FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE SAN JOSÉ, DE ÁVILA
Sobre la reacción del monasterio de la Encarnación (6)
Santa Teresa había ingresado en el
Monasterio de la Encarnación en 1535 y era monja profesa de velo negro. Formaba
parte de una comunidad compuesta de unas
ciento cincuenta monjas. Cuando se enteraron, por la calle, que su compañera Dª
Teresa de Ahumada quería fundar un convento nuevo, se opusieron frontalmente a
semejante proyecto.
Algunas hasta llegaron a pedir que la metiesen
en la “carcelilla”. Era ésta una
habitación destinada a recluir a personas incorregibles, o que hubieran
cometido faltas calificadas como muy graves, según las Constituciones de la
Orden del Carmen. La escuchamos a nuestra Santa:
Estaba muy malquista en todo mi monasterio
porque quería hacer monasterio más encerrado. Decían que las afrentaba, que
allí podía también servir a Dios, pues había
otras mejores que yo; que no tenía amor a la casa; que mejor era
procurar renta para ella, que para otra parte. Unas decían que me echasen en la
cárcel; otras, bien pocas, tornaban algo de mí. Como no había de decir lo
principal, que era mandármelo el Señor, no sabía qué hacer, y así callaba.
Lo que mucho me fatigó fue una vez que mi confesor,- en esta multitud de
persecuciones-, me escribió que ya vería que era todo sueño en lo que había
sucedido, que enmendase de allí adelante en no querer salir con nada ni hablar
más de ello, pues veía el escándalo que había sucedido; y otras cosas, todas
para dar pena (Vida 33, 2-3).
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