FUNDACIÓN DEL CONVENTO
DE SAN JOSÉ, DE ÁVILA
Procuré que una hermana mía comprase la
casa(2)
Con el apoyo de fray Pedro de Alcántara, del
dominico P. Pedro Ibáñez , de Dª Guiomar de
y de otros amigos, santa Teresa comenzó a poner en obra su proyecto.
Enviaron a Roma unos despachos para obtener la debida autorización, y
valiéndose de su hermana compró una casa.
Acordó llevarlo todo en grandísimo secreto, por ser
su proyecto tan novedoso, que se temía la oposición de todo el mundo. Hizo
venir a sus hermanos Dª Juana de Ahumada y Juan de Ovalle, vecinos de Alba de
Tormes, para que comprasen casa en Ávila y se acomodasen allí ellos con los
hijos como si fuese propia, y ella procuraría aderezarla para convento. Empezó
recibir donativos para acometer las obras, y cuando se le acabó el dinero, lo
encomendó a San José, segura de que no la abandonaría. Y sin más, concertó
oficiales y ajustó precios, que fueron ochenta ducados, y no tenía una blanca.
Los amigos estaban asombrados de tal temeridad. Ella respondía que proveería
Dios. Como así fue. Su hermano D. Lorenzo de Cepeda le envió doscientos ducados
desde Perú, que ella no esperaba.
La casa le resultaba muy chiquita. Y pensó anexionar
otra para iglesia, porque aquello no parece llevaba camino para ser monasterio.
Pero, al comulgar, oyó que el Señor la dijo : “Ya te he dicho que entres como
pudieres”. Fue bastante. Llegose a la casita, trazola y vio que, aunque
pequeña, daba monasterio cabal, y no pensó en comprar más, sino en labrarla.
Días después escribía a su hermano :” Aunque pobre y chica, mas lindas vistas y
campo”.
Santa Teresa, con permiso, salió de la Encarnación y
se fue a vivir a casa de su amiga doña Guiomar, y desde allí vigilaba las obras
de su nuevo convento. El miedo que tenía
era que lo descubriera el P. Provincial. Algo le insinuó, y al principio le dio
el permiso, pero después se lo negó.
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