domingo, 24 de marzo de 2013






FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE SAN JOSÉ, DE ÁVILA

 Sobre la reacción del monasterio de la Encarnación (6)

 

Santa Teresa había ingresado en el Monasterio de la Encarnación en 1535 y era monja profesa de velo negro. Formaba parte de una comunidad  compuesta de unas ciento cincuenta monjas. Cuando se enteraron, por la calle, que su compañera Dª Teresa de Ahumada quería fundar un convento nuevo, se opusieron frontalmente a semejante proyecto.

 Algunas hasta llegaron a pedir que la metiesen en la “carcelilla”.  Era ésta una habitación destinada a recluir a personas incorregibles, o que hubieran cometido faltas calificadas como muy graves, según las Constituciones de la Orden del Carmen. La escuchamos a nuestra Santa:

Estaba muy malquista en todo mi monasterio porque quería hacer monasterio   más encerrado. Decían que las afrentaba, que allí podía también servir a Dios, pues había  otras mejores que yo; que no tenía amor a la casa; que mejor era procurar renta para ella, que para otra parte. Unas decían que me echasen en la cárcel; otras, bien pocas, tornaban algo de mí. Como no había de decir lo principal, que era mandármelo el Señor, no sabía qué hacer, y así callaba.

 

Lo que mucho me fatigó fue una vez que mi confesor,- en esta multitud de persecuciones-, me escribió que ya vería que era todo sueño en lo que había sucedido, que enmendase de allí adelante en no querer salir con nada ni hablar más de ello, pues veía el escándalo que había sucedido; y otras cosas, todas para dar pena (Vida 33, 2-3).

 
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