierra en sus
problemas e intereses, sino que vive abierta a las necesidades de otras familias:
hogares rotos que viven situaciones conflictivas y dolorosas, y necesitan apoyo
y comprensión; familias sin trabajo ni ingreso alguno, que necesitan ayuda
material; familias de inmigrantes que piden acogida y amistad.
Crecimiento de la fe. En la familia
se aprende a vivir las cosas más importantes. Por eso, es el mejor lugar para
aprender a creer en ese Dios bueno, Padre de todos; para conocer el estilo de
vida de Jesús; para descubrir su Buena Noticia; para rezar juntos en torno a la
mesa; para tomar parte en la vida de la comunidad de seguidores de Jesús. Estas
familias cristianas contribuyen a construir ese mundo más justo, digno y
dichoso querido por Dios. Son una bendición para la sociedad.
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